¿A ti también te cuesta pedir ayuda?

A medida que vamos creciendo y ganamos independencia, nos volvemos más reticentes a pedirle a alguien cercano que nos ayude

Por Pilar Hernán

Todos, en un momento dado, podemos necesitar pedir ayuda. Sentimos que necesitamos apoyo, consejo, pero ¿por qué hay personas a las que les cuesta tanto detectar que necesitan pedir ayuda? “Cuando somos pequeños, necesitamos la ayuda de quienes nos rodean pero, en la misma medida que vamos creciendo y ganamos independencia, nos volvemos más reticentes a pedirle a alguien cercano que nos ayude. Esto les sucede a muchas personas y, en gran parte, sienta su base en una creencia social profundamente arraigada que nos anima a pensar que hacerse adultos es sinónimo de solucionar los problemas por nuestra cuenta, ya que no hacerlo implica que no estamos lo suficientemente preparados o que no somos tan fuertes o competentes como deberíamos”, nos comenta el equipo de contenido clínico de TherapyChat, liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y chief content officer de la compañía.

Sin embargo, según los expertos, no todo se limita al condicionamiento social. “Hay personas que tienen serias dificultades para pedir ayuda e, incluso, pueden rechazar el apoyo de otros porque han crecido con la creencia de que no pueden contar con nadie y tienen que ser capaces de sacar las castañas del fuego ellas solas. Se trata de una creencia habitual entre quienes han tenido una infancia difícil y/o han tenido que lidiar solos con muchos problemas a lo largo de su vida, pero también entre las personas cuyos padres les han exigido siempre demasiado y les han animado a mantenerse siempre fuertes ante las adversidades. De hecho, no es extraño que sea un comportamiento común entre las personas con altos niveles de autoexigencia”, nos cuentan.

Baja autoestima

Y en otros casos, detrás de la dificultad para pedir ayuda también puede esconderse una baja autoestima. Lo que sucede es que cuando una persona se infravalora termina omitiendo sus propias necesidades mientras antepone las de los demás, de manera que posterga el pedir ayuda porque cree que sus problemas no son lo suficientemente importantes, piensa que el resto tiene cosas más urgentes que atender o, sencillamente, tiene miedo al rechazo.

Otras veces, la incapacidad para pedir ayuda puede estar relacionada con un exceso de orgullo, la vergüenza de reconocer nuestros problemas ante otras personas o la creencia equivocada de que son los demás quienes deben ofrecer su ayuda cuando la necesitamos lo cual, a fin de cuentas, es un indicador de que no asumimos nuestra cuota de responsabilidad ante los problemas que nos afectan.

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Pedir ayuda no es fácil

Como decíamos, todos en alguna ocasión atravesamos momentos o circunstancias difíciles que no podemos gestionar por nuestra cuenta y en los que necesitamos de la ayuda de otras personas. Sin embargo, pedir ayuda nunca es fácil. Significa reconocer que tenemos un problema y no somos lo suficientemente capaces como para gestionarlo nosotros mismos. De ahí que, a menudo, lo pensemos dos veces antes de acudir a quienes nos rodean. Sin embargo, detrás de la incapacidad para pedir ayuda, a veces pueden esconderse otros motivos.

“Hay personas a las que les cuesta reconocer que no siempre pueden con todo y tienen dificultades para pedir ayuda cuando la necesitan porque tienden a minimizar sus problemas y magnificar sus habilidades, creyendo que son los únicos capaces de solucionar sus conflictos. De ahí que ni siquiera se planteen buscar ayuda cuando las cosas no salen como esperaban o cuando atraviesan momentos difíciles, ya sea porque no creen que sea para tanto, consideran que podrán gestionarlo solos o porque creen que la responsabilidad es solo suya”, nos comenta.

