Dieciocho meses después de su fallecimiento, la herencia de Shannen Doherty continúa en el centro de un litigio abierto. La actriz, que conquistó a toda una generación con su inolvidable Brenda Walsh en Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210) y más tarde como Prue Halliwell en Embrujadas, dejó tras de sí un legado artístico y humano que hoy se ve ensombrecido por un conflicto sucesorio que permanece más vivo que nunca. Sus herederos reclaman a Kurt Iswarienko, el fotógrafo con el que compartió más de una década de matrimonio, una propiedad valorada en más de 1,5 millones de dólares (alrededor de 1,3 millones de euros), junto a otros bienes que, según el acuerdo de divorcio firmado apenas un día antes de la muerte de la actriz, debían haber pasado al patrimonio de la intérprete.
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El inmueble en disputa se encuentra en Dripping Springs (Texas), conocida como la “Puerta de entrada a Texas Hill Country”, un enclave de paisajes ondulados, viñedos y ranchos de lujo que se ha convertido en refugio de artistas y familias acomodadas. La casa, de cuatro dormitorios y cuatro cuartos de baño, nunca se ha puesto a la venta pese a lo estipulado en el acuerdo de divorcio, y los administradores de la herencia de la actriz aseguran que tampoco se han recibido otros activos pactados, como obras de arte —entre ellas un cuadro de Salvador Dalí— y objetos personales de Doherty, como una camioneta Ford de 1979, un Range Rover de 2007 y otro de 2019.
Con ello, la intérprete buscaba dejar sus asuntos en orden para que su madre no tuviera que ocuparse de ellos. El acuerdo incluía no solo la venta de la propiedad, sino también bienes y derechos de licencia de las obras de Iswarienko. Esta situación ha obligado a los representantes legales de la intérprete a iniciar acciones judiciales contra el fotógrafo, en un intento por proteger los intereses de los familiares y cumplir con la voluntad que ella dejó establecida. Según documentos judiciales presentados por el administrador de la herencia, Christopher Cortazzo, “Iswarienko no ha cumplido con las obligaciones del acuerdo de divorcio firmado un día antes de la muerte de Doherty”, recoge Us Weekly.
Al parecer, como parte del acuerdo de divorcio, Iswarienko también se comprometió a comprar la participación de Shannen Doherty en un avión Mooney M-20 y a vender un hangar vinculado a la aeronave. Sin embargo, según documentos judiciales presentados por Cortazzo, el fotógrafo no habría abonado a los herederos la cantidad correspondiente de 50.274 dólares (más de 43.000 euros). Además, tampoco ha respondido a la moción, lo que añade un nuevo frente a la disputa por el patrimonio de la actriz.
Su larga lucha contra el cáncer
Los incumplimientos del acuerdo no solo afectan al patrimonio, sino que reabren heridas en una historia marcada por la enfermedad y la pérdida. Shannen Doherty falleció a los 53 años tras una larga batalla contra un cáncer de mama metastásico que le fue diagnosticado en 2015. Durante casi una década compartió con sus seguidores en redes sociales los altibajos de la enfermedad, convirtiéndose en un referente de valentía y concienciación. “Estoy bendecida”, escribió en 2017 cuando anunció una remisión parcial, aunque en 2020 confirmó que la enfermedad había regresado en fase IV. Su lucha fue pública, honesta y profundamente humana, y muchos la recuerdan como una mujer que nunca se rindió ante la enfermedad.
En lo personal, Doherty vivió una historia de amor intensa con Kurt Iswarienko. Se conocieron en 2008 y se casaron en 2011, mostrando durante años una unión sólida. Sin embargo, en abril de 2023 la actriz solicitó el divorcio, alegando diferencias irreconciliables. En entrevistas previas confesó sentirse “traicionada”, aunque también reconoció que lo había amado profundamente. El acuerdo de divorcio se firmó el 12 de julio de 2024, apenas un día antes de su muerte, lo que convierte la disputa actual en un capítulo especialmente dramático para sU familia.
La pérdida de otros compañeros de set
El recuerdo de Shannen está también ligado a otras pérdidas que marcaron su vida y la de sus seguidores. Luke Perry, su gran amor en la ficción de Sensación de vivir, falleció en marzo de 2019, a los 52 años tras sufrir un derrame cerebral. Doherty se mostró devastada y compartió mensajes de cariño hacia quien consideraba un hermano y confidente. Su muerte fue un golpe para toda una generación y reforzó la imagen de Shannen como una mujer que había tenido que enfrentar demasiadas despedidas prematuras.
En julio de 2025, el mundo del espectáculo volvió a vestirse de luto con la muerte de Julian McMahon, recordado por su papel de Cole Turner en Embrujadas, serie que Doherty protagonizó en sus primeras temporadas, junto a Alyssa Milano y Holly Marie Combs. McMahon falleció a los 56 años en Florida, víctima de metástasis pulmonar derivada de un cáncer de cabeza y cuello. Su partida recordó a los fans la época dorada de la televisión de los 90 y el vínculo que unía a aquellos actores que marcaron una generación.
La memoria de Shannen
Hoy, año y medio después de la muerte de Shannen, sus herederos se enfrentan a un proceso que no solo busca asegurar bienes materiales, sino también preservar su legado. La actriz luchó hasta el final por proteger a los suyos y por dejar en orden sus asuntos, consciente de que su tiempo era limitado. Que ese esfuerzo se vea ahora cuestionado por incumplimientos, añade un componente de injusticia que sus familiares intentan reparar.
Más allá de los litigios, la memoria de Shannen Doherty sigue viva en quienes crecieron con sus personajes y en quienes se inspiraron en su valentía. Su historia es la de una mujer que brilló en la televisión, que amó intensamente y que enfrentó la enfermedad con una honestidad que conmovió al mundo. El litigio que hoy protagonizan sus herederos es, en definitiva, una prolongación de esa lucha: la defensa de su dignidad y de un legado que merece ser respetado.
