Navidad

Carmen de Castro, psicóloga: "Los niños deben saber que pueden estar tristes en Navidad, y los padres deben acompañarlos sin minimizar lo que les pasa"


Aunque Navidad y alegría y celebración parece que van unidas, hay circunstancias que hacen que algunos niños o adolescentes no se sientan bien en estas semanas. ¿Cómo deben reaccionar los padres y, sobre todo, de qué manera se les puede ayudar?


Carmen de Castro, psicóloga© UNIE Universidad
17 de diciembre de 2025 - 13:00 CET

La Navidad es una época sumamente especial del año, pero no todos los niños y adultos la viven igual. Para algunos menores se convierte en un momento complejo donde les cuesta poner orden a sus emociones y en el que pueden sentirse fuera de lugar si están tristes en vez de felices, como se supone que hay que estar. 

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Carmen de Castro es docente del Grado de Psicología presencial en UNIE Universidad. Ella nos da las claves para entender por qué los niños pueden sentirse tristes en Navidad y cómo responder ante esta situación.

Los estímulos intensos, las expectativas altas, el ruido, la actividad constante, las comparaciones sociales y el exceso de compromisos pueden empeorar el estado emocional, generando ansiedad, tristeza e irritabilidad

Carmen de Castro, psicóloga

"Mamá, la Navidad me pone triste"

Ya sea porque falta un ser querido, porque se pasa por un cambio profundo como una separación de los padres o por alguna otra circunstancia, la tristeza también puede aparecer en los más pequeños durante las fiestas navideñas. ¿Cómo hay que reaccionar si el niño lo verbaliza? "Debemos preguntarle el motivo, promoviendo una escucha activa sin dar por sentado qué nos va a decir y sin minimizar cómo se siente. Es importante normalizar que no todo en la vida es alegría, que muchas veces sentirse triste es normal y que es un sentimiento que forma parte de la vida", aclara la especialista. 

Es esencial que él entienda el origen de la tristeza y que los padres le ayuden a identificar qué motivos puede haber tras ese malestar emocional. "Cuando ya sepa nuestro hijo o hija de dónde viene ese malestar, podemos ofrecernos a pensar juntos pequeños cambios dentro de las Navidades que le puedan ayudar a estar mejor en estas fechas tan señaladas", añade.

© Adobe Stock

Cuando falta una persona querida

Las fechas señaladas, como la Navidad, son difíciles en el plano emocional cuando se echa de menos a alguien. Acompañar en el proceso de duelo, aunque los demás estén de celebración, es fundamental para que el menor pueda vivir estos momentos de la mejor forma posible. Estas son las pautas para ello que ofrece Carmen de Castro:

  • Anticipación del sentimiento de ausencia con delicadeza: "Hablar días antes: 'Sé que este año faltará el abuelito y puede que sintamos tristeza. ¿Cómo te gustaría recordarlo? ¿Te acuerdas cuando estabais juntos riendo?”. 
  • Dar permiso para sentir: "Que sepan que pueden llorar, ponerse tristes o no tener ganas de celebrar. Es totalmente normal y comprensible". 
  • Crear un ritual bonito: "Encender una vela, poner una foto, preparar un plato que les gustaba, escribir un mensaje… Los rituales ayudan a integrar la ausencia". 
  • Mantener parte de la rutina: "Un equilibrio entre recordar y mantener tradiciones con cierta normalidad da sensación de seguridad". 
  • Evitar sobreproteger ocultando el tema: "Los niños perciben el ambiente y debemos hablarlo abiertamente siempre, ya que reduce el peso emocional y evita posibles situaciones confusas para ellos". 

La tristeza por el divorcio de los padres

Muchos menores tendrán que enfrentarse a una Navidad distinta debido a la separación de sus padres. Esto implica cambio de rutinas, unos días en los que no se ve al otro progenitor y, en algunos, casos una difícil tensión entre las lealtades que el niño quiere guardar a cada uno. Por eso, "en los casos de divorcio, es muy importante proteger a nuestros hijos ofreciéndoles una estabilidad emocional. Esta base solo llega a través de acuerdos claros y anticipados por parte de los padres sobre la logística familiar", aconseja la experta de UNIE Universidad.

