El golfista, que dejó el trofeo en el suelo para abrazar a su hijo mayor, leva más de diez años viviendo en Arizona, donde conoció a su esposa, pero sigue vinculado a Barrika, pueblo de Bilbao en el que nació y creció. Sus rincones, que han servido como escenario de Juego de Tronos, puede ahora mostrárselos a sus pequeños