Maternidad

Esperanza Sebastián, pedagoga, sobre la carga mental en Navidad: “Cuando una madre está desbordada, esa tensión se refleja en pequeños gestos y los niños lo captan rápidamente”


Planes sin fin, días sin cole, falta de conciliación, preparativos de cenas y regalos… ¿Cómo disfrutar de la Navidad sin caer en el agotamiento?


Esperanza Sebastián, pedagoga y coach© Esperanza Sebastián
26 de diciembre de 2025 - 7:30 CET

La Navidad es época de ilusión y de alegría, especialmente cuando hay niños cerca. Sin embargo, a veces parece que hemos entrado en un bucle del que parece difícil de salir: de planes navideños a cada cual más espectacular, preparativos para comidas o cenas perfectas, la elección de los regalos, buscar la ropa más adecuada para niños y mayores… Si a todo esto le unimos que no suele ser fácil conciliar y que no todos los progenitores tienen vacaciones todas las Navidades para estar con los hijos, la ilusión se puede acabar convirtiendo en estrés, agobio y ansiedad.

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Y esto es algo mucho más común entre las madres, aún a día de hoy. En muchas familias son ellas las que llevan el peso de las decisiones, de planificar que todo salga bien y cuándo, cómo y con quién ir a según qué sitios con los niños. La realidad es que la carga mental materna sigue muy presente en Navidades; es más, puede que incluso más que en otros momentos del año. ¿Qué hacer para disfrutar, de verdad, de estas fiestas en familia? Nos da unos consejos muy valiosos al respecto Esperanza Sebastián, pedagoga, coach y experta en gestión del estrés (esperanzasebastian.com).

La experta comparte con nosotros pautas muy concretas para reducir la presión navideña y poder vivir estos días con la presencia, la ilusión y las ganas propias de esta época.

Los hijos no necesitan madres perfectas, necesitan madres presentes.

Esperanza Sebastián, pedagoga, coach y experta en gestión del estrés

Todos estamos deseando que llegue la Navidad, pero la realidad es que no siempre es sencillo, especialmente para las madres. Muchas deben seguir trabajando mientras cuidan a los hijos, que no tienen colegio, e idean planes sin fin a realizar en familia. ¿Cómo afecta emocionalmente esta situación a las madres?

La Navidad no solo implica más tareas, sino una sobrecarga emocional importante. A la falta de conciliación y al aumento de responsabilidades se suma la presión por “hacerlo todo bien”. Esta combinación “explosiva” se traduce en agotamiento psicológico. Y a nivel emocional, muchas madres experimentan irritabilidad, dificultad para desconectar, cansancio acumulado y una vivencia ambivalente de las fiestas: ilusión por un lado y desbordamiento por otro. Este cóctel emocional puede derivar en tristeza, apatía o conflictos familiares que aumentan aún más el desgaste.

¿Cómo gestionar esta situación?

El primer paso es aceptar que no se puede ni se debe llegar a todo. Es fundamental priorizar, simplificar y bajar el nivel de exigencia. Es importante planificar las fiestas con antelación, y en esa planificación contar con espacios de descanso real, y ser capaces de renunciar a ciertos planes o compromisos sin que eso reste valor a la Navidad. Saber delegar y permitirse no cumplir con todas las expectativas externas es clave para proteger el bienestar emocional de la familia.

Además de la falta de conciliación en los días sin colegio y los planes sin fin propios de las Navidades, hay que preparar las sorpresas, encargar los regalos a Papá Noel y a los Reyes… ¿Qué podemos hacer para que todo esto, que se debería vivir con gran ilusión, no suponga una carga más?

Es importante cambiar el foco: la ilusión no depende de la cantidad, sino del cariño con que se vive. Planificar los regalos con tiempo, establecer un presupuesto realista, repartir la compra entre los familiares, optar por regalos experienciales como entradas a teatros, talleres, paseos o actividades en familia dejan recuerdos duraderos y fomentan el vínculo más que los objetos materiales. No nos olvidemos de que los niños valoran más la presencia y el clima emocional que el despliegue de sorpresas

¿El malestar de las madres cuando se sienten sobrepasadas se traslada también a los hijos?

