Mujer camina descalza© Getty Images

Salud

Esta es la forma de caminar que fortalece tu musculatura, corrige tu postura y mejora el equilibrio

Un experto nos explica cuáles son los beneficios de esta forma de caminar, así como cuánto tiempo tenemos que entrenar y cuáles son los riesgos


5 de mayo de 2025 - 18:21 CEST

Cada paso que das influye en tu salud. Y no es una metáfora. El modo en que caminas, el tipo de calzado que eliges o incluso la decisión de prescindir de él pueden influir de manera significativa en tu musculatura, tu postura e incluso en el riesgo de sufrir lesiones. En los últimos años, el llamado descalcismo, caminar descalzo de forma consciente y progresiva, ha ganado notoriedad. Pero, ¿es una moda o realmente tiene un fundamento terapéutico?

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Para responder a esta pregunta hemos hablado con Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), quien nos aclara en qué casos puede ser beneficioso caminar descalzo y cuándo, por el contrario, resulta perjudicial.

¿Andar descalzo es saludable?

Caminar descalzo por determinados terrenos sí tiene ciertos beneficios para los pies, puesto que se hace trabajar a musculatura que habitualmente no lo hace por ir calzados”, explica Escoto. Según el especialista, al prescindir del calzado se activa una serie de músculos que suelen permanecer inactivos durante la marcha convencional. Esto puede contribuir a fortalecer el pie y mejorar la postura corporal.

Sin embargo, no todo el mundo puede beneficiarse por igual. “Puede ser perjudicial para determinadas personas como pueden ser las diabéticas, puesto que, si tienen una pérdida de sensibilidad en la planta del pie a consecuencia de la diabetes, podrían sufrir una herida y no notarlo”, advierte. En estos casos, una simple rozadura puede derivar en complicaciones serias, ya que las personas con diabetes tienen más dificultades para cicatrizar.

Lo mismo ocurre con los pacientes con pies cavos, aquellos que presentan un exceso de curvatura en la planta del pie, porque “las fuerzas del cuerpo recaen principalmente en la zona del talón y la zona metatarsal”. Por ello, recalca que es fundamental estudiar cada caso de forma individualizada mediante un estudio biomecánico completo antes de lanzarse a esta práctica.

Cuando los músculos del pie están más fuertes y nuestra postura mejora, disminuye el riesgo de lesiones comunes como esguinces de tobillo, fascitis plantar y tendinitis

Jorge Escoto, podólogo

Entrenamiento progresivo y entornos controlados

La clave para obtener beneficios sin riesgos está en la progresión. “Caminar descalzo mejora el trabajo de los músculos interóseos, entre otros, siempre con un entrenamiento previo y progresivo dentro de un entorno controlado”, aclara Escoto.

También mejora la propiocepción, es decir, la capacidad que tiene el cuerpo para percibir su posición y movimiento en el espacio, algo que repercute directamente en el equilibrio y la coordinación. “Cuando los músculos del pie están más fuertes y nuestra postura mejora, disminuye el riesgo de lesiones comunes como esguinces de tobillo, fascitis plantar y tendinitis”, añade.

¿Dónde y cómo empezar?

Escoto lo tiene claro: “La superficie en la que se anda es un elemento a tener en cuenta”. La arena, por ejemplo, puede parecer ideal, pero hay que matizar. “Desde el punto de vista podológico puede traer cierta inestabilidad al tobillo si la arena está blanda, por lo que para realizar la práctica en arena ya se debe de tener el tobillo entrenado para evitar lesiones por inestabilidad”, señala. Su consejo es comenzar por la parte mojada, más compacta y estable.

En cuanto al césped o suelos duros, lo fundamental es hacer un reconocimiento previo del terreno. “Sobre todo en césped, hay que asegurarse de que no existe ninguna gran irregularidad que pudiera provocar una lesión. Esto va a ayudar a estimular los receptores sensoriales de la planta del pie”, detalla.

¿Cuánto tiempo al día es recomendable?

Para notar mejoras sin poner en riesgo tu salud, Escoto propone una transición pausada. “Lo recomendable sería iniciarse con 10-15 minutos diarios, para de forma progresiva ir aumentando el entrenamiento hasta llegar a los 50-60 minutos diarios”, indica. Esta evolución gradual permite al pie adaptarse al nuevo estímulo, fortaleciendo su musculatura sin someterlo a un estrés excesivo.

¿Es recomendable para todas las edades?

La edad y la condición física son factores determinantes. “En niños, si se realiza en un lugar totalmente controlado, revisado de elementos lesivos y bajo supervisión de un adulto, no habría inconveniente”, señala Escoto. Sin embargo, matiza que el suelo puede ser “un terreno hostil para ellos”.

En el caso de las personas mayores, el periodo de adaptación es más lento y, por tanto, los beneficios tardan en llegar. Además, “está absolutamente contraindicado en personas con diabetes y pacientes que están dializándose”, insiste el experto.

No sirve de nada caminar descalzo 30 minutos si luego se utilizan zapatos rígidos y opresivos durante el resto del día

Jorge Escoto, podólogo

¿Se puede entrenar el pie como un músculo más?

Absolutamente. “Lo que se consigue con el ir descalzo es justo eso: entrenar la musculatura que por el hecho de ir calzado se va atrofiando”, asegura el especialista. Pero avisa: no sirve de nada caminar descalzo 30 minutos si luego se utilizan zapatos rígidos y opresivos durante el resto del día. “Si luego no tenemos más remedio que ponernos unas botas de seguridad 8 horas para trabajar, los beneficios del descalcismo tardarán mucho más en verse”.

Riesgos de andar descalzo

Como este experto adelantaba, “existen diversas lesiones, desde la punción por cuerpos extraños, dolores de pies, rodillas y espalda, debido a una mala transición, o a una alteración biomecánica, o dismetría (pierna más larga), así como el contagio de verrugas plantares”, detalla Escoto.

Por eso, insiste en la importancia de la evaluación profesional previa. El podólogo no solo detecta anomalías que pueden pasar desapercibidas, sino que también asesora sobre la forma de comenzar, los terrenos más apropiados y cómo adaptar el calzado al proceso de transición.

¿Cuándo hay que parar?

Hay señales que no deben ignorarse. “Si a los días de iniciar el descalcismo empezamos a tener algún tipo de dolor en los miembros inferiores o en la espalda, este sería a corto plazo el principal motivo de consulta con un profesional”, indica Escoto. Y añade: “Otro motivo de consulta sería detectar algún cambio de color en la zona de la planta del pie, puede que sea un hematoma, y si con el tiempo notamos que tenemos como un callo, pero que tiene puntos negros, que le ponemos crema, pero no se termina de ir, esto también es motivo de consulta”.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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