© Valero Rioja Hola 4004 María García de Jaime y Tomás Páramo

María García de Jaime y Tomás Páramo nos cuentan cómo su fe les ayudó a sobrellevar la angustia por el ingreso de su hija en la UCI

Se convirtieron en padres por segunda vez el pasado 7 de abril con la llegada de Catalina, que tuvo que estar cinco días ingresada haciéndose varias pruebas, que afortunadamente han salido muy bien

Han superado muchos momentos complicados desde que comenzaron su relación, pero María García de Jaime y Tomás Páramo han sabido seguir siempre juntos el camino que les dictaba su corazón. Con diecinueve años hicieron frente a un embarazo inesperado, superaron sus miedos y apostaron por formar una familia que consiguieron sacar adelante. Terminaron sus estudios y encontraron en las redes sociales un trabajo que les permitió tener una independencia económica y cumplir su sueño de casarse, en 2019, y tener su propio hogar en el que vivir con su hijo, Tomi, ya que hasta entonces, pasaban un tiempo entre la casa de los padres de uno y los del otro. La vida les había enseñado que, aunque las cosas no salieran bien desde el principio, unidos podrían superar cualquier obstáculo.

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María García de Jaime y Tomás Páramo posan con Catalina, su segundo hijo, que nació el pasado 7 de abril

El pasado 7 de abril daban la bienvenida a su segunda hija, Catalina, y veinticuatro horas después, la pequeña tenía que ser ingresada en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales) del Hospital Quirón San José de Madrid, porque tuvo una bajada de la saturación de oxígeno a causa de los llamados espasmos del sollozo. Allí permaneció cinco días que vivieron con angustia, mientras que le hacían pruebas a la pequeña para ver si podía ser por un problema cerebral, pulmonar o de corazón. Por suerte todo salió bien y la niña está perfectamente sana. La pareja de influencers nos ha contado cómo en estos duros momentos, su fe les ayudó a sobrellevar el dolor y la incertidumbre y les ayuda a encontrar paz. “En los momentos adversos de nuestra vida hemos intentado ver la parte positiva y buscar esa fe”, nos aseguran María y Tomás, que nos han relatado cómo lo vivieron.

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La pequeña tuvo que ser ingresada en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales) del Hospital Quirón San José de Madrid porque tuvo una bajada de la saturación de oxígeno a causa de los llamados espasmos del sollozo.

¿Vuestra fe os ha ayudado mucho a sobrellevar estos días tan complicados?

M.- Muchísimo. A Tomás le decía: “Te admiro tanto”. Yo estaba casi todo el rato llorando, intentaba ponerlo todo en manos de Dios, pero una parte de mi mente tenía, no dudas, porque sabía que Dios iba a hacer todo por nosotros y que todo esto estaba pasando por algo, pero no sentía esa fuerza que veía en Tomás, que no se desesperaba en ningún momento. Era cuando rezábamos los dos juntos, cuando sentía esa paz que él estaba teniendo.

T.- Es muy fácil tener fe cuando todo te va bien. Pero si a nosotros algo nos ha enseñado la fe es que es más fácil dejarlo todo en manos de Dios cuando algo no te va como tú quieres. Porque te ayuda a entender que quizá tus planes no son los perfectos, que tú tienes que vivir otros para entender que te van a dar una lección enorme. Por desgracia, la vida es la que hay, con cosas perfectas y cosas que no. Lo bueno es tener la paz de saber que todo, sea lo que sea, va a salir bien. Yo tenía esa tranquilidad y, sobre todo, la suerte de la fe que tanto María como yo tenemos. Al final, María y yo en momentos adversos de nuestra vida hemos intentado ver la parte positiva y buscar esa fe.

M.- Y buscar a Dios en las cosas de nuestra vida. También con esto me he dado cuenta, por mensajes que hemos recibido, lo que hemos ayudado a otra gente que estaba en la misma situación. Esto estaba en los planes de Dios por algo.

“Si a nosotros algo nos ha enseñado la fe es que es más fácil dejarlo todo en manos de Dios. Te ayuda a entender que quizá tus planes no son los perfectos”

Habéis recibido una infinidad de muestras de cariño de vuestros seguidores estos días

M.- Ha sido increíble, toda la gente que estaba rezando por ella. Tomás y yo nos emocionábamos recibiendo mensajes, era como si fuéramos todos una familia. Estaban muy preocupados por ella, rezaban muchísimo e hicieron hasta un rosario en el que se conectaron en directo 2.500 personas.

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“Al final hay que quedarse con lo bueno, y hemos visto que tenemos una gente detrás que es increíble”, nos cuenta María.

T.- Nos mandaron fotos desde Chile, Argentina, México, Portugal, de gente que iba a poner velas a las iglesias por ella. ¡Qué lluvia de amor! También lo decíamos muchas veces en el hospital con el equipo que cuidaba a la niña. Pensábamos “¡qué suerte!” porque con que te miren con una sonrisa ya te están dando una cura para el alma.

M.- Al final hay que quedarse con lo bueno y hemos visto que tenemos una gente detrás que es increíble.

T.- Ha sido un regalo y en las situaciones adversas siempre sacas una lección positiva y desde luego, de lo nos hemos dado cuenta es que si estamos aquí es por algo y que tenemos una labor muy importante y es que se dice influencer, pero al final eres referente para miles de personas que no conoces y que tienes una responsabilidad muy grande. He sentido el corazón lleno de agradecimiento.

“El cariño que hemos recibido ha sido increíble, toda la gente estaba rezando por ella, hasta un rosario en el que se conectaron en directo 2.500 personas”

¿Qué lección sacáis de esta dura experiencia?

T.- Ha sido una gran lección. Uno nunca quiere lidiar con la parte de la vida que no es perfecta y esto es una realidad que, por suerte, la hemos vivido en una mínima parte y con un final feliz. Ahí pensaba en los miles de niños que están enfermos. Desde que soy padre sufro muchísimo cada vez que me entero que un niño está enfermo y piensas de dónde un padre saca la fuerza para poder llevar el dolor y sacar una sonrisa a su hijo. Cuando sientes el dolor de un hijo es algo que te desgarra. Hemos aprendido que no hay que dar nada por hecho en la vida. Le decía a María: “¿Por qué siempre tenemos que empezar a trompicones? Luego nos va saliendo todo muy bien, pero todo lo empezamos a trompicones. ¿No podemos experimentar la felicidad plena desde el principio? Pero qué suerte tenemos porque luego cada cosa buena que nos está pasando la disfrutamos el doble.

M.- Y la valoramos el doble.


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