La historia es conocida. Un príncipe o una princesa saca un pie de palacio para emprender sus propios proyectos y le llueven las críticas. Magdalena de Suecia lo sabía perfectamente cuando presentó su propia línea de cosméticos y ya entonces abordó la cuestión. Pero este tipo de polémicas son difíciles de detener y, además, suelen tener varios tentáculos. Lo hemos visto recientemente con Marta Luisa de Noruega y su marido Durek Verrett. Ambas historias son más similares de lo que parece.
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"Como todos sabéis, hace algunos años tomé la decisión de renunciar a mis deberes reales y limitar mis actos oficiales, aunque, por supuesto, si padre me lo pide, siempre estaré ahí. Pero hacerlo de manera privada me ha permitido explorar otras facetas, otros proyectos... como crear una empresa", así justificaba la Princesa su aventura empresarial para la que, ha recordado, utiliza el apellido de Bernadotte y no su título de Princesa.
Si creía que estas palabras bastarían para detener a los críticos, se equivocaba y en una entrevista con la revista Dagens Industri expresaba así su sorpresa: "Sabíamos que generaría debate, estaba preparada. Pero aun así me sorprendió la cantidad de críticas que recibí". Ha insistido en que no lanza MinLen, una línea cosmética dirigida al público infantil, como princesa, sino como Magdalena Bernadotte.
Sin embargo, las críticas no se quedaron solo en la utilización o no de su título con ánimo lucrativo. Si hasta aquí la polémica recuerda a la vivida por Marta Luisa de Noruega cuando comenzó a participar en las conferencias y proyectos de Durek Verrett -y que le llevó a renunciar a sus funciones reales- lo que vino a continuación también circula en paralelo a las controversias de la princesa noruega. Su colaboración con la firma Weleda también ha levantado ampollas por ser una marca que comercializa productos homeopáticos. Aunque Magdalena ha calificado estas críticas de "infundadas", la Asociación Sueca para la Ciencia y la Educación Pública ha asegurado al medio SvenskDam que muchas de las actividades de la empresa son "charlatanería".
La hija de Carlos Gustavo y Silvia de Suecia no ve recorrido a estas críticas, pero es inevitable que nos recuerden a aquellas que hicieron a Marta Luisa de Noruega y Durek Verrett emitir un comunicado después de ser acusados de hacer apología de las terapias alternativas. La pareja, efectivamente, respaldaba este tipo de terapias, pero insistieron en que no lo hacían en detrimento de la medicina tradicional, reafirmando su apoyo al sistema de salud sueco. No es en absoluto el mismo caso que el de la Magdalena de Sueca, pero sí parecen los mismos fantasmas.
También le reprochan que se dirija al público infantil, algo que la princesa sueca defiende asegurando que "la tendencia ya está aquí" y que la compañía lo único que hace es ofrecer una opción aquellos niños que desean y pueden usar productos cosméticos. Magdalena es una princesa acostumbrada a que se cuestionen muchas de sus decisiones. Desde que decidió vivir fuera de Suecia hasta la manera en la que ha regresado a Estocolmo. Es habitual que suceda cuando un royal decide no ejercer a tiempo completo como tal. Su posición en la línea sucesoria se lo permite, pero la opinión pública no siempre acepta las medias tintas.