Es el lugar donde pervive el Camino Real, aquella vía por la que desfilaban los reyes polacos cuando venían de visita. Un eje formado por las calles Ul Dluga y Dlugi Targ que es, dicen los expertos, arquitectónicamente perfecto. Será, tal vez, por estar flanqueado de las fachadas más majestuosas, o por contener monumentos tan extraordinarios como el Ayuntamiento gótico, la Casa Dorada, la Corte del Rey Arturo, el Gran Arsenal o la Fuente de Neptuno, donde se confunden los enamorados y los turistas.