mujer joven relajada en una terraza, tomando un café© Getty Images

Mónica Manzano, experta en Nutrición: 'Una dieta rica en omega 3 podría ser útil en la prevención o el manejo de alergias estacionales'

Hablamos con una experta sobre cómo la dieta, si es rica en antioxidantes, puede ayudarnos a reducir la inflamación y reforzar el sistema inmune, por lo que es buena aliada en época de alergias


26 de mayo de 2025 - 7:00 CEST

Quienes padecen alergias estacionales, saben que estamos en semanas especialmente complicadas en algunos puntos de España. Con la llegada del buen tiempo, el polen, los ácaros y otras sustancias irritantes comienzan a circular con más intensidad, desencadenando los síntomas propios de la alergia en una parte importante de la población. Los antihistamínicos se convierten en indispensables para muchas personas. Pero tal vez hay un factor en el que no has pensado y que también influye: la dieta. Y es que lo que comemos también puede ayudarnos a la hora de mitigar los síntomas de este problema tan incómodo para quien lo padece.

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 Alimentos recomendados si tienes alergia

Según nos cuenta Mónica Manzano, profesora del Máster de Nutrición Clínica de la Universidad Europea, “incluir en nuestro día a día alimentos con alto contenido en antioxidantes (vitaminas C y E, flavonoides, carotenoides, etc.) ayuda a reducir la inflamación y reforzar el sistema inmune”. Un ejemplo de estos son las frutas cítricas (naranjas, kiwis), las bayas (arándanos, fresas), el pimiento rojo o los vegetales de hoja verde, como las espinacas y el kale. Además, ciertos ácidos grasos presentes en el pescado azul como los omega 3 (salmón, sardinas) y en semillas (chía, lino) muestran propiedades antiinflamatorias que podrían aliviar en parte la sintomatología alérgica.

Por qué apostar por los alimentos ricos en antioxidantes

Tal y como nos explica la especialista, una dieta rica en antioxidantes puede ayudar a reducir la severidad de la alergia estacional. ¿De qué forma? “Los antioxidantes son compuestos que ayudan a proteger las células del estrés oxidativo causado por los radicales libres, que, cuando se acumulan en exceso, pueden favorecer la inflamación y el desarrollo de ciertas enfermedades. Esta inflamación es una de las principales causas de los síntomas alérgicos, como picazón, congestión nasal y estornudos. Al neutralizar los radicales libres, los antioxidantes ayudan a reducir esta inflamación y, por ende, pueden aliviar los síntomas típicos de las alergias estacionales”, indica.

Diversos estudios han sugerido que los ácidos grasos omega-3 podrían ejercer un efecto protector frente a la rinitis alérgica estacional

Así ayudan los ácidos grasos omega 3

¿Qué beneficios tienen, por su parte, los ácidos grasos omega 3 en la dieta de personas con alergias? “Diversos estudios han sugerido que los ácidos grasos omega 3, especialmente el ácido alfa-linolénico (ALA) de origen vegetal y el eicosapentaenoico (EPA) presente en pescados grasos, podrían ejercer un efecto protector frente a la rinitis alérgica estacional”, comenta la experta.

Así, nos detalla que en adultos, se ha observado que niveles elevados de EPA en los glóbulos rojos o una mayor ingesta de ALA se asocian con menor sensibilización alérgica. Este efecto podría deberse a la capacidad de los omega 3 para modular la respuesta inmunitaria, reduciendo la actividad inflamatoria de células como los eosinófilos y mastocitos.

“Además, estos ácidos grasos son precursores de mediadores lipídicos antiinflamatorios que favorecen la resolución de la inflamación. Aunque se necesita más evidencia clínica, estos hallazgos apuntan a que una dieta rica en omega 3 podría ser una estrategia nutricional útil en la prevención o el manejo de alergias estacionales”, añade.

