Maternidad

Marta León, experta en salud femenina: "El estrés crónico en las madres desajusta sus hormonas y su sistema inmune, y pone en riesgo su salud"


La microbiota era una gran desconocida que cada vez recibe más atención, una vez que se conocen su influencia sobre la salud en general. Un libro explora cuál es su papel en la maternidad y qué hacer para estar en equilibrio hormonal.


Marta León© Marta León
11 de diciembre de 2025 - 13:00 CET

El vaivén hormonal característico del embarazo, pero sobre todo del parto y el posparto, colocan a la mujer en una situación muy delicada que no siempre recibe la atención que merece. 

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Marta León, ingeniera química y especialista en alimentación y salud hormonal femenina, habla de ello en su nuevo libro, El equilibrio perfecto (Ed. Lunwerg), una obra donde repasa los momentos clave que pueden influir en la microbiota de la mujer, entre los que están todos los relacionados con la maternidad. Hemos charlado con ella.

Llegar fuerte hormonalmente al embarazo significa menos complicaciones, mejor energía y una recuperación postparto mucho más llevadera

Marta León, experta en salud femenina

¿Cuáles son las características de ese modo de “supervivencia hormonal” por el que pasan muchas madres?

La primera de todas, el agotamiento profundo que no se soluciona durmiendo (cuando conseguimos dormir), cambios de humor bruscos que nos hacen sentir culpables, irritabilidad constante y esa sensación de estar siempre "al borde del precipicio".

A nivel hormonal, lo que ocurre es que el cortisol –nuestra hormona del estrés, la acción y la resolución de problemas– está constantemente elevado. Y cuando el cortisol manda, nuestro cuerpo entra en modo supervivencia y el resto de hormonas se desajustan: la progesterona baja (nos cuesta relajarnos), la insulina se desregula (aparecen antojos incontrolables de dulce), y la tiroides puede ralentizarse (nos sentimos agotadas incluso aunque descansemos 8 horas).

© Lunwerg

La gran exigencia, la falta de descanso, la carga mental... ponen a las madres en una situación delicada. ¿Cómo repercute esto en su salud?

El cortisol elevado de manera crónica no solo nos agota mentalmente, sino que tiene consecuencias físicas muy concretas. Primero, el sistema inmune se debilita: nos salen llagas o herpes en la boca constantemente, nos ponemos enfermas con más facilidad y tardamos más en recuperarnos. 

Segundo, aparecen problemas digestivos que antes no teníamos: hinchazón, estreñimiento, reacciones a alimentos que surgen de repente. Tercero, el sueño deja de ser reparador incluso cuando los niños duermen, te despiertas a las 3 ó 4 de la madrugada con la mente acelerada. También aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, lo que explica por qué muchas madres suben de peso comiendo lo mismo de siempre. 

Y a nivel emocional, esa carga mental constante nos lleva a estados de ansiedad y tristeza que no deberíamos normalizar. Y lo peor de todo es que lo vivimos pensando que "es lo normal de ser madre".

© Adobe Stock

¿Cómo se puede recuperar el equilibro hormonal en una etapa como la crianza de tanta exigencia física y emocional?

Pues lo primero, comiendo de verdad. No picando lo que sobra del plato de tus hijos, sino sentarte a comer proteína de calidad, grasas saludables y verduras. Nuestro cuerpo necesita nutrientes específicos para fabricar hormonas y más que comer 5 veces al día pocas cantidades, necesitamos hacer 3 comidas completas y nutritivas. Si por la mañana desayunamos un café y una tostada de pan con aceite, no podremos afrontar bien la mañana, cada comida debe llevar la combinación proteína-grasa-fibra. Mucho mejor sería desayunar huevo revuelto, con la tostada y el café. De este modo, estaremos ayudando a nuestro organismo a regular la producción de serotonina y mejorando nuestros niveles de energía y nuestro estado de ánimo.

Lo segundo es moverte, aunque sean 15 minutos al día. Un paseo consciente, estiramientos suaves, trabajo de fuerza, lo que sea que te reconecte con tu cuerpo. El movimiento regula el cortisol de manera natural.

Lo tercero, y quizás lo más difícil: tomar decisiones. Delegar, pedir ayuda, poner límites, decir que no. La carga mental no se soluciona con suplementos, se soluciona redistribuyendo responsabilidades.

