Hace unas semanas conocíamos los dos pueblos españoles seleccionados por la ONU entre las mejores villas turísticas del mundo, con Ezcaray –en La Rioja– y Agaete –en Gran Canaria– como los elegidos en esta quinta edición de 2025 para pasar formar parte de esta red que une a la mayor comunidad de destinos rurales del mundo: ‘Best Tourism Village’.
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Hoy queremos daros a conocer el único pueblo de Francia en aparecer en la lista. Lo hace por su cuidado patrimonio arquitectónico, por sus paisajes naturales bien conservados, por su oferta cultural y, también, por sus habitantes, ocupados y preocupados en preservar esta localidad situada en el corazón de Cap-Sizun, en la Bretaña francesa. Todos estos y muchos otros son los motivos que han hecho que la villa de Pont-Croix haya sido distinguida con este reconocimiento internacional y haya pasado a formar parte, junto a Ezcaray y Agaete, de la lista.
PONT-CROIX: UN PEQUEÑO PUEBLO CON CARÁCTER
No es la única distinción con la que cuenta Pont-Croix, una localidad que también forma parte de los ‘Pequeños Pueblos con Carácter’, que este año ha cumplido 50 años, y destaca a localidades (siempre con menos de 6000 habitantes) que buscan su desarrollo a través del cuidado de su patrimonio y de poseer un encanto particular que hace únicas y auténticas y a las que merece la pena hacer una escapada relajada.
Muchos de estos pueblos fueron pequeñas ciudades episcopales, localidades medievales con callejuelas típicas que esconden casas de entramados de madera, talleres de artesanos… pero, sobre todo, que han conservado su autenticidad y su patrimonio.
¿Cómo viajar hasta Pont-Croix y la Bretaña francesa?
En el extremo occidental del país, se extiende la Bretaña francesa, una de las regiones más maravillosas (y menos masificadas) de Francia que se llena cada año, durante el verano, de turistas nacionales, pero que los internacionales aún no terminan de descubrir. Cuenta con numerosas islas en las que dedicarse a la más pura desconexión playera durante los meses de verano, un impresionante paisaje costero junto al Atlántico, además de evocadores pueblos y ciudades medievales –como Dinan, Quimper, Locronan o Rochefort-en-Terre– que son una delicia.
Para llegar hasta ella hay que conducir unas 8 horas (lo mejor será planificar el viaje con otras paradas antes de llegar a la zona) desde la frontera con España, en Hendaya. También es posible acceder en avión a través de aeropuertos cercanos como Rennes –la capital de la región– o Nantes (que pertenece al Loira, pero está cercano y cuenta con más conexiones.
El pequeño secreto de la Bretaña, que ahora lo es a voces
La combinación de patrimonio, paisajes atlánticos y buena gastronomía hacen de Pont-Croix un pueblo en el que merece la pena una parada relajada. Bien lo saben los franceses que lo guardaban en secreto hasta que la ONU ha puesto sus ojos en él, dándolo a conocer.
Atravesado por el río Goyen, parece haber sido construido para la calma y cuenta con todos los requisitos para cautivar. Un bonito casco antiguo de calles empedradas, casas de piedra sobre cuyas fachadas trepan las enredaderas, jardines ocultos tras sus muros y mucha autenticidad.
El corazón del pueblo es la iglesia de Notre-Dame-de-Roscudon, situada en la parte alta dominando el valle del Goyen, es uno de los ejemplos más bellos del gótico bretón. Lo que más llama la atención es su esbelta torre con aguja, del gótico flamígero, sorprendente para un pueblo tan pequeño. Hay historiadores que dicen que sirvió de modelo para la catedral de Quimper, una de las más famosas de Bretaña. Si la visitas, además de su torre, tienes que fijarte en el pórtico oeste, con relieves medievales, o en el coro del siglo XIII. El centro histórico también conserva casas nobles, como la del Marquesado, convertida hoy en Museo del Patrimonio.
Entre las calles más llamativas está Chères, con impresionantes peldaños empedrados que conducen al puente sobre el Goyen, flanqueado por uno de los molinos de marea más antiguos de Bretaña. Desde él salen otras callejuelas en piedra, desde la ribera hacia la parte alta, por las que dar un tranquilo paseo. Por el camino iremos encontrando artesanos como ebanistas, escultores, maestros vidrieros, alfareros… cuyos talleres abren sus puertas en la localidad. Y cafés, preciosos cafés perfectos para detenerse y no mirar el reloj o librerías en las que perder la noción del tiempo.
Si coincide con nuestra visita, hay pasar por el mercado semanal (normalmente se celebra los jueves). Un lugar donde adquirir productos locales y que cuando bulle de actividad huele a mantequilla salada, a sidra fresca y a productos de mar. En épocas puntuales, o en el verano, se celebran otros mercados de productos naturales, con música y conciertos, de artesanos… Durante la Navidad no puede faltar el mercado artesanal –que este año se celebra entre el 19 y el 21 de diciembre–.
NATURALEZA EN PONT DU RAZ
Pero Pont-Croix no es solo patrimonio, aquí la naturaleza tiene un huevo especial. La Punta de Raz, es un espacio emblemático protegido situado en el extremo occidental de Bretaña, donde los acantilados alcanzan el Atlántico en un impresionante espacio natural. Playas salvajes y la fuerza del mar nos acompañan a través de senderos costeros que recorren sus abruptas rocas entre fauna y flora protegida. Naturaleza atlántica para completar la visita a una villa para recordar.
