Adolescentes

Dra. María Méndez, pediatra: "Los adolescentes con Covid persistente pasan de su actividad normal a quedarse en casa como si fueran abuelitos"


El Covid-19 transformó la realidad de muchas personas, y aún lo sigue haciendo cuando hablamos de Covid persistente. Es una secuela que se da también en adolescentes y niños. ¿Cómo se manifiesta? ¿Cuál es el tratamiento y la evolución de estos pacientes pediátricos?


Dra. María Méndez, pediatra© Hospital Germans Trias i Pujol
17 de septiembre de 2025 - 18:15 CEST

A finales del año 2020, el Hospital Germans Trias i Pujol (Badalona, Barcelona) abrió una unidad de Covid persistente para niños. Desde entonces han atendido a más de 300 pacientes, niños y adolescentes, tanto de Cataluña como de otras comunidades autónomas. Afortunadamente, desde hace un tiempo ya no están recibiendo pacientes nuevos, pues las infecciones que se ven actualmente por este coronavirus son más leves, ya que toda la población ha tenido algún contacto con el virus. 

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"Anteriormente, podía ser una infección grave y ahora actualmente se ha convertido en otra infección respiratoria más. Estamos atendiendo a los niños que empezaron con síntomas con la primera infección y que aún no se han acabado de recuperar. Eran pacientes que no estaban vacunados, pues por aquel entonces no había vacunas", aclara la Dra. María Méndez, jefa del servicio de Pediatría y coordinadora de la Unidad de Covid Persistente Pediátrica del citado hospital. Con ella hemos charlado de lo que supone esta circunstancia en niños y adolescentes.

La gran mayoría de niños afectados con Covid persistente son niños sanos sin ningún antecedente destacable

Dra. María Méndez, pediatra

Los síntomas del Covid persistente en niños y adolescentes

Como cuenta la especialista, esos niños que se enfrentaron a las primeras infecciones "no tenían ningún tipo de defensa previa" frente al coronavirus. En su mayor parte, eran niños sanos, pero que acabaron desarrollando este Covid persistente.

Aunque a lo largo de estos cinco años, las definiciones de lo que se entiende por Covid persistente han ido cambiando, actualmente se entiende que existe cuando, tras la infección, el paciente conserva los síntomas tres meses después. Esos síntomas son los siguientes, tal como detalla la pediatra: "El patrón más común son niños que estando previamente bien y siendo niños activos, como todos los niños que hacen muchas actividades extraescolares y mucha actividad física, de golpe se encuentran muy fatigados, con la imposibilidad de hacer sus actividades diarias. Y esto añadido muchas veces también a fatiga mental". Además, "muchas veces esto se acompaña con problemas del sueño, con dolores de cabeza intensos, que dificultan concentrarse también y a veces otros síntomas como taquicardias o dificultad respiratoria. Pero lo más frecuente que tienen la mayoría de niños y niñas es esta fatiga y la niebla mental", añade.

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¿A qué pacientes pediátricos afecta más el Covid persistente?

Aunque se han intentado estudiar patrones para señalar coincidencias entre los afectados, no ha sido fácil. Se pensaba que los niños con patologías alérgicas o con patologías previas podrían tener más riesgo con respecto al Covid persistente, pero la realidad es que "la gran mayoría de niños afectados son niños sanos sin ningún antecedente destacable. Hay niños que tienen cuadros de alergia y asma previos, pero en una incidencia muy parecida a la población general, o sea, que no podemos decir que haya un perfil de niños que sean más susceptibles, no hemos encontrado ningún patrón", comenta la Dra. Méndez.

Lo que sí se ha visto es que en familias en que otros miembros tenían Covid persistente, esos niños sí eran más proclives a tenerlo. En este sentido, "es muy probable que haya un factor hereditario o alguna manera de reaccionar de forma diferente a las infecciones que esté condicionado por una variable genética". También se ha comprobado que es más prevalente en niñas que en niños, y que se da más durante la adolescencia que en la niñez y a partir de los 10-12 años.

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Una de las primeras fases: dar validez a lo que está pasando

Aunque actualmente estamos más familiarizados con la realidad del Covid persistente, hace un tiempo no se hablaba de ello, y familias y afectados tenían que lidiar con la incomprensión del entorno, como si todos esos síntomas que referían no fueran reales. "Al principio a las familias les costaba mucho entender el cambio que había sufrido su hijo o su hija. Porque de tener un adolescente que siempre está quedando con amigos, haciendo deporte, ahora inglés, ahora música, ahora voy a jugar a fútbol... a tener a una persona en casa sentada en el sofá todo el día, cuesta entenderlo. Una madre nos decía que había dejado de tener un adolescente a tener un abuelito en casa", señala la especialista del Hospital Germans Trias i Pujol.

