Catarsis ha sido el término más reiterado esta mañana en la presentación de Flores para Antonio, el documental con el que Alba Flores ha querido rendir homenaje a su padre. El filme, incluido en las Proyecciones Especiales de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, está dirigido por Elena Molina e Isaki Lacuesta, y protagonizado por la propia Alba -también productora creativa- junto con varios miembros de la familia que alumbró Lola Flores.
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Lolita y Rosario, hijas de La Faraona, han posado en el photocall con su sobrina y con los directores antes de que, por la tarde, se les sumen otros miembros de la familia, como la antigua compañera de Antonio Flores, Ana Villa, o los primos de Alba, Elena y Guillermo Furiase, entre otros.
El documental, guiado por la música de Antonio Flores y construido mediante ingentes cantidades de material de archivo (fotos, dibujos, maquetas…), lo protagoniza Alba Flores, cuyas intervenciones sirven para abordar cuestiones como el duelo, el peso del apellido y de la fama, o el miedo a cantar. Junto a ellos también desfilan por la pantalla otros miembros de su árbol genealógico y figuras como Ariel Rot, Joaquín Sabina, Antonio Carmona o Sílvia Pérez Cruz.
La idea inicial era hacer un documental en tercera persona en el que las canciones de Antonio sirvieran para contar su historia, pero cuando los directores descubrieron que la familia Flores había hablado muy poco de su trágica muerte “por miedo a herirse”, propusieron a Alba hacer “la película de una hija buscando a su padre”. “Ella aceptó valiente y generosamente y ello hace la película más real, aunque fuera un trabajo duro o, más bien, catártico”, ha contado Isaki Lacuesta, quien ha definido a Alba y su familia como “kamikazes de la inteligencia emocional”. Para la codirectora Elena Molina, “lo importante era que la historia fuera “universal”, pues “todo el mundo tiene en su familia silencios, conversaciones pendientes y ausencias que duelen”, pero “no podía ser una película hecha desde el dolor, sino desde la celebración”.
Según ha confesado Alba, el proyecto ha marcado “un antes y un después” en su vida, pues nunca antes había hecho “algo tan importante y significativo” para su familia ni para sí misma. “La película persigue aliviar el dolor y revitalizar la historia de mi padre, pero también para procesar el shock y el trauma de perderlo tan repentinamente. En ese sentido, confío en que también sirva para ayudar a otras personas y que no se quede solo en algo para mí y mi familia”, ha asegurado.
Alba Flores, que tenía ocho años cuando su padre falleció en mayo de 1995, ha querido unir “cada una de las piezas de su vida y de su muerte para tener un retrato más completo”. Lo ha hecho con las herramientas del arte, que es el “valor supremo” de mi familia, y la película no solo le ha permitido redescubrirle, sino que sus primos más pequeños y que tuvieron menos contacto con él también han podido conocer a su tío “como artista y persona”.
“Como dice mi prima en el documental, siempre tuve yo la llave. Creo que es algo que tenía que hacer y que ya he hecho, por lo que me siento muy en paz. He conquistado la libertad de pensar que ahora todo es posible, y eso me pone nerviosa, pero es una incertidumbre bonita. Me siento con mucha confianza en la vida”, ha declarado.