Un "sí" rotundo y ocurre de forma más sutil de lo que pensamos. Los hijos no solo perciben lo que se dice, sino sobre todo el clima emocional del hogar. Cuando una madre está desbordada, cansada o bajo presión constante, esa tensión se refleja en pequeños gestos, en el tono de voz o en la menor disponibilidad, y los niños lo captan rápidamente.

Esto no significa que las madres siempre tengan que estar bien, pero sí pone de manifiesto la importancia de cuidar su bienestar. Un ambiente cargado de estrés puede generar en los niños nerviosismo, irritabilidad o incluso conductas regresivas, especialmente en épocas tan intensas como la Navidad. Por eso, creo que es necesario, pedir ayuda y cuidarse; no solo se beneficia ella, sino que está creando un entorno más tranquilo donde el disfrute y la conexión son posibles.

En mi opinión, los hijos no necesitan madres perfectas, necesitan madres presentes.

© Getty Images

¿Cómo conectar con los hijos y con el resto de la familia cuando las madres se ven abrumadas por el estrés?

A menudo la palabra conectar nos asusta porque creemos que implica estar disponibles todo el tiempo o hacerlo todo perfecto. Y no es así. Conectar puede ser algo mucho más sencillo: compartir un momento breve, una conversación tranquila, escuchar sin prisas o estar presentes sin distracciones.

También es importante expresar cómo nos sentimos de forma sencilla y natural, sin culpa. Cuando las madres se permiten reconocer su cansancio y pedir comprensión, se crea un clima más cercano y auténtico. La conexión con los hijos y la familia fluye con más facilidad.

Saber delegar y permitirse no cumplir con todas las expectativas externas es clave para proteger el bienestar emocional de la familia.

Esperanza Sebastián, pedagoga, coach y experta en gestión del estrés

¿Influye el nivel de sobreexigencia personal en esta saturación emocional? ¿Cómo reducir esa sobreexigencia?

Influye muchísimo. Muchas madres se autoimponen estándares muy altos: ser la organizadora perfecta, la madre siempre disponible, la que mantiene la magia. Esa autoexigencia acaba generando cansancio, frustración y una sensación constante de no llegar a todo.

Para reducir esa sobreexigencia se ha de ser consciente de las creencias con las que cargamos y revisarlas. Una de las claves puede ser preguntarse: ¿Esto lo hago por disfrute o por obligación? Exigirse demasiado solo genera cansancio y frustración.

¿Cómo hablar con la pareja cuando la mujer considera que no se están repartiendo las tareas en el hogar y el cuidado de los hijos de manera equitativa?

Es un tema crucial para el ambiente familiar. El enfoque es muy importante. Se ha de abordar desde la comunicación, no desde el reproche. Expresar cómo una se siente, qué necesita y qué impacto tiene la sobrecarga en su bienestar suele ser más efectivo que enumerar tareas pendientes o reprobar lo que la pareja no hace. 

Lo aconsejable es hablarlo con tiempo, llegar a acuerdos y repartir responsabilidades de forma clara y realista antes de que el agotamiento estalle y rompa la convivencia en estas fechas tan intensas.

¿Es posible disfrutar plenamente de la Navidad sin añadir más estrés? ¿Cómo?

Sí, es posible aunque requiere un cambio de mirada. La clave está en bajar la exigencia y centrarse en lo que realmente importa: compartir tiempo con la familia, disfrutar de los pequeños momentos y cuidar de una misma. No hace falta que todo sea perfecto ni que se haga todo lo que se “debería”.

Planificar de forma sencilla, priorizar y reservar momentos de descanso permite vivir las fiestas con más calma. Cuando nos liberamos de la presión de cumplir expectativas externas, la Navidad deja de ser una fuente de estrés y se convierte en una época más agradable e inolvidable para todos.

Creo que disfrutar de la Navidad no depende de hacerlo todo perfecto, sino de cuidar lo que realmente importa.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.