Media Image© Getty Images

Nutrientes que ayudan a reducir la inflamación 

Una dieta rica en vitaminas, minerales y grasas saludables puede ayudar a modular el sistema inmunológico, reducir la inflamación y mejorar la tolerancia del organismo frente a los alérgenos. La experta nos resume, a continuación, cuáles piensa que son los nutrientes más destacados y los alimentos en los que se encuentran:

  • Vitamina C: refuerza las defensas y tiene efecto antioxidante. Está presente en frutas como naranja, limón, pomelo y también en pimientos.
  • Vitaminas del grupo B: esenciales para el sistema inmunológico, la producción de glóbulos rojos y la salud neurológica. Se encuentran en alimentos como espinacas, rábanos, coliflor y boniato.
  • Vitamina E: antioxidante natural que reduce la inflamación y mejora los síntomas alérgicos, sobre todo cuando se combina con selenio. La hallamos en espárragos, lechuga y otros vegetales verdes.
  • Vitamina A y D: fundamentales para mantener el equilibrio inmunológico. La vitamina D, por ejemplo, ayuda a controlar la inflamación y su deficiencia se asocia a mayor riesgo de alergias. La vitamina A favorece la tolerancia inmunológica.
  • Zinc: imprescindible para el buen funcionamiento de las células inmunes. Alimentos como apio, calabaza o berenjena lo aportan en buenas cantidades.
  • Hierro: cuando falta, puede aumentar los niveles de IgE (una inmunoglobulina asociada a las alergias) y favorecer la liberación de histamina. Es fundamental corregir su déficit si hay síntomas respiratorios o en la piel.
  • Selenio: actúa junto con la vitamina E para reducir la inflamación y aliviar síntomas de rinitis y dermatitis alérgica.
  • Cobre: aunque menos conocido, se ha relacionado con la reducción de síntomas de rinitis y con una mejor regulación de la respuesta inmune.
  • Ácidos grasos omega 3: presentes en pescados como el salmón o las sardinas, semillas de lino y nueces. Ayudan a reducir la inflamación y refuerzan el sistema inmunológico.

 La alteración de la microbiota intestinal desempeña un papel central en la regulación de la respuesta inmunitaria frente a alérgenos ambientales, como los pólenes

La dieta mediterránea, el patrón alimenticio que hay que seguir

En opinión de la experta, uno de los patrones alimentarios más adecuados para mejorar la respuesta alérgica y promover la salud general es la dieta mediterránea. “Esta dieta ha sido ampliamente estudiada por sus efectos beneficiosos sobre la inflamación, la función inmunitaria y la salud respiratoria, y puede desempeñar un papel positivo en la modulación de las respuestas alérgicas, como las que se presentan en la rinitis alérgica estacional. Uno de los mecanismos implicados es su influencia sobre la microbiota intestinal que desempeñan un papel clave en la regulación del sistema inmunológico”, apunta.

Así, la dieta mediterránea, rica en fibra, polifenoles y grasas saludables, favorece una microbiota diversa y equilibrada, lo que contribuye a mantener una respuesta inmune más controlada y menos reactiva frente a alérgenos ambientales.

Evitar los ultraprocesados

Diversos estudios en humanos, modelos animales y ensayos clínicos han demostrado, además, que una alimentación basada en el patrón dietético occidental, caracterizado por un alto consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares añadidos, grasas saturadas, sal y aditivos se asocian con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas, incluyendo las alergias estacionales, así como con una mayor intensidad y duración de los síntomas. “Una de las vías clave que explican esta relación es la alteración de la microbiota intestinal, la cual desempeña un papel central en la regulación de la respuesta inmunitaria frente a alérgenos ambientales, como los pólenes”, nos cuenta.

La experta explica que este tipo de dieta reduce la diversidad y estabilidad de la microbiota, generando un estado de disbiosis intestinal que favorece procesos inflamatorios y afecta negativamente a la función de la barrera intestinal. Como consecuencia, se produce un aumento en la permeabilidad intestinal y una menor producción de compuestos beneficiosos, como los ácidos grasos de cadena corta, lo que debilita la tolerancia inmunológica y promueve la aparición de respuestas alérgicas intensas. Además, una microbiota alterada puede interferir en el desarrollo y función de células reguladoras del sistema inmunitario, como los linfocitos T reguladores, promoviendo una mayor sensibilidad ante alérgenos estacionales como el polen o los ácaros.

“Estas evidencias subrayan la importancia de los hábitos dietéticos no solo en la prevención de alergias alimentarias, sino también en la modulación de la intensidad de los síntomas de las alergias respiratorias estacionales, que afectan a un número creciente de personas en todo el mundo”, nos explica. 

Qué es la reactividad cruzada 

La profesora de la Universidad Europea señala también que, en casos de sensibilidad especial o en personas con alergias alimentarias, es recomendable identificar bien qué productos podrían agravar los síntomas. “Existen casos de reactividad cruzada entre pólenes y ciertos alimentos, por ejemplo, el polen de abedul y frutas como la manzana, que podrían incrementar la irritación o el picor de garganta. En esta situación, un asesoramiento nutricional personalizado es fundamental para prevenir reacciones no deseadas”, comenta Manzano.

