© Javier Alonso Carolina Cerezuela

Carolina Cerezuela nos desvela la fórmula del éxito de su marido, Carlos Moyá, y Rafa Nadal

‘Antes de ver a dos deportistas, veo a dos amigos de hace veinte años. Han crecido juntos y entendido el mensaje de la vida, la amistad, el ayudarse mutuamente’

Con “algo de nervios”, pero con ganas de “adrenalina”, Carolina Cerezuela acaba de retomar sus conciertos con Jaume Anglada. ¡HOLA! estuvo presente en el último recital que el dúo Anglada Cerezuela ofreció el pasado jueves 10 en el Café Comercial, de Madrid. “Es emocionante ver que, poco a poco, vamos recuperando la normalidad. Hay muchas ganas de volver a los escenarios”, nos confesó Carolina, antes de adelantarnos su próximo lanzamiento: “Vamos a sacar una versión a lo Anglada Cerezuela de un hit mundial y en inglés. Intuyo que saldrá en marzo o abril”.

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Como su marido, Carlos Moyá, es entrenador de Rafa Nadal, también preguntamos a Carolina por la victoria del astro del tenis en el Open de Australia. “Fue espectacular. Ha sido el partido que he pasado con más nervios, con más angustia, más emoción, más orgullo…”, recuerda la actriz. “Ya no es que haya ganado, sino cómo. Vaya lección de vida que nos ha mandado a todos: no te rindas nunca y no des nada por perdido, lucha hasta el final…”, añade Carolina.

—¿Lloraste con la victoria?

—¡Cómo no hacerlo! (ríe). Lo viví con mucho orgullo hacia ellos. Antes de ver a los dos deportistas, veo a dos amigos de hace veinte años. Han crecido juntos y han entendido el mensaje de la vida, la amistad, el ayudarse mutuamente. Han entendido el verdadero significado de la amistad y la deportividad.

—Y tu marido también ha demostrado que se puede seguir en el tenis al finalizar la carrera deportiva. En su caso, como técnico, que es la persona que está detrás de Rafael Nadal.

—En esta situación personal, tan brillante, tan exitosa y de recoger todas las mieles, lo está haciendo alguien que ha sido su amigo. Entonces, la situación es doblemente dulce.

—¿Cuándo empezaron a trabajar juntos?

—¡Uy, soy horrible para las fechas! Puede que hace cinco años.

—¿Cómo surgió esa relación profesional? Porque hace cinco años Nadal ya era un grande del tenis.

—Ahí ya no puedo entrar, porque son temas deportivos y de ellos.

—¿Cuál fue tu reacción cuando tu marido te dijo que iba a entrenar a Nadal?

—Maravillosa, fantástica. Claro que sí. Incluso si mi marido tiene que viajar prefiero que lo haga con alguien que sea su amigo y que lo conoce desde hace años. Además, dentro del equipo, las otras personas también son amigas desde hace muchos años. Están en familia. Prefiero mil veces esa situación a que viaje con alguien con la que no tiene ese vínculo personal, por muy bien que se pueda llevar.

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—¿Cómo fue el reencuentro de Carlos en España contigo y tus hijos?

—Muy bonito y emocionante. Mis hijos tenían muchas ganas de ver a su padre y disfrutamos mucho. Pero con humildad también digo que los éxitos se viven cuando se tienen que vivir y la vida continúa. Al día siguiente, mochilas y al cole (ríe).

—¿Hasta qué punto vuestros hijos son conscientes del trabajo de su padre?

—No sé si son conscientes o no. Nosotros no se lo vendemos ni se lo promocionamos.

—Pero ellos verían el partido de Rafa Nadal, a quien conocerán.

—Evidentemente, mis hijos estaban saltando como locos y emocionados, pero creo que, pasada esa emoción, hay que relativizar. Lo bueno es que su papá ya podía llevarlos al cole.

—Todos somos conscientes del gran deportista que es Rafael Nadal, pero, ¿qué destacarías de su personalidad?

—Prefiero no hablar más de él y yo no soy quien para hablar de él. De verdad que lo siento.

—¿Alguno de tus hijos tiene madera de deportista?

—Todos hacen deporte. Pero, ¿que quieran serlo o que tengan tablas? ¡No me aprietes que luego lo leen! (ríe). De momento, juegan y hacen deporte. Soy la madre y no puedo opinar (ríe).

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Una familia con ritmo

—¿Jaime y tú tenéis nuevo material a la vista?

—Sí, vamos a sacar una canción. No te puedo decir mucho, pero os adelanto que es una versión de un hit mundial. Es una versión a lo Anglada Cerezuela e intuyo que saldrá a final de marzo o abril. Tengo mucha ilusión.

