Catedral de Sevilla© Alamy Stock Photo

El desconocido Camino de Santiago de Sevilla en 7 paradas

Monumentos históricos, conjuntos arqueológicos, los deslumbrantes paisajes de la Sierra Morena sevillana y una excelsa gastronomía nos aguardan en esta fascinante singladura por la Vía de la Plata.


Actualizado 4 de junio de 2025 - 15:32 CEST

En el corazón de Sevilla, a los pies de su majestuosa Catedral, una placa marca el arranque del Camino de Santiago de la Vía de la Plata. Una ruta que discurre, en sus primeras cuatro etapas, a lo largo de la provincia hispalense, llevando a los peregrinos a descubrir tesoros patrimoniales y paisajísticos que abarcan desde vetustos monasterios o yacimientos arqueológicos, a extensas dehesas y una excelsa gastronomía. De Sevilla a El Real de la Jara, los 87 kilómetros del también conocido como Camino Mozárabe aseguran una experiencia única por este pedacito de sur. 

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Catedral de Sevilla© lunamarina - stock.adobe.com

Catedral de Sevilla, punto de inicio de la aventura

Abruma y sobrecoge como pocos monumentos consiguen hacerlo, y no es de extrañar: su descomunal tamaño la convierte en la catedral gótica más grande del mundo. Construida entre 1403 y 1507 sobre los cimientos de la antigua mezquita, sus paredes atesoran ocho siglos de historia y se halla repletas de curiosidades. ¿Por ejemplo? En su interior se halla la tumba del mismísimo Cristóbal Colón. Sin embargo, su seña de identidad es la inconfundible Giralda, antiguo alminar desde el que el almuecín llamaba a la oración musulmana siglos atrás. Hoy, sus campanas se dejan oír bien fuerte, regalando la más bella banda sonora a la ciudad.

Precisamente a sus pies, en la Puerta de San Miguel, frente a la animada Avenida de la Constitución, se encuentra la baldosa que señala el lugar exacto en el que da comienzo el peregrinaje del Camino de Santiago de la Vía de la Plata. Con las botas bien amarradas, las mochilas a la espalda y la emoción a flor de piel, aquí toca despedirse de Sevilla, no sin antes contemplar la figura del apóstol Santiago que preside la arquivolta de la Puerta de la Asunción.

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Santiponce, una parada colmada de historia 

Apenas 10 kilómetros después de salir de Sevilla, a la entrada del municipio de Santiponce, se divisa la silueta del Monasterio de San Isidoro del Campo, el primer monumento histórico que hay en el camino. Fue fundado en el 1301 por Alonso Pérez de Guzmán y en sus entrañas se creó, en el siglo XVI, la llamada Biblia del Oso, primera biblia traducida al castellano. Los Pérez de Guzmán cedieron el monasterio a los monjes Jerónimos para su uso, y estos lo habitaron hasta entrado el siglo 20. Al acceder a su interior, impresiona su capilla con el retablo de Martínez Montañés, pero también su colorido claustro, en el que se conservan frescos del siglo XV, y habitaciones colindantes como la sala capitular o la sacristía.  

Pero las sorpresas no acaban en Santiponce, y a solo unos minutos más de caminata, aparece el Conjunto Arqueológico de Itálica, la primera ciudad romana construida fuera de Italia. Fundada 200 años antes de Cristo por Escipión, en ella nacieron dos grandes emperadores, Adriano y Trajano. En su interior hay que acercarse hasta el impresionante anfiteatro que llegó a acoger, en tiempos de romanos, a 25 mil espectadores. Ya en el siglo XXI llegó a servir de escenario para el rodaje de la serie Juego de Tronos. Caminar por el cardo y el decumano lleva a descubrir tesoros como la Casa de los Pájaros y sus deslumbrantes mosaicos, esculturas con milenios de historia, el complejo sistema de alcantarillado que instauraron los romanos o las domus, antiguas casas de los patricios.

Una parada para descansar: el Cortijo El Esparragal

Flanqueado de extensos terrenos repletos de trigales y olivos, El Esparragal (cortijoelesparragal.es) es una histórica finca rural de 3 mil hectáreas que, aunque hoy alberga uno de los alojamientos boutiques más acogedores de toda la zona, también cuenta con un interesante pasado: en su territorio se halló una antigua guarnición romana en el siglo II que defendía de los posibles ataques a la ruta de las minas que venían de Riotinto. En el siglo XVII pasó a ser un monasterio de monjes Jerónimos, y desde entonces los terrenos cuentan con extensos cultivos de cítricos y almendros, vacas de raza retinta y caballos. 