Esta difícil gestión se extiende también a los propios afectados: "Nuestra primera labor era explicarles a los pacientes, 'mira, tienes esto, no te preocupes que sabemos que tienes esto, sabemos que no te estás inventando todos estos síntomas, sabemos que no vas al colegio porque no puedes, no porque no quieras y sabemos que no vas a entrenar porque no puedes, no porque no quieras'. Esto fue lo primero, porque había muchos chavales que ni ellos mismos lo entendían y sus familias tampoco".

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El proceso de recuperación ante el Covid persistente pediátrico

Para abordar el Covid persistente pediátrico hace falta un equipo multidisciplinar y mucha paciencia. "Nosotros el mensaje que queremos dar siempre a las familias es que esto va a cambiar, que van a mejorar, que hay que tener paciencia, que no es como una enfermedad más común, que tú sabes más o menos el tiempo en el que vas a recuperarte de una neumonía, o de una fractura de un hueso", advierte. En este caso, la mitad de los pacientes que han tenido en la unidad se ha recuperado en un año, y a la otra mitad les ha costado más. 

Lo importante es que la gran mayoría queda sin secuelas, aunque hay un aspecto que nunca podrá determinarse y es, en un momento de intenso desarrollo y cambio vital, cómo hubiera sido la evolución de ese menor sin ese Covid persistente. Es algo muy difícil de aventurar, aunque la Dra. Méndez es optimista y aboga por una recuperación total en un porcentaje muy alto de casos. 

El tratamiento tiene varias aristas y se adapta a los síntomas concretos de cada niño. Suele haber un eje común, con un programa de rehabilitación tanto física como mental. "Son niños que con esta fatiga pueden hacer muy poca actividad y entonces poco a poco se van haciendo ejercicios para que puedan ir aumentando su tolerancia al ejercicio físico. Y eso ha de ser muy progresivo, porque si se hace en exceso lo que produce es que se agotan y al día siguiente tampoco pueden hacer nada; tiene que ser progresivo. Y después también hay programas de rehabilitación neurocognitiva para ayudar a recuperar la velocidad de procesamiento y la memoria", concreta la pediatra. Además, participan otros especialistas, por ejemplo, cuando hay problemas digestivos, cefaleas…

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La vuelta al mundo lejos del Covid persistente

La recuperación emocional de estos pacientes pediátricos puede costar, más o menos, también en función de las vivencias y las características personales de cada niño o adolescente. Pero la especialista lo tiene claro: "Yo siempre digo que el Covid persistente es mucho peor en un niño o un adolescente que en un adulto. Porque el adulto tiene la posibilidad de no trabajar, pero para el niño que está en pleno desarrollo, el dejar de ir al colegio, el dejar de hacer sus actividades extraescolares, ya sean deportivas, lúdicas o académicas repercute muchísimo en su formación y en su bienestar emocional. La repercusión es mucho más grande, impacta mucho más en la vida de un niño y de un adolescente que en la de un adulto". 

Y pasa así porque muchos tienen que dejar de ir a su centro escolar, pues la fatiga física y mental no se lo permite. "Podrían ir a la escuela si se adaptaran los horarios y los currículos. Porque a veces son niños que dicen, 'yo cuando me levanto tengo fuerza, puedo ir al colegio, pero es que a partir de la segunda hora ya no me entero de nada, me cuesta mucho concentrarme, lo paso mal'. Entonces, si los colegios son sensibles a este problema, en muchos casos les han podido adaptar el horario para que puedan ir progresivamente: primero dos horas, después tres, posteriormente cuatro…, para que no pierdan totalmente el contacto con el colegio. Pero en otras ocasiones esta adaptación no se ha podido hacer y ha habido chavales que han estado meses sin poder ir a la escuela".

Por eso, la Dra. María Méndez aboga por una implicación de todos los factores (familiares, sociales, escolares) para que la repercusión del Covid persistente sea la menor posible. Y lanza un mensaje final de esperanza a las familias con hijos que aún sufren este cuadro: "Prácticamente, la mayoría de pacientes recuperan su función totalmente normal, entonces, hay que tener paciencia e insistir en la rehabilitación, insistir en que vayan al colegio aunque sea en horario parcial y que la actividad física se vaya recuperando poco a poco". 

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