Una madre intenta calmar una rabieta de su hija© Adobe Stock

Crianza

Así es la regla de los 90 segundos: cómo calmar las rabietas gracias a un hallazgo científico

Se ha formulado a raíz de las investigaciones de la neurocientífica Jill Bolte Taylor acerca del tiempo que duran las reacciones químicas del cerebro asociadas a emociones


27 de mayo de 2025 - 7:30 CEST

Las aportaciones que la neurociencia está haciendo en lo que al conocimiento del cerebro infantil y adolescente (y también del adulto) son inmensas, a pesar de que aún queda muchísimo por descubrir acerca de su funcionamiento. Uno de esos hallazgos se deben a la neurocientífica estadounidense Jill Bolte Taylor, reconocida como una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time en 2008.  

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La regla de los 90 segundos para regular las emociones

Lo que Bolte descubrió es que las reacciones químicas del cerebro asociadas a emociones duran 90 segundos. Es decir, “cuando sentimos una emoción intensa, como miedo, rabia o tristeza, la reacción química en el cerebro que la provoca dura aproximadamente 90 segundos”, explica Sonia Martinez Lomas, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien.

Y esta información puede resultar muy útil a la hora de entender y, sobre todo, de gestionar ciertas situaciones, como las rabietas, tan habituales en los niños en una etapa en la que su cerebro está en pleno desarrollo. “Cuando pasan esos 90 segundos, el cerebro se regula, y es mucho más fácil hablar, reflexionar o buscar soluciones, asegura la psicóloga. "No es magia, es ciencia aplicada a la vida cotidiana”.

Cuando pasan esos 90 segundos, el cerebro se regula, y es mucho más fácil hablar, reflexionar o buscar soluciones. No es magia, es ciencia aplicada a la vida cotidiana

Sonia Martinez Lomas, psicóloga

Pero ya sabemos que las rabietas infantiles suelen durar bastante más, ¿por qué? El motivo es que, pasados esos 90 segundos, “si la emoción sigue, ya no es por la reacción del cuerpo, sino porque la estamos manteniendo viva con nuestros pensamientos: Esto no es justo, Siempre me pasa lo mismo, No lo soporto…”. La buena noticia es que, en ese minuto y medio, podemos intervenir para ayudar a nuestro hijo a regularse tras haber sentido esa emoción intenta, y es en eso precisamente en lo que consiste la regla de los 90 segundos para lograr gestionar emociones (y calmar rabietas).

En ese corto lapso de tiempo, lo primero que ha de hacer el adulto de referencia del niño es “no intentar cortar la emoción al instante”, indica Martínez Lomas. Eso no significa no debamos intervenir, más bien al contrario, pero sí hay que tener en cuenta cómo hacerlo: “Si nuestro hijo está muy enfadado, en lugar de decirle enseguida no te pongas así o ya está, cálmate, podemos acompañarle”. Para ello, Martínez recomienda dar espacio al niño, respirar con él y estar presentes sin intentar ‘arreglarlo’ todo en ese momento”.

“Frases como Estoy aquí contigo, Entiendo que estés muy enfadado o Es normal sentirte así le ayudan a sentirse comprendido, y eso ya le calma”, asegura. “Mientras tanto, podemos enseñarle a respirar, moverse o enfocar su atención en cómo su emoción cambia poco a poco”.

Padre calma una rabieta de su hija© Getty Images

¿A partir de qué edad se puede empezar a utilizar la regla de los 90 segundos?

“Esta herramienta puede empezar a aplicarse desde los 2-3 años, cuando los niños ya son capaces de reconocer algunas emociones básicas y comienzan a desarrollar lenguaje emocional”. Después, a lo largo de toda la infancia y de la adolescencia podremos seguir recurriendo a ella e incluso, puede ser una buena herramienta hasta en la vida adulta. “Lógicamente, la forma de aplicarla cambia con la edad”, puntualiza la directora de los Centros Crece Bien.

  • De los 2 a los 5 años. “Con los más pequeños, usamos menos palabras y más presencia física: estar a su lado, abrazar si lo permiten, respirar juntos. Con los mayores, podemos verbalizar más: "Vamos a respirar y ver cómo se siente tu cuerpo dentro de un ratito”.
  • A partir de los 6-7 años ya pueden empezar a identificar los 90 segundos como una herramienta propia, asegura Sonia Martínez. Para ello, es recomendable “enseñarles a observar cómo sube y baja la emoción, como si fuera una ola, les da poder sobre lo que sienten”.
  • En adolescentes, “incluso pueden cronometrar ese minuto y medio si les ayuda, o poner nombre a los pensamientos que alimentan la emoción después del pico inicial”.

“Y sí, sigue siendo eficaz toda la vida”, afirma con rotundidad la psicóloga. “A veces, incluso los adultos necesitamos recordarnos que podemos parar, respirar y dejar que pase. Cuanto antes lo aprendan los niños, más natural lo tendrán en su día a día”.

Martínez nos explica que, cuando un niño aprende desde pequeño a identificar lo que siente, a ponerle nombre y a dejar que esa emoción pase sin hacerse daño ni dañar a los demás, está desarrollando una habilidad que le va a acompañar toda la vida. “Le ayudará a resolver conflictos, a tener relaciones más sanas y, sobre todo, a sentirse más seguro por dentro”.

“Es como darle una brújula para la vida. Le estamos diciendo: Está bien sentir, y tú puedes aprender a manejar eso que sientes". Eso tiene un impacto enorme en su autoestima y en su capacidad para enfrentarse a los retos de la vida”.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.