Como sucede con todos cualquiera, también las personas que tienen síndrome de Down van forjando su personalidad en función de las experiencias vitales que van teniendo. “El entorno familiar, educativo o social van a marcar mucho la personalidad de cualquier individuo, tenga o no tenga una cromosomopatía”, subraya el Dr. Julián Lirio.
“Los padres no deben sentir pena o compasión por el hecho de tener un hijo con síndrome de Down, deben trabajar las normas de convivencia desde la más tierna infancia desde la asertividad”, recomienda. “Pero debo decir que las personas con síndrome de Down tienen una base genética que les hace especialmente cariñosos, empáticos, desinhibidos. Son capaces de expresar el humor y de transmitir a su entorno su jovialidad y alegría vital”, detalla.
Y añade: “Los bebés con síndrome de Down pueden pasar más tiempo mirando a la cara y pendientes de la gente que los demás niños, y algo parecido ocurre durante su infancia. Quizá por eso acaban estando más preocupados por su entorno social buscando la atención de los otros, más que centrarse en el juego y el mundo físico, son menos exploradores de las cosas y más de las personas. Si somos capaces de aumentar su interés por ‘las cosas’ estoy convencido de que pueden ser un activo muy importante para una sociedad cada vez más individualista y egoísta”.