Las garrapatas son artrópodos que pertenecen a una extensa familia de ácaros, hematófagos, (que se alimentan de sangre) y que actúan como parásitos de múltiples animales mamíferos, entre los que se encuentra el hombre. Con su picadura, pueden transmitir diversas enfermedades a los niños, algunas de ellas de manifiesta gravedad. En nuestro entorno la enfermedad más frecuente producida por picaduras de garrapata es la fiebre botonosa mediterránea.
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La picadura de la garrapata: ¿cómo detectarla?
La picadura de la garrapata no es dolorosa. Su saliva contiene sustancias anestésicas que la protegen durante su picadura. Suele existir el antecedente de haber estado en ambiente rural, cerca de animales domésticos, perros y ganado. Las garrapatas también están en arbustos y se desprenden de ellos al paso de un cuerpo por su calor, localizándose en cuello o en el cuero cabelludo. Después de la picadura de una garrapata infectada, en minutos o en horas, aparece una pápula pruriginosa que puede evolucionar en algunos casos a una escara necrótica de evolución tórpida (lenta, difícil de mejorar) que se suele infectar como consecuencia del rascado.
Después de la picadura de una garrapata infectada, en minutos o en horas, aparece una pápula pruriginosa que puede evolucionar en algunos casos a una escara necrótica de evolución tórpida
Fiebre botonosa mediterránea, la consecuencia más común de la picadura de garrapata
Esta enfermedad está producida por una bacteria conocida como la Riketsia Conorii. Los perros actúan como vector y reservorio de la enfermedad y la bacteria se transmite a través de la picadura de la garrapata contagiada. Presenta un predominio estival (coincidiendo con el ciclo biológico de la garrapata) y la relación previa con perros suele estar presente.
-Síntomas clínicos:
- Afectación del estado general, escalofríos y fiebre alta.
- Cefalea intensa, fotofobia, artralgias y mialgias
- Exantema maculo papuloso generalizado con presentación de escara de color negro en el punto de picadura con adenopatías regionales y periféricas.
- La picadura y lesión inicial se suele encontrar en los pliegues. Axilas, ingles, zonas interdigitales, pubis, región retro auricular, zona submamaria, huecos poplíteos y cuero cabelludo.
-Diagnóstico
Para el diagnóstico se tienen en cuenta los síntomas clínicos. La aparición de la picadura con mancha negra y los datos del laboratorio con serología y hemocultivo positivo despejan el diagnóstico diferencial.
-Pronóstico
La evolución de la enfermedad suele ser benigna y, con el tratamiento adecuado y de inicio temprano del tratamiento, se resuelve sin secuelas. Un factor muy importante en el pronóstico es el diagnóstico temprano y la extracción de la garrapata antes de las 24 horas, que debe ser muy cuidadosa, con pinzas romas, y evitando la rotura del parásito y que no deje así su cabeza incluida en la piel. Debemos cogerla lo más cerca de la piel, tirando suavemente hacia arriba con presión constante, sin girar ni aplastar al parásito, no dejando parte de la boca en la piel del niño.
Lavar con agua y jabón y esterilizar la herida posteriormente. Conviene guardar la garrapata en una bolsa de plástico para ver de qué tipo es o para estudiarla en el laboratorio si fuera necesario.
-Complicaciones
El retraso en el diagnóstico y el inicio tardío del tratamiento son los dos factores que más complicaciones generan. El exantema purpúrico, la alteración de la conciencia, los infiltrados pulmonares, la afectación hepática, las alteraciones electrolíticas, la insuficiencia cardiaca, la hipotensión y el shock pueden presentarse como complicaciones más graves.
-Tratamiento
Debe instaurarse de forma precoz, pues acorta el periodo sintomático y evita las formas malignas. La doxiciclina es el antibiótico de elección. Las tetraciclinas y la josamicina también son eficaces. En las formas malignas o en los casos de evolución grave y de mal pronóstico, el niño debe ser ingresado.