El Dr. Javier Albares es neurofisiólogo clínico y miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES) y de la European Sleep Research Society. En su último libro Generación Zombi (Ed. Península) aborda, apoyándose en estudios con evidencia científica, todas las repercusiones que el abuso de pantallas tiene en el sueño, en el desarrollo y en el bienestar de niños y adolescentes. Una realidad preocupante para muchos especialistas y muchas familias. ¿Qué sucede en realidad? ¿Cómo evitarlo? Hemos hablado con él.
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Las horas recomendadas de pantallas en niños y adolescentes y las horas reales que se están utilizando son muy distantes y esto es alarmante
Las pantallas hiperestimulan a los menores, se advierte en el libro. ¿Cuál es el impacto más grave que esto tiene sobre su salud física y psicológica?
Hay un amplio impacto sobre la salud física y mental de los niños y de los adolescentes. En la salud física podemos decir que impacta en un mayor sedentarismo, mayor riesgo cardiovascular, un mayor riesgo metabólico, mayor riesgo de obesidad; y, sobre todo, a nivel de salud mental, implica mayores trastornos de ansiedad, de bajo ánimo, problemas de autoestima, incluso está relacionado el abuso con mayor riesgo de conductas autolesivas e incluso ideas de suicidio, sobre todo porque están muy relacionadas con el bajo ánimo.
Porque no hay que olvidar que, además, las pantallas están relacionadas también, por ejemplo, con el ciberacoso y que luego el contenido al que acceden los niños y adolescentes con las pantallas muchas veces es contenido violento o contenido no apto para sus edades y su maduración cerebral, como puede ser el porno. Y no hay que olvidar que una de las principales consecuencias de las pantallas es que es el gran ladrón del sueño. Más horas de pantalla, menos horas del sueño de niños y adolescentes. Y el sueño no hay que olvidar que es un pilar básico para la salud física y mental de estos niños y adolescentes que están en neurodesarrollo.
El efecto de las pantallas "frena el desarrollo neurocognitivo", se alerta en el libro. ¿Hay algún umbral seguro de uso en la infancia y la adolescencia?
Lo que recomienda las organizaciones médicas de uso de pantallas es, hasta los 6 años, cero horas de uso de pantallas, no uso de pantallas hasta los 6 años. Entre los 6 y los 12 años, una hora al día de uso de pantallas. Incluye todo tipo de pantallas: teléfonos móviles, tablets, ordenadores, incluso las televisiones. Y a partir de los 12 años, entre los 12 y los 16, intentar no pasar de hora y media-dos horas de pantallas. Dista muchísimo de la realidad en la que sabemos que los niños, incluso bebés, están accediendo con edades muy tempranas a las pantallas, mucho antes de los 6 años, incluso de los 2 años.
Los niños, hasta los 12 años, están utilizando de media entre 4 y 5 horas y los adolescentes, hasta los 18, están en torno a las 7-8 horas. Por lo tanto, las horas recomendadas y las horas reales que se están utilizando son muy distantes y esto es alarmante.
Critica a las empresas digitales por hacer creer que los menores de hoy son el 'Homo Digitalis' y han vivido una milagrosa evolución en poco tiempo. "Valiente embuste", proclama. ¿Cómo se puede luchar contra esta presión desde las familias?
Lo primero que tenemos que saber las familias es que la publicidad que han hecho las empresas tecnológicas sobre que ayudan al desarrollo y al neurodesarrollo y que serán niños y adolescentes más inteligentes no es verdad. Ya se ha demostrado y hay múltiples estudios que muestran que cuanto más usan los niños y los adolescentes las pantallas, menor el desarrollo neurocognitivo, menor atención y menor aprendizaje. De hecho, los países que más han digitalizado las aulas son los que paralelamente han conseguido peores rendimientos en los informes PISA de educación. Por lo tanto, no está asociado la digitalización con el aprendizaje, sino todo lo contrario. Es importantísimo tenerlo en cuenta y es básico que haya una legislación que limite este uso.
Es importantísimo que se les obligue a las empresas tecnológicas a que este contenido esté regulado por una normativa que no busque que estemos cada vez más tiempo frente a las pantallas. Y luego, sin ningún tipo de duda, es necesaria una reforma social para que nos unamos no de forma individual cada familia, sino que haya un movimiento social que luche y que exija una defensa de la salud de nuestros niños y adolescentes, que pasa por una reducción del número de pantallas.
¿Cree que las leyes a gran escala deben tomar parte en esta cuestión para proteger a niños y adolescentes?
