Tres siglos después, María Antonieta sigue siendo noticia y fascinando. Su estilo de vida opulento y excesivo ha llegado hasta nuestros días a través de sus objetos personales. Lo último, un fabuloso diamante de 10,38 quilates del siglo XVIII que se ha subastado por 12,19 millones de euros y que la Reina confió a su peluquero durante su intento de fuga de París.
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La espectacular pieza ha sido vendida por Christie’s por un precio de récord y se cree que perteneció a la duquesa María Teresa de Angulema, la única hija superviviente de Luis XVI y de María Antonieta. La reina francesa confió sus joyas a su fiel estilista en 1791. Muchas de esas alhajas pasaron posteriormente a manos de María Teresa. Aunque no se sabe con certeza si este diamante en concreto se encontraba entre el célebre tesoro, sí se conoce que perteneció a María Teresa, quien se la legó a su sobrina, la duquesa María Teresa de Chambord y, posteriormente, fue adquirida por la reina María Teresa de Baviera, quien la describió en su testamento como “un diamante solitario rosa de la tía Chambord”.
Este diamante rosa siguió siendo parte de la colección de la Familia Real y se transmitió de generación en generación hasta que se vendió en 1996. Más tarde, el actual propietario recurrió al diseñador de joyas Joel Arthur Rosenthal, conocido como JAR, para diseñar un nuevo engaste como pieza central de un impresionante anillo. “Tiene todo lo que se puede desear de una joya”, ha afirmado Rahul Kadakia, director internacional de Joyería de Christie’s quien asegura que “probablemente proceda de la región india de Golconda”. Se trata de una piedra preciosa en varios tonos de colores suaves con destellos púrpuras y rosados desde diferentes ángulos”.
María Antonieta fue todo un icono de estilo y amante del lujo. En el Palacio de Versalles, donde la opulencia definía la vida cortesana, acumuló una extraordinaria colección de joyas que reflejaba su estatus y gusto. Su colección, compuesta por collares, pendientes, pulseras, tiaras y horquillas, estaba elaborada con las mejores perlas, rubíes, zafiros y diamantes de todas las formas y tamaños. Tras su ejecución en 1793, su hija mayor, María Teresa, fue enviada a Austria, país natal de la Reina, y allí recuperó parte de la colección de su madre que había custodiado su leal peluquero durante la Revolución.