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Pediatría

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de administrar antibiótico a un niño?

La Asociación Española de Pediatría (AEP) da una serie de recomendaciones dirigidas tanto a las familias como a los propios pediatras

La resistencia bacteriana es un tema cada vez más presente en medios de comunicación porque empieza a ser un verdadero problema para la salud universal. Como bien sabemos, es producto de un uso indebido de los antibióticos que afecta a toda la población; es decir, aunque tú siempre lo hayas utilizado de manera adecuada, esa resistencia bacteriana puede afectarte igual que a alguien que no lo ha hecho. Es una de las cuestiones que más preocupan al sector médico y científico, pues parece que esa resistencia de las bacterias que convierte en ineficaz o que debilita a los antibióticos seguirá aumentando a largo plazo.

“Aunque los antibióticos son armas muy poderosas y beneficiosas, si no las usamos bien pierden toda su utilidad”, señala el doctor Roi Piñeiro Pérez, coordinador del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP). “Las bacterias también están vivas y luchan, al igual que nosotros, por sobrevivir. Si abusamos demasiado de una forma de atacar, aprenderán la forma de defenderse. Por desgracia, hoy ya tenemos bacterias superresistentes que han construido su propio búnker y son muy difíciles de tratar, incluso con antibióticos”.

Sin embargo, esta cuestión, que no es precisamente nimia, parece quedar muy lejana a quien se siente sano y fuerte y que, cuando ingiere un antibiótico, le produce el efecto deseado. Y mucho más aún a muchos papás y mamás que ven lo malito que está su hijo a causa de una infección respiratoria para la que el médico únicamente le ha recetado paracetamol o ibuprofeno. ¿Quién no ha preguntado en alguna ocasión al pediatra por qué no le manda antibiótico al niño? Esta pregunta, afortunadamente, es cada vez menos habitual, pero sigue siendo una tentación para muchas familias intentar administrar a los menores este medicamento para que mejoren lo antes posible.

Hay que tener en cuenta, como reitera la comunidad médica a menudo, es que los antibióticos no son efectivos contra los virus (los causantes de la mayoría de infecciones respiratorias); solo lo son contra las bacterias. La sensación de efectividad viene de que las infecciones víricas que no entrañan gravedad empiezan a remitir a los 4 ó 5 días, que es lo que suele durar la pauta del antibiótico, de manera que se le otorga a este un mérito curador que, en este caso, no merece.

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Pautas de los pediatras para un uso adecuado de los antibióticos en niños:

Por todo lo explicado anteriormente, los pediatras españoles, a través del Comité de Medicamentos de la AEP dan una serie de pautas muy básicas a seguir para evitar las consecuencias del mal uso de los antibióticos:

1. Hacer una prescripción adecuada. Esta pauta del Comité de Medicamentos de la AEP va dirigida no a las familias, sino a los pediatras y otros facultativos que deban decidir el tratamiento a recetar a un menor de edad. Tal y como señalan desde el propio comité, “en ocasiones se administra un antibiótico ‘por si acaso’, sin una sospecha fundada de que pueda existir una infección bacteriana. Casi siempre, ocurre por miedo a dejar una posible infección de este tipo sin tratamiento. La clave para revertir esta tendencia es la formación continuada de los sanitarios”.

De ahí que el Dr. Piñeiro subraye la necesidad de no solo de concienciar a la población en una utilización adecuada de estos fármacos, sino también de mejorar la formación de los sanitarios para que los prescriban correctamente. “La formación entre los profesionales sanitarios en el uso de esta intervención farmacológica es muy variable y, en muchos aspectos, deficiente”, señala. En este sentido, entre las medidas a adoptars, “ayudaría que se reconociera oficialmente la especialidad de Enfermedades Infecciosas vía MIR”.

2. Suspender el tratamiento con antibióticos que se había pautado por una sospecha de infección bacteriana en el momento en el que se demuestre que la infección está producida por un virus u otro microorganismo. A menudo los médicos advierten que no se debe suspender el tratamiento con antibióticos indicado por un facultativo, por mucha mejoría que se haya experimentado, puesto que eso podría favorecer una mejor resistencia de las bacterias, pero también es importante saber cuándo sí hay que interrumpirlo.

3. No se debe mantener el tratamiento con antibióticos durante más tiempo del necesario. El pediatra indicará un determinado número de días y de dosis de antibiótico en función de la enfermedad que padezca el menor y siguiendo lo establecido en protocolos y documentos de consenso bien definidos. “Más tiempo de tratamiento no supone una mejor curación de la infección”.

4. No tomar antibióticos en caso de gripe, infección vírica, dolor o catarro. Como señalábamos con anterioridad, “solo son efectivos contra las bacterias y, si los tomamos aleatoriamente para tratar otras infecciones o dolencias, no serán eficaces cuando realmente los necesitemos”.

5. Nunca se debe tomar antibióticos sin prescripción médica. “Aunque tengamos una caja de antibióticos con pastillas sobrantes de alguna receta anterior, no se deben tomar si no ha existido previamente una prescripción facultativa”.

Esta práctica, la de tomar antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores, que hace no demasiado tiempo era más común de lo que debiera, afortunadamente “cada vez es menos frecuente”. Afirmación que corroboran los datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), de los que se desprende que España es uno de los países de la Unión Europea que más ha reducido su consumo de antibióticos en los últimos años; en concreto, ha disminuido en un 17 % su utilización en humanos entre 2014 y 2022. Sin embargo, sigue ocupando el séptimo lugar en el ‘ránking’ de ingesta de estos fármacos.

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