Como decía antes, la legislación ha de ser clara, la legislación ha de proteger a los niños y adolescentes, igual que lo hacen aspectos como el alcohol, por ejemplo, que se sabe que es perjudicial para el crecimiento, el desarrollo y la salud de los niños y está prohibido consumir alcohol hasta los 16 años para protegerlos.
A los jóvenes los tenemos que proteger, los tiene que proteger la legislación, y si la ciencia ha demostrado que las pantallas son dañinas para su correcto crecimiento físico, para su correcta salud mental, para su salud en general, para su aprendizaje, para su lenguaje, para su empatía, para su creatividad, para su desarrollo sensorial y emocional, hay que legislar para protegerlos para que esto no suceda. Debe ser clara y protectora porque es la obligación de los padres y de los legisladores, insisto, proteger a estos niños y adolescentes que son más vulnerables.
Los menores duermen cada vez menos y peor, ¿hay vuelta atrás?
Es curioso, pero los niños y adolescentes cada vez son más conscientes de la importancia del sueño. De hecho, valoran el sueño como algo muy importante para su salud, pero, sin embargo, es cierto que cada vez duermen menos. Sí, por supuesto que hay vuelta atrás en esto. No podemos decir que no se puede hacer nada.
Es imprescindible que haya un retorno y que a los niños y adolescentes les demos la oportunidad de dormir las horas que necesitan, porque es básico para su salud física y mental. Eso es algo complejo que necesita una reforma en cuanto a los horarios familiares, los horarios laborales, los horarios sociales, pero también que actuemos en nuestras casas. Después de la cena, por ejemplo, hay que evitar totalmente pantallas y ahí ya tendremos una muy buena ganancia de horas de sueño.
Insisto, las pantallas son el gran ladrón del sueño de los niños y adolescentes y, además, es una obligación de los padres donde hay niños y adolescentes poner límites. De ahí los datos que nos pueden poner el punto de alerta. Las familias donde los padres ponen límites con la hora de acostarse, comparadas con las familias en las que no hay límites a la hora de acostarse y los niños y adolescentes se acuestan cuando a ellos les parecen, en las primeras disminuimos el riesgo de depresión o de ideas suicidas en un 25%. Poner límites con la hora del sueño es una obligación de los padres que cuida la salud mental de nuestros hijos.
¿Qué sucede cuando los jóvenes acceden más tarde al mundo digital y a las redes sociales?
No pasa absolutamente nada negativo porque los jóvenes accedan más tarde a las redes sociales y a las pantallas, sino todo lo contrario. Lo que pasará es que no habrán perdido su infancia. La infancia es una vez y el tiempo que los niños pasan frente a las pantallas es tiempo que están perdiendo para hacer otras cosas porque el día tiene las horas que tiene.
Pierden tiempo de actividad física y deporte, pierden tiempo de juego analógico, pierden tiempo de baile, pierden tiempo de música, pierden tiempo de lectura, pierden tiempo de estar con sus amigos y con la gente de su edad, pierden tiempo de familia de calidad, pierden horas de sueño. Por lo tanto, no pasa absolutamente nada porque accedan tarde a las pantallas porque lo que estarán haciendo es lo que toca para un correcto neurodesarrollo, que sin ningún tipo de duda no es estar en frente de una pantalla, sino todo lo que explicaba anteriormente.
Los menores a los que se ha llamado nativos digitales, ¿podrán dejar de ser alguna vez la Generación Zombi?
Por supuesto que los niños que se han llamado nativos digitales podrán dejar de ser generación zombi. Por suerte no todos son generación zombi, aunque sí muchos, y lo principal ,y yo creo que el mensaje que tiene que quedar muy claro de este libro de Generación Zombi, es que en su primera parte intenta alertar lo que la ciencia está demostrando de las consecuencias que tiene la pantalla para niños y adolescentes.
Pero lo más importante es una segunda parte del libro en la cual se plantea un plan de acción. Porque no podemos bajar los brazos ni muchísimo menos ni mirar para otro lado. Ese plan de acción es para que podamos detectar qué grado de problema tenemos en casa en el consumo de pantallas por nuestros hijos y adolescentes, incluso también los adultos, y a partir de ahí detectar el uso que estamos haciendo, ver si es un uso excesivo.
Se plantea un plan para deshabituarnos, para tener menos horas de consumo. Un plan que implica a toda la familia y que implica añadir hábitos sanos y saludables y que ayudará, y que ya lo está haciendo porque muchas familias nos están escribiendo para decírnoslo, a que los niños puedan tener una vida más alejada de las pantallas, un crecimiento más saludable, una mejor salud mental y un mejor descanso y un mejor sueño, y por lo tanto repercutir en toda la familia.