Y apuntan que en otros casos, se trata de personas que tienen una visión pesimista de la vida y consideran los problemas como un “castigo”, de manera que aceptan lidiar solas con su dolor emocional, el malestar en sus relaciones o las dificultades de comunicación porque asumen que la vida a veces puede ser dura. De esta manera, deciden cargar con todos los problemas sobre sus espaldas porque creen que es lo que les “ha tocado” y no consideran que pueda haber otra salida. Sin embargo, de lo que no son conscientes es de que con la ayuda necesaria los problemas pueden o no desaparecer, pero, sin duda, son más fáciles de afrontar.

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Pedir ayuda antes de llegar al límite

En lo que los expertos coinciden es en que a veces no podemos con todo. A veces los problemas nos superan y debemos buscar ayuda. Y cuanto antes lo hagamos, mejor. “Pedir ayuda nada más ser conscientes de que tenemos un problema que no somos capaces de solucionar o no podemos gestionar en ese momento no sólo nos ahorrará muchísimos dolores de cabeza, sino que evitará que el problema cobre fuerza. De esta manera, será más fácil buscarle solución, a la vez que evitaremos que tenga mayores consecuencias en nuestras vidas”, explican.

Y es que desde el punto de vista psicológico, buscar ayuda antes de llegar al límite nos ahorrará un enorme malestar emocional, ayudándonos a retomar el control sobre nuestras emociones e impidiendo que dicho problema afecte a otras áreas de nuestra vida cotidiana. Asimismo, ayudará a prevenir el desarrollo de trastornos como el estrés, la ansiedad o la depresión que, una vez instaurados, no solo son más difíciles de tratar, sino que pueden tener mayores repercusiones en nuestra estabilidad y bienestar psicológico.

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Consejos útiles si necesitas ayuda

¿Qué consejos darían los expertos a alguien que necesita pedir ayuda? “Pedir ayuda no es fácil, sobre todo si no estás acostumbrado a hacerlo. Sin embargo, como cualquier otra habilidad, es algo que se puede aprender. Sin duda, el primer paso consiste en reconocer todos los obstáculos, barreras y estereotipos que nos impiden aceptar nuestra vulnerabilidad y pedir ayuda. También hay otras claves prácticas que pueden ser útiles a cualquier persona que quiera aprender a pedir ayuda”, nos comenta.

  • Valora el problema y tus capacidades para resolverlo. Una de las claves fundamentales para pedir ayuda consiste en analizar primero el problema que tienes y tus capacidades para resolverlo. A veces ser consciente de que no cuentas con todas las herramientas, recursos, conocimientos o habilidades para afrontar dicho problema puede ayudar a que te abras, busques otras alternativas y pidas ayuda a quienes te rodean.
  • Deshazte de las creencias limitantes. Pedir ayuda no significa que seas un fracasado o una persona débil. De hecho, pedir ayuda requiere mucha valentía ya que implica reconocer que tienes un problema y tomar cartas en el asunto para solucionarlo. Ser consciente de esta y el resto de las creencias limitantes que te impiden buscar ayuda es el primer paso para, más tarde, cambiar tu mentalidad al respecto.
  • Sincérate sobre tu problema con otra persona. A veces es normal sentir un poco de vergüenza al sincerarte sobre tus problemas con otras personas. Sin embargo, hablar con alguien sobre los problemas que tienes puede ayudarte a ganar perspectiva, a ver otras alternativas de solución que quizá habías pasado por alto y, por supuesto, a animarte a pedir ayuda si no eres capaz de solucionarlo por ti mismo.
  • Confía en la persona que te ayuda. Confiar en la persona a la que pides ayuda es fundamental para solucionar tu problema y perder el temor a buscar ayuda en el futuro. Si no confías en que otras personas puedan ayudarte, terminarás creyendo que cometiste un error al pedir ayuda y eso no hará sino afianzar tu miedo a intentarlo la próxima vez. Por tanto, dale un voto de confianza a esa otra persona y deja que sea ella quien decida si puede o no ayudarte.
  • Déjate ayudar. Pedir ayuda es el primer paso, pero también es importante estar dispuesto a recibir ayuda. Estar abierto a probar nuevas soluciones, hacer cosas diferentes a las que estás acostumbrado y salir de tu zona de confort es fundamental para aprovechar cualquier ayuda que te brinden. Por tanto, en lugar de poner trabas y obstáculos, déjate ayudar y confía en la buena voluntad de la otra persona y/o la experiencia de tu psicólogo.
  • Recurre a un psicólogo. Si te ves incapaz de pedir ayuda o los problemas se te hacen demasiado grandes, este profesional te acompañará a que desarrolles las habilidades necesarias, te des los permisos necesarios y aprendas a cambiar tu forma de afrontar las situaciones.