La neutralidad emocional, sin general conflictos al menor y sin obligarlo a decantarse por alguna de las dos familias en perjuicio de la otra, es un objetivo a cumplir. En este sentido, "debemos flexibilizar cuando sea posible para facilitar la adaptación del menor. Cuidar las transacciones evitando imprevistos y prisas y transmitirles que se puede disfrutar de ambas familias sin culpa". 

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Cuando es el ambiente y el exceso de regalos los que abruman

Otros menores pueden sentirse mal por el cambio de rutinas, por la gran cantidad de citas sociales o familiares e, incluso, por ser los protagonistas de un excesivo número de regalos que pueden llegar a abrumarlos. Por eso es importante espaciar esos encuentros, además de no obligar a los menores a comportarse en ellos como adultos ni a interactuar o abrazar si no quieren. Un truco es anticiparles desde primera hora lo que se va a hacer en ese día, como aconseja la psicóloga, ya que esto puede ayudarles a gestionar la ansiedad y la tensión de esos momentos que se salen de su día a día habitual.

Además, si el niño se porta mal hay que tener en cuenta que muchas situaciones pueden ser difíciles de gestionar. "Los estímulos intensos, las expectativas altas, el ruido, la actividad constante, las comparaciones sociales y el exceso de compromisos pueden empeorar nuestro estado emocional, generándonos ansiedad, tristeza, irritabilidad, problemas de conducta y dificultades del duelo", detalla. 

Para ayudarlos en este aspecto su consejo es mantener las rutinas de sueño, reducir el ritmo social y fomentar momentos de calma, a la vez que preguntarles cada cierto tiempo cómo se encuentran. Si el niño se aísla de forma persistente, hay cambios de apetito y de sueño, mucha irritabilidad y falta de interés en actividades que antes le gustaban, no está de más buscar ayuda profesional.

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Adolescentes en crisis que no quieren participar de la Navidad

Los compromisos típicos de la Navidad pueden jugar en contra de ese sentido de la oposición y del individualismo que puede aflorar durante la adolescencia. Es una etapa normal, pero que puede resultar incómoda, por ejemplo, en momentos clave como estos. Si el adolescente no quiere participar de la Navidad en familia, pueden aplicarse las siguientes recomendaciones de Carmen de Castro:

  • Entender el motivo que les ha llevado a sentirse así, sin dar nada por sentado. "Para ello, debemos realizar una escucha activa del adolescente, dándoles espacio para que se exprese con libertad. Puede ser cansancio, vergüenza, conflicto familiar, cambios de identidad, sentir que es 'infantil', necesidad de independencia o incluso estado de ánimo bajo". 
  • Negociar: no imponer ni dejar completamente a su aire. Hay que evitar obligarlos a toda la celebración "porque esto genera rechazo y empeora el vínculo, y evitar que se retiren totalmente, pues fomenta el aislamiento. Lo ideal es un punto medio: 'Nos gustaría que estuvieras en la cena un rato, y luego puedes irte/estar a tu aire".
  • Darles cierto protagonismo e involucrarles en la celebración con pequeñas tareas. "Pueden elegir la música, decorar una parte de la casa, elegir un plato o actividad...".
  • Respetar su necesidad de espacio. "La adolescencia es una etapa de búsqueda de autonomía; no es personal. Y crear momentos de conexión más pequeños: un paseo, un chocolate caliente, una conversación uno a uno... a veces funciona mejor que la gran cena en familia".

"La clave en todos los casos es escuchar, anticipar, simplificar y acompañar, reduciendo exigencias externas y centrándose en el bienestar emocional del niño o adolescente", concluye la psicóloga.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.