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¿Hay alguna forma de llegar más “fuertes” desde el punto de vista hormonal al momento del embarazo?

Totalmente. Preparar nuestro cuerpo para el embarazo es una de las mejores inversiones que podemos hacer. Lo ideal es empezar al menos 3 meses antes de buscar el embarazo. En ese tiempo, podemos plantearnos varios objetivos: equilibrar nuestras hormonas, optimizar la microbiota y reducir la carga tóxica de disruptores endocrinos que traemos y que pueden dificultar la concepción.

Si nuestras reglas son irregulares, muy dolorosas o con síndrome premenstrual intenso, es señal de que nuestras hormonas necesitan atención ahora, no después de llevar meses intentando concebir. Llegar fuerte hormonalmente al embarazo significa menos complicaciones, mejor energía y una recuperación postparto mucho más llevadera.

© Rido - stock.adobe.com

Los grandes cambios hormonales que están presentes en el embarazo y el posparto, ¿pueden permanecer una vez concluida esta etapa en la mujer?

Pues sí. De hecho, el embarazo y el postparto no son un paréntesis que se cierra y todo vuelve a ser como antes. Son transformaciones profundas que pueden dejar huellas hormonales durante años o incluso durante el resto de nuestra vida.

Durante el embarazo, nuestro cuerpo multiplica por 100 la producción de ciertas hormonas. Después del parto, esos niveles caen en picado en cuestión de días. Es la caída hormonal más brusca que experimentamos en toda nuestra vida, mucho más intensa que en la menopausia.

Algunas mujeres desarrollan resistencia a la insulina que persiste después del embarazo, lo que explica por qué les cuesta más perder peso o por qué aparecen antojos por alimentos dulces que antes no tenían. La tiroides también puede verse afectada: entre un 5-10% de mujeres desarrollan hipotiroidismo postparto que a veces no se diagnostica y que si no se trata puede cronificarse.

Y luego, algo que sabemos gracias a los estudios de la Dra. Susana Carmona (una de las pioneras a nivel mundial en la investigación del cerebro de la mujer), es que el embarazo modifica nuestro cerebro de manera permanente. Las hormonas remodelan la estructura neuronal para prepararnos para la maternidad. Estos cambios explican por qué muchas madres sienten que "piensan diferente" después de tener hijos.

© Adobe Stock

¿Cómo influye la microbiota en la fertilidad y qué se puede hacer para favorecerla?

La microbiota juega un papel fundamental en la fertilidad, aunque hasta hace poco no se le daba la importancia que merece. Hoy sabemos que cuando la microbiota está desequilibrada, todo se resiente. Nuestra salud hormonal se desajusta, la absorción de nutrientes esenciales como el ácido fólico o la vitamina B12 se vuelve deficitaria, y la concepción natural se complica. Además, una microbiota inflamada genera inflamación crónica en todo el cuerpo, incluyendo nuestro sistema reproductivo.

¿Qué podemos hacer para cuidarla? Primero, cuidar nuestra alimentación, incorporando alimentos fermentados de forma habitual: kéfir, yogur, kombucha, chucrut... Para aportar bacterias beneficiosas que necesitamos. Segundo, alimentar a esas bacterias con fibra variada de verduras, legumbres y semillas. Y tercero, reducir los ultraprocesados, los azúcares refinados y el uso innecesario de antibióticos que destruyen nuestra microbiota.

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¿Hasta qué punto la microbiota de la madre influye en la futura salud de su bebé?

La microbiota materna influye muchísimo más de lo que imaginamos. De hecho, es uno de los legados más importantes que transmitimos a nuestros hijos.

Durante el embarazo, una microbiota materna equilibrada reduce el riesgo de partos prematuros, diabetes gestacional y complicaciones. Pero el momento más determinante es el parto. Cuando el bebé atraviesa el canal vaginal, entra en contacto con las bacterias de su madre. Esa primera impronta marca su sistema inmune para toda la vida. Los bebés que nacen por cesárea tienen una colonización diferente, lo que puede aumentar el riesgo de futuras alergias, asma o incluso problemas digestivos en el futuro. 

La segunda impronta es durante la toma de calostro y durante la lactancia, ya que seguimos transmitiéndole bacterias beneficiosas, prebióticos y anticuerpos que alimentan su microbiota y protegen su salud inmunitaria del presente y del futuro.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.