No todas son iguales, ¡ni comen lo mismo!
Las orugas procesionarias son generalmente fáciles de detectar porque, su nombre indica, desfilan en procesión. El problema es que sus pelos son un riesgo para la salud de las personas y los animales (no es necesario tocarlas, los lanzan al aire) y, la buena noticia, que sobre todo atacan a los pinos y los robles. Suelen actuar de forma gregaria y se alimentan sobre todo de las hojas.
Las orugas verdes, por otra parte, no siempre presentan ese color, las hay amarillas, marrones, negras… Y a veces son peluda, pero no resultan peligrosas para el ser humano. ¿De qué les gusta alimentarse? Algunas hierbas aromáticas, como la albahaca, arbustos y flores (las rosas y los geranios son de sus preferidas) y, de la huerta, sienten apetito frente a lechugas, pimientos, tomates o melones, por ejemplo.