Nuestro planeta alberga paisajes tan sorprendentes que parecen creados por un artista. En distintos rincones del mundo, el agua se convierte en protagonista de escenarios únicos: lagos que cambian de color, lagunas que parecen espejos y formaciones naturales que despiertan asombro y curiosidad. Estas maravillas son el resultado de procesos geológicos y climáticos que, a lo largo del tiempo, han dado forma a verdaderas obras de arte naturales. Más allá de su belleza, cada uno de estos lugares revela la extraordinaria capacidad del planeta para combinar elementos simples —agua, luz, minerales y vida— en composiciones que cautivan los sentidos y estimulan la imaginación.
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Desde un lago que parece flotar sobre el mar, en las Islas Feroe, hasta otro teñido de rosa, en Australia, el planeta guarda joyas naturales que desafían la lógica.
En distintos rincones del mundo existen paisajes tan inusuales que parecen fruto de la fantasía. Son lugares remotos y poco conocidos donde el agua adopta formas y colores que desafían la lógica. En Canadá, el lago Abraham encierra bajo su hielo burbujas de metano que quedan congeladas en el tiempo, creando un espectáculo hipnótico cada invierno. A miles de kilómetros, en el altiplano boliviano, la Laguna Colorada tiñe de rojo intenso la superficie andina y se convierte en refugio de flamencos que contrastan con el paisaje desértico. Dos escenarios opuestos que demuestran hasta qué punto la naturaleza puede sorprender incluso en los lugares más inesperados.
La naturaleza revela su poder de transformación en formas sorprendentes. En el estado de Oregón, en Estados Unidos, el lago del Cráter (Crater Lake) destaca por el azul profundo de sus aguas, encerradas dentro de la caldera de un volcán extinguido hace unos 7.700 años.
A miles de kilómetros al sur, en la isla de Trinidad, el lago Pitch bulle lentamente como si respirara, una superficie de betún natural que constituye la mayor reserva de asfalto del mundo. Dos escenarios extremos —uno nacido del fuego y otro del petróleo— que muestran cómo la Tierra sigue siendo una artista incansable, capaz de convertir la materia en maravilla.
En el norte de Tanzania, junto a la frontera con Kenia, nos encontramos con otro espectacular paisaje natural: el lago Natron forma un paisaje tan bello como extremo. Sus aguas poco profundas, de alta salinidad y con temperaturas que pueden superar los 40 °C, crean un entorno hostil donde pocas especies sobreviven. Sin embargo, este lago alcalino es el principal lugar de anidación de flamencos, que encuentran alimento en las algas que prosperan en su superficie rojiza.
Finalmente, en Yellowstone, el Grand Prismatic Spring despliega un arcoíris sobre la tierra. Situado en la cuenca del Midway Geyser Basin, en Yellowstone (Wyoming), el Grand Prismatic Spring se impone como la mayor fuente termal de Estados Unidos y una de las más grandes del mundo. Con un diámetro de entre 60 y 110 m (aproximadamente 200-330 pies) y una profundidad que supera los 37 m (121 pies) según mediciones, sus aguas surgen a temperaturas tan elevadas que solo las bacterias termófilas pueden prosperar en sus márgenes. Los vivos anillos de color —amarillos, naranjas, rojos y verdes— que rodean un azul intenso en el centro son el resultado de minúsculos microorganismos que se adaptan a gradientes térmicos extremos y a aguas cargadas de minerales.
Todos estos espectaculares lugares son espejos mágicos donde la naturaleza se convierte en arte, recordándonos que nuestro mundo aún guarda maravillas inesperadas.