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Errores al pedir ayuda

Una vez que tenemos claro que necesitamos ayuda, ¿cuáles son los errores en los que podemos caer al hacerlo? Tenemos que tener en cuenta que pedir ayuda no es sencillo, sobre todo si no estamos acostumbrados a hacerlo. De ahí que, aunque tengamos la voluntad de buscar ayuda, a veces podemos cometer errores que echen por tierra nuestra disposición.

  • Sin duda, uno de los más comunes consiste en no decir claramente cuál es el problema que tenemos y qué tipo de ayuda necesitamos, dando pie a malinterpretaciones y/o confusiones.
  • También es común que optemos por ocultar detalles de nuestro problema por vergüenza o miedo a ser juzgados, lo cual puede obstaculizar la calidad de la ayuda que recibimos.
  • Asimismo, otro error habitual consiste en colocar la responsabilidad en el resto, pensando que los demás deben saber lo que queremos. De esta manera, no pedimos ayuda directamente, sino que nos sentamos a esperar que los otros se den cuenta de que necesitamos ayuda.
  • En muchos casos, también es habitual que confundamos el pedir ayuda con exigir ayuda. Básicamente lo que sucede es que “culpamos” a los demás por nuestros problemas y terminamos exigiéndoles su ayuda, en lugar de pedirles que nos apoyen. En el mejor de los casos, conseguiremos nuestro propósito, pero reforzaremos nuestra creencia de que los demás no están dispuestos a ayudarnos desinteresadamente, con lo que es mejor evitar caer en estos errores.

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Personas que no se dejan ayudar

Todos podemos encontrarnos en nuestro entorno con personas que, incluso, no se dejan ayudar. “Hay personas a las que no sólo les cuesta pedir ayuda, sino que cuando los demás se la ofrecen no se dejan ayudar. A menudo, suelen ser personas difíciles o demasiado orgullosas como para aceptar la ayuda desinteresada de los demás ya que esto significaría aceptar que no son capaces de hacer las cosas por sí solas y/o estar en deuda con el resto del mundo. Sin embargo, lo cierto es que este tipo de actitud no sólo puede afectarles profundamente, sino que puede llegar a ser muy frustrante para las personas que las rodean. Si bien debemos ser conscientes de que no siempre podremos ayudarles si no están dispuestas, existen algunas recomendaciones que podemos poner en práctica para intentar romper sus barreras y brindarles la ayuda que necesitan”, comentan los expertos.

En estos casos, según los psicólogos, es importante hacerle saber a la otra persona que la aceptamos tal como es y que no pretendemos juzgarla. También debemos transmitirle nuestra intención desinteresada de ayudarle, haciéndole notar que no nos supone un gran esfuerzo o un sacrificio lo que hacemos por ella, que lo hacemos porque así lo queremos. De esta manera, allanaremos el camino para que empiece a confiar más en nosotros y nos permita descubrir qué necesita. Entonces estaremos preparados para abordar el problema, ayudándola a ver lo que le sucede desde otra perspectiva y destacando la necesidad de buscar ayuda para resolverlo. Es importante tener en cuenta que este proceso puede variar de una persona a otra, por lo que hay que armarse de paciencia y respetar los tiempos de cada uno, intentando no presionar demasiado.