Autoestima

¿Crees que no te mereces lo bueno que te pasa? Puede que sufras el síndrome del impostor

Cuando piensas que todo lo que consigues no es gracias a tu valía, sino a la suerte, porque en realidad te consideras un fraude, seguramente sufras este síndrome.

por Cristina Soria
Si crees que no te mereces lo bueno que te pasa puede que sufras el síndrome del impostor

Puede que no te suene de nada el síndrome del impostor, aunque es muy posible que lo hayas padecido en algún momento de tu vida, ya que cerca de un 70% de personas lo han sufrido en alguna ocasión a lo largo de su vida laboral.

Las personas con este síndrome se caracterizan por ser perfectamente capaces y hábiles para realizar sus funciones en su puesto de trabajo, aunque sienten que todos su logros obedecen a factores externos, como las circunstancias o la buena suerte, y no a sus propios méritos.

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Sientes que no estás a la altura

Quien padece el síndrome del impostor tiene siempre la sensación de no estar a la altura de las circunstancias en la mayoría de las situaciones. Esto ocurre porque piensan que son un fraude, ya que sienten que no son buenos, capaces o competentes para desempeñar una determinada función, aunque esto no sea así. 

Esto puede ocurrir solo de manera temporal, cuando estamos habituándonos a un nuevo puesto de trabajo, por ejemplo, y tratarse de algo pasajero. Pero existe también la posibilidad de que esta sensación tan negativa, no solo no desaparezca, sino que empeore con el paso del tiempo.

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Aunque les cueste admitirlo, las personas que padecen el síndrome del impostor, al sentirse intrusas en un determinado entorno (a pesar de estar perfectamente preparadas y cualificadas) temen todo el tiempo que los demás descubran que son un fraude, algo que hace sino aumentar la presión que de por sí ya sienten. 

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Puede, incluso, que estén alcanzando logros visibles que les granjeen todo tipo de comentarios positivos y de reconocimiento por parte de los demás. Pero ni así son capaces de acabar con la sensación de que no se merecen el aplauso, y que seguramente todo sea una cuestión de suerte.

Esta forma de pensar, a la larga, puede perjudicar la situación laboral de quienes sufren el síndrome del impostor, porque con el tiempo los niveles de estrés aumentan y el rendimiento puede bajar.

Qué puede provocar el síndrome del impostor

Este tipo de síndrome se suele gestar durante la infancia, cuando sentimos que no se nos valora como al resto de nuestro hermanos, o cuando nuestros padres son demasiado exitosos y alcanzar (o apenas rozar) sus logros parece imposible. Recibimos constantemente mensajes acerca de nosotros, procedente de aquellos que nos rodean y de la sociedad en general.

Toda esa información que recibimos puede afectarnos en mayor o menor medida, y ayuda a configurar el nivel de seguridad con el que afrontamos los retos que la vida nos plantea. Hay quien opina que este síndrome afecta por igual a hombres y mujeres, pero la mayoría de expertos afirma que las diferencias salariales entre hombres y mujeres, la presión por ser madre o la incorporación al trabajo tras la maternidad pueden propiciar este sentimiento de no estar nunca a la altura.

Por otro lado, la predisposición a la autoexigencia puede influir, y mucho, en esa sensación de no conseguir hacer las cosas tan bien como se supone que deberían hacerse, tanto en hombres como en mujeres.

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