Creole, el velero de la familia Gucci, en Formentera© GTRES

El velero maldito de los Gucci surca Baleares: muertes, realeza y una leyenda

El Creole ha pasado por varias manos y se alquila por 220.000 euros a la semana.


21 de julio de 2025 - 21:39 CEST

Baleares es cada año uno de los destinos favoritos para las vacaciones, ya que combina paisajes espectaculares, playas de ensueño y una gastronomía inigualable. La presencia de personalidades internacionales despierta gran expectación, aunque no toda la atención recae en ellos. También despiertan enorme curiosidad los majestuosos barcos que surcan sus aguas. Si al inicio de la temporada estival fueron los yates de Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y el emir de Catar los que fondearon en las islas españolas, ahora todos los focos apuntan a la goleta Creole, que encierra una historia fascinante y pertenece a una familia cuya vida ha sido llevada a la gran pantalla.

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Creole, el velero de la familia Gucci, en Formentera© GTRES

Por las aguas de Ibiza y Formentera navega estos días el Creole, uno de los veleros clásicos más grandes que aún se mantienen en activo. Con casi un siglo de historia, destaca por su elegante casco negro, 65 metros de eslora, capacidad para 11 invitados y una tripulación de hasta 15 personas. Gracias a sus características, participa en regatas clásicas, aunque también se utiliza de forma privada. Esta joya de la navegación, valorada en 20 millones de euros y construida en madera, se alquila por 220.000 euros a la semana. Su mantenimiento anual, que suele realizarse en Mallorca —isla con la que mantiene un estrecho vínculo—, asciende a unos dos millones de euros.

El velero pertenece a Alessandra y Allegra, herederas de Maurizio Gucci, el magnate de la moda asesinado el 27 de marzo de 1995 cuando se dirigía a su oficina en Milán. Un crimen muy mediático por el que su esposa y madre de sus hijas, Patrizia Reggiani, fue condenada a 26 años de prisión. Adquirió la embarcación en 1983, aunque no pudo disfrutarla hasta seis años después, tiempo durante el cual fue reacondicionada en astilleros de Italia, Alemania y España. Fue en Astilleros de Mallorca donde reconstruyeron la cubierta y la arboladura de la goleta. El empresario supervisó personalmente el proceso, en el que invirtió una fortuna, y una vez finalizado, el Creole se convirtió en uno de sus refugios favoritos. Le encantaba desconectar en alta mar para sentirse en paz, reflexionar sobre sus negocios y pasar tiempo con sus hijas, quienes se enamoraron de España y del mar durante aquellas travesías estivales.

Antes de pasar a manos de Maurizio Gucci —cuya historia familiar inspiró la película La casa Gucci—, esta embarcación ya había estado vinculada a la familia real española. ¿La razón? En su suite principal durmieron los reyes Juan Carlos y Sofía el 14 de mayo de 1962, el día de su boda. En aquel entonces, el velero pertenecía al armador griego Stavros Niarchos, quien también les ofreció su isla privada, Spetsopoula, para que la disfrutaran durante su luna de miel. Niarchos, muy cercano a la realeza helena, mantuvo además una estrecha amistad con el rey Juan Carlos, unida por su mutua pasión por la navegación.

© Getty Images
Boda de Juan Carlos y Sofía

La leyenda negra que lo acompaña

A esta magnífica embarcación la acompaña una maldición desde sus inicios. Alexander Smith Cochran, un hombre con gran poder adquisitivo y aquejado de tuberculosis, encargó su construcción a los astilleros Gamper & Nicholson. En 1927 fue inaugurada en Inglaterra bajo el nombre de Vira. Quiso que su amigo Fred Hugues tuviera un papel especial en la ceremonia de botadura y le pidió que estrellara una botella contra el casco, pero fue necesario intentarlo tres veces antes de que se rompiera, marcando así el comienzo de una racha de mala fortuna. Dos años después, el propietario falleció y la embarcación pasó a manos del Mayor Maurice Pope, quien realizó algunas modificaciones.

En 1937 la compró Sir Connop Guthrie, pero fue requisada durante la Segunda Guerra Mundial. Renombrada Magic Circle, le retiraron las velas y quedó en un estado lamentable tras el conflicto. Al finalizar la guerra, la embarcación fue devuelta a la familia original. En 1948 fue vendida a Stavros Niarchos, quien la restauró para devolverle su esplendor inicial. Sin embargo, decidió desprenderse de ella cuando, en 1970, su tercera esposa, Eugenia Livanos, falleció a bordo. Posteriormente, el velero pasó a manos del gobierno danés, pero debido a los elevados costes de mantenimiento, fue vendido finalmente a Maurizio Gucci, cuya vida estuvo marcada por grandes éxitos y trágicos episodios.

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