Lo suyo fue un auténtico flechazo que ha ido pasando de generación en generación. La reina Victoria compró el castillo de Balmoral en 1848 y tan solo hicieron falta unos minutos para considerarlo su "querido paraíso en las Tierras Altas”. Una descripción que han hecho suya todos sus descendientes, incluido Carlos III. Y es que para el monarca es imposible hablar de verano sin nombrar esta impresionante propiedad. Un año más, está todo preparado para recibir a la Familia Real en esta fortaleza ubicada en el Valle de Dee, donde los Windsor han vivido sus días más felices, pero también los tristes.
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Las puertas se han cerrado a los visitantes para dar comienzo a las vacaciones privadas, unos días de descanso en los que la Familia Real tiene mucho que celebrar: desde la buena evolución de Kate Middleton a la próxima boda que los reunirá, la de Peter Philipps y Harriet Sperling. El hijo mayor de la princesa Ana se ha comprometido con su novia tras un año de relación, como adelantaba hace unos días en HELLO!, edición de ¡HOLA! en el Reino Unido
Por segundo año consecutivo, en un ejercicio de trasparencia y acercamiento, Carlos III ha abierto al público las puertas de este refugio en el que los Windsor se convierten en una familia más que no deja de hacer planes al aire libre. El príncipe Guillermo, heredero al trono, definía a su abuelo como el rey de la barbacoa. Además, cuando las temperaturas son agradables les gusta hacer picnic e ir de pesca. También hay opciones para los más aventureros, porque se `pueden hacer rutas de senderismo, montar a caballo y ver en su hábitat natural especies como ciervos, águilas reales, ardillas poco comunes y salmones salvajes.
El castillo de las Highlands ha sido testigo de los momentos más difíciles para ellos. El verano de 1997, la Familia Real conoció la noticia de la muerte de Diana de Gales estando en Balmoral. El propio Harry lo relata en su biografía, En la sombra. El duque de Sussex cuenta que su padre se sentó al lado de su cama y le explicó que su madre había tenido un accidente y no se había recuperado de las heridas sufridas aunque lo habían intentado. "Todo irá bien", le dijo. El príncipe Guillermo y él pasaron varios días sin salir mientras que Carlos III y dos de sus tías maternas viajaron a París para acompañar los restos mortales de Diana en su último viaje a Reino Unido, donde le dieron el último adiós el 6 de septiembre de 1997 en la Abadía de Westminster.
En esta impresionante construcción con 200.000 m² de terreno también se produjo otro momento histórico: la muerte de Isabel II el 8 de septiembre de 2022 Isabel II. "Mi difunta madre apreciaba especialmente el tiempo que pasaba en Balmoral. Fue allí, en el lugar más querido, donde eligió pasar sus últimos días", dijo Carlos III. Dos días antes del fallecimiento a los 96 años se produjo su última imagen pública al recibir en estas dependencias a la Primera Ministra Liz Truss. Sus restos mortales se instalaron en el salón de baile de esta residencia, donde fueron velados en completa intimidad por sus hijos y nietos. Después fue trasladado al Palacio de Holyroodhouse de Edimburgo, a la Catedral de San Giles y finalmente a Londres, donde se celebró su funeral de Estado el 19 de septiembre. Finalmente, fue enterrada en la capilla de San Jorge de Windsor.
Que pasara sus últimos días en Balmoral es muy significativo, ya que adoraba estar en este castillo en el que disfrutaba haciendo vida al aire libre, montando a caballo, jugando con sus corgis, conduciendo su todoterreno e incluso lavando los platos de la comida. También le gustaba ejercer de anfitriona para los suyos en este remanso de paz y tranquilidad. "Puedes recorrer kilómetros y kilómetros sin ver a nadie, hay infinitas posibilidades", comentó la propia Isabel II. Además, fue en este enclave único donde Felipe de Edimburgo le pidió matrimonio y donde pasaron su luna de miel tras contraer matrimonio en 1947.
"Es el lugar más hermoso del mundo. Creo que “Granny” es la más feliz allí. Creo que realmente ama las Tierras Altas. Paseos, pícnics, perros, muchos perros; siempre hay perros y personas que entran y salen todo el tiempo”, comentó tiempo atrás la princesa Eugenia de York sobre Isabel II. Y es que en Balmoral no solo era la Reina, sino también la madre, la abuela y la bisabuela.