Un componente de la educación que nos hace ser buenos padres es enseñar a nuestros hijos disciplina, es decir, a ser disciplinados; algo que a veces resulta un tanto complicado pero que es tan necesario desde la infancia. La disciplina les enseña el concepto de autoridad, de cumplir normas, de responsabilidad, autocontrol… y al mismo tiempo, se les muestra cómo disfrutar de la vida o de determinadas experiencias dentro de unos límites seguros que los padres han marcado.
“La disciplina (positiva) es muy necesaria en la educación de los más pequeños. La disciplina no deja de ser un conjunto de normas y reglas que tienen como objetivo que los niños crezcan y se desarrollen de manera segura. En muchos casos esta disciplina se enmarca en unos valores y modales que nos facilitan una convivencia respetuosa y un camino por donde moverse con libertad”, nos dice Claudia Bruna, coaching de Padres y Educadora (@claudiabruna.coachingpadres).
Hoy en día, escuchamos el término “disciplina”, siempre unido a la palabra “positiva”, cuando hablamos dentro del entorno de la crianza. ¿Por qué? Puesto que objetivo es conseguir conductas apropiadas de forma positiva, “alejados de los gritos, las amenazas y las faltas de respeto. En este caso, hablaríamos de disciplina negativa ya que produce el efecto contrario al que queremos, inseguridad y miedos”, explica la coach.
Estas son las razones por las que no debes gritar a tus hijos