“La reactividad cruzada ocurre cuando el sistema inmunológico reconoce de forma errónea proteínas similares presentes en ciertos alimentos y en pólenes, lo que puede provocar una respuesta alérgica. Las personas alérgicas a pólenes como los de abedul, artemisa o gramíneas pueden experimentar reacciones al consumir alimentos vegetales que contienen proteínas estructuralmente similares. Esta reactividad cruzada puede manifestarse de diferentes formas, desde síntomas leves a reacciones más graves, como urticaria o incluso anafilaxia”, afirma la experta en Nutricion. 

Nos habla del llamado síndrome de alergia oral (SAO), una manifestación específica de esta reactividad cruzada, en la cual los síntomas se localizan principalmente en la cavidad oral. “Los afectados experimentan picazón, hormigueo o hinchazón en la boca, labios y garganta, generalmente tras consumir frutas, verduras o frutos secos crudos. A diferencia de otras reacciones cruzadas que pueden afectar a todo el organismo, el SAO se caracteriza por una respuesta localizada en las áreas de contacto directo con el alérgeno”, nos explica, y añade un dato importante: en muchos casos, la cocción de los alimentos permite desnaturalizar las proteínas responsables de la reacción, reduciendo o eliminando los síntomas.

Algunas personas con alergias estacionales, como la rinitis alérgica, pueden experimentar un empeoramiento de los síntomas al consumir ciertos alimentos

Qué alimentos se deben evitar

Sabemos los alimentos que pueden convertirse en nuestros aliados, pero, en el otro extremo, es interesante también saber qué alimentos se deben evitar para no empeorar los síntomas de las alergias estacionales. “Tal como hemos comentado, algunas personas con alergias estacionales, como la rinitis alérgica, pueden experimentar un empeoramiento de los síntomas al consumir ciertos alimentos debido a la reactividad cruzada entre proteínas del polen y las de frutas, verduras o frutos secos. Por ejemplo, quienes son alérgicos al polen de abedul pueden reaccionar al comer manzana, pera o zanahoria, mientras que en los alérgicos a gramíneas, alimentos como el melón, el tomate o la sandía entre otras pueden generar molestias”, nos dice. 

Además, añade que productos ricos en histamina o liberadores de histamina, como embutidos, quesos curados, conservas, alcohol, alimentos ultraprocesados y chocolate también pueden intensificar los síntomas. “Por ello, es fundamental identificar los alimentos implicados y adaptar la dieta con asesoramiento profesional para evitar reacciones y mejorar la calidad de vida de las personas alérgicas”, dice.

¿Son útiles los suplementos?

Tal y como nos explica la experta, varios suplementos naturales, como la cúrcuma, la quercetina y la bromelaína, han ganado popularidad debido a sus potenciales beneficios para aliviar condiciones alérgicas e inflamatorias, aunque la evidencia científica que respalda su efectividad en humanos aún es limitada.

  • La cúrcuma, conocida por su compuesto activo curcumina, se ha estudiado por sus posibles propiedades antiinflamatorias y su capacidad para bloquear la histamina, lo que podría ayudar en condiciones alérgicas e inflamatorias. Sin embargo, la evidencia científica en humanos no ha confirmado de manera consistente estos efectos, y los estudios en animales y modelos in vitro son insuficientes para respaldar su efectividad en el tratamiento de estas condiciones.
  • La quercetina, un flavonoide presente en alimentos como cebollas, manzanas y uvas, ha mostrado potencial en el alivio de afecciones alérgicas como la rinitis y el eczema, además de tener propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Aunque algunos estudios en animales y en laboratorio sugieren beneficios, los ensayos clínicos en humanos aún no han demostrado de manera concluyente que la quercetina sea efectiva en la reducción de los síntomas alérgicos.
  • La bromelína, una enzima derivada de la piña, se ha asociado con la reducción de la inflamación, la hinchazón y el dolor, especialmente en casos de sinusitis. Aunque algunos estudios sugieren que podría ser útil para aliviar la inflamación en afecciones respiratorias, la evidencia en humanos sigue siendo limitada y se necesita más investigación para confirmar su eficacia generalizada.

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