En cuanto uno se adentra en su majestuoso patio de los adoquines decorado por una inmensa buganvilla, el lugar donde los monjes solían repartirse a diario las labores, el tiempo parece detenerse. Sus 21 coquetas habitaciones están decoradas en un estilo rústico y se complementan con un acogedor salón de lectura, diversos patios repletos de flores y fuentes, una capilla del siglo XVII que conserva los frescos originales y unos inmensos jardines con piscina perfectos para olvidarse del mundo y desconectar.

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Castilblanco de los Arroyos, esencia rural a raudales

Otra de las paradas de la Vía de la Plata se halla en Castilblanco de los Arroyos, situado a las puertas del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla y fundado tras la conquista cristiana de la zona. Como dato curioso, por aquí pasaron las tropas francesas de Napoleón Bonaparte cuando se dirigían hacia Gibraltar.  

Un singular monumento en homenaje a Miguel de Cervantes, que ubicó en la localidad su obra Las Dos Doncellas, da la bienvenida a la entrada del pueblo, cuyas calles desbordan de encanto andaluz. Algunas casas conservan aún sus fachadas castellanas originales del siglo XVI, la misma fecha en la que está documentada, por primera vez, la Parroquia del Divino Salvador, que gobierna el corazón de la localidad con su esbelto campanario y sus omnipresentes cigüeñas. A lo largo del casco urbano, fuentes y pilones tradicionales avisan de que falta muy poco para alcanzar la sierra.

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Almadén de la Plata, entre dehesas, minas y castillos

La etapa que une Castilblanco de los Arroyos con Almadén de la Plata es la más larga de todas las que componen el Camino de Santiago por la provincia de Sevilla, extendiéndose a lo largo de casi 30 kilómetros. Una jornada protagonizada por la naturaleza donde no faltan los preciosos paisajes de dehesa colmados de encinas y alcornoques. Una zona, además, explotada desde tiempos romanos debido a la gran riqueza en minas de mármol, plata y cobre. 

En el centro urbano, y al saludo de los agradables vecinos que no escatiman en intercambiar un par de palabras con cualquier forastero, se puede visitar la Iglesia de Santa María de Gracia, patrona de Almadén de la Plata, o contemplar los restos del castillo medieval del siglo XIV, hoy actuales dependencias del ayuntamiento del pueblo: de él se conservan la torre del homenaje y restos muralla en la fachada. Pero si el pueblo tiene una imagen característica, es la de su Torre del Reloj, de 27 metros de altura. Construida en el siglo XV, funcionó en sus orígenes como hospital, después como ermita, y en la actualidad se utiliza como edificio civil. Antes de continuar el camino —o irse a descansar—, nada como recargar fuerzas en Casa Concha, un restaurante de cocina tradicional que ofrece durante todo el año un menú especial para peregrinos.

11 Grados, ¡al rico queso!

En plena Sierra Morena sevillana, y muy cerca de El Real de la Jara, se halla Once Grados, la pequeña quesería de José Ángel García, un químico que decidió años atrás dejar el intenso trabajo en laboratorios para abrir su propio proyecto en el entorno rural. Desde la quesería, ubicada en un antiguo cortijo, José Ángel y su familia elaboran a diario diferentes tipos de queso a partir de leche de cabra florida, una raza autóctona típica de Andalucía y Extremadura, que les permite conseguir un producto de sabor delicioso.  

En el centro de producción todo se elabora de manera artesanal, sin utilizar ningún tipo de aditivos, y aunque trabajan pequeñas cantidades, sus quesos son todo un éxito. Las piezas suelen madurar entre dos meses y un año y dan como resultado quesos cremosos, de pasta blanda o más curados. Un bocado absolutamente tentador.

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Castillo El Real de la Jara, fin de la gesta

El final de este particular camino por la Senda Jacobea se alcanza en El Real de la Jara, pueblo de blanco caserío que debe su nombre al Camino Real que fue vía de comunicación entre Andalucía y Extremadura y que atravesaba el municipio. Aquí, ocupando la antigua ermita, se encuentra el Centro de Interpretación del Peregrino, que narra la historia del Camino de Santiago a su paso por la provincia de Sevilla. 

Pero, para empaparse de la esencia de este pueblito serrano, no hay nada como caminar por sus callejuelas, esas de fachadas encaladas y balcones floreados que tanto hablan de sur. Hay que hacer parada en la Plaza de Andalucía, donde la escultura de un venado recuerda la leyenda que afirma que la población fue conquistada y repoblada en el siglo XIII por los Caballeros de Santiago que, guiados por uno de ellos, supieron encontrar el punto más débil desde el que atacar y recuperar el dominio. Desde aquí se otea también la Iglesia Parroquial de San Bartolomé, y el castillo almohade del siglo XII, la principal atracción de El Real. Aferrado a una colina, y de forma trapezoidal, atesora un moderno auditorio en el que se celebran espectáculos y desde el que se disfruta de la mejor panorámica de El Real de la Jara y, más allá, de los majestuosos campos de Huelva y Badajoz. 

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