—¿Y un disco como tal?

—Por la dinámica que llevamos, que estamos haciendo conciertos para muchas empresas... (ahora nos vamos a Estambul a dar uno) Sacar un disco creo que es quemarlo todo de golpe. Además, le puedes dedicar más tiempo y ganas. Luego, nuestros conciertos se componen de canciones de nuestros dos primeros discos y versiones; y vamos introduciendo los nuevos singles. Hacer un concierto con las canciones de un nuevo disco… No es nuestro formato.

—Durante esta pandemia, has cantado en casa con tus hijos.

—Sí, mis dos hijas tocan el clarinete y el piano. Luego, Carlos [hijo] toca el piano y juega bastante con la guitarra y el saxo… Ahora quiero que empiecen a acompañar con la voz, que se atrevan a cantar.

—¿Ves el momento en el que alguno de ellos se una a vuestras grabaciones, ya sea tocando o haciendo coros?

—Bueno, ellos juegan con la música, pero como para publicarlo… No. Mis dos hijas tocan el clarinete y el piano. Luego, Carlos –hijo– toca el piano y juega bastante con la guitarra y el saxo… A todos les gusta mucho la música. Ahora que saben tocar el piano, me gustaría que empiecen a acompañar con la voz, que se atrevan a cantar.

—¿Y tu marido?

—Un día se sentó a la batería en casa e hizo unos compases básicos pero con mucho ritmo. Me sorprendió.

©Javier Alonso

—Dentro de poco, haréis un concierto todos los Moyá Cerezuela.

—(Ríe) No llegaremos a eso.

—Tus hijos apuntan maneras de artistas. ¿Cuál de ellos más?

—No lo sé. Son niños y se tienen que dedicar a ser niños, pero a Carla le llama la atención. Pero que luego sea actriz…

—De momento, toca el piano y empieza a cantar.

—Quiere ser actriz más que cantante. Bueno, le gusta y le llama la atención.

—¿Compones canciones para ellos?

—No. Solamente he compuesto una canción. Jaime sí nos escribió una canción para Carlos y para mí, englobando también a nuestros hijos. La canto yo en nuestros conciertos en casa con amigos, pero nunca en un escenario. Ni siquiera la hemos grabado. Es algo tan personal…

—¿Se ruboriza Carlos cuando cantas ese tema tan especial?

—Le gusta mucho. Cuando estaba en Australia, le mandé un vídeo cantando Cada domingo, que la letra dice: “Cada domingo te echo de menos. Me cuesta mucho estar sin ti, pero mucho más no estar contigo”. Fue un arranque de nostalgia, de echarle de menos.

—¿Cómo reaccionó?

—Ay, le encantó.

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—Después de tantos años casados, es bonito tener estos gestos…

—Bueno, es que la llama y la chispa hay que mantenerla (ríe).

—¿Y San Valentín? ¿También es una fecha especial para vosotros?

—Carlos es superromántico y nunca me falta un ramo de flores el Día de los Enamorados. Ni en mi cumpleaños ni el Día de la Madre.

—¿Y cómo le sorprendes tú a él?

—Siempre le hago algún detallito.

—¿Quién es más detallista y más romántico de los dos?

—Creo que yo. Pero es injusto decir solo yo porque Carlos también lo es… Él es detallista y yo, romántica.

—Estás a punto de estrenar la película de Camera Café. ¿Cómo ha sido tu regreso con tus compañeros después de tanto tiempo?

—Con mucha emoción. Ha sido divertidísimo. Estrenamos en cines el 25 de marzo. Hay nervios, ganas y expectación, que todavía no la he visto.

©Javier Alonso
Arriba, Carolina. Abajo, con Jaume Anglada, en Madrid. Entre otros proyectos, la actriz está a punto de estrenar la película ‘Camera café’, donde se ha reencontrado con los compañeros de la popular serie de televisión.

—¿Qué otros proyectos tienes?

—Además del nuevo single y del concierto en Estambul, estoy haciendo colaboración en TVE, en el programa de Anne Igartiburu, haciendo entrevistas. Estoy muy contenta.

—No quisiera terminar la entrevista sin preguntarte por Arturo Arribas, tu compañero en Hospital Central , recientemente fallecido.

—Hacía años que no le veía, pero he vivido su pérdida con mucha pena. Ha sido una desgracia. Me quedé consternada, sin dar crédito. Te levantas un día por la mañana con la noticia… Me quedé tocada, llena de pena… Encima, fue muy injusta la forma…

—Se ha hablado de la maldición de Hospital Central

—Ay, a mí eso me parece… Buscar rizo en el rizo.

—Entonces, no tienes miedo a la maldición.

—Evidentemente.


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