Es cierto que uno no se cansa de volver a la capital de Portugal y que cuanto más se conoce más se disfruta de su sabor añejo y húmedo. Pero sus alrededores están sembrados de alicientes de primera magnitud. Los aristocráticos Estoril y Cascais son un buen ejemplo. ¿Quiéres descubrir estos centros turísticos donde transcurrió una parte de la infancia del Rey Juan Carlos?