Niña abrazando a osito de peluche©AdobeStock

Niños

Objetos de apego, ¿por qué son tan importantes para tu hijo?

Los objetos de apego o también conocidos como objetos de transición, es decir, los típicos peluches o dou dou proporcionan al niño seguridad y calma en momentos de estrés o de llanto desconsolado. Te contamos más sobre ellos.

Quizás hayas visto a algún niño conocido, sobrino o tu propio hijo que vaya siempre con un peluche en la mano, quiera dormir todas las noches con ese osito en concreto o vaya dónde vaya, lleve siempre consigo su dou-dou. El ejemplo más universal que podemos poner es la famosa mantita de Linus, uno de los famosos personajes de Snoopy, que siempre la lleva a cuestas porque le proporciona seguridad y calma.

Pues bien, precisamente esa podría ser la definición de estos objetos de apego, o también conocidos como objetos de transición, que utilizan los bebés y niños pequeños para calmarse en un momento de llanto desconsolado, por ejemplo, o los abrazan fuerte contra el pecho o su carita cuando van a dormir. A modo de curiosidad este término fue introducido por el pediatra y psicoanalista inglés, Donald Winnicott para definir la primera posesión no-yo del bebé. “Son objetos que les ayudan a sentirse seguros y que pueden facilitar que se calmen en un momento dado o se duerman. Es el típico peluche, dou-dou o mantita de la que no se separan nunca y que, si se pierde, ¡es un drama! Esto es así puesto que, para ellos, significa lo mismo que para nosotros una habitación de colores claros, con música tranquila y aromaterapia mientras te dan un masaje: paz y tranquilidad. Es como tener un abrazo de mamá o papá guardado en un peluche”, nos cuenta la pediatra Amparo Quiles (@amparoquilespediatra) y Cofundadora del proyecto basado en la crianza respetuosa @anid.ando.


¿Cuándo son los incios y qué pasa si no tienen ningún apego por nada?

El bebé o niño suele iniciar su interés o predilección por un objeto de apego “desde que tienen 4 meses y 6 meses y puede durar hasta los 10 o 12 años, aunque es habitual que los abandonen en torno a los 3-5 años”, asegura la doctora. “De todos modos, niños mayores, e incluso adultos, también pueden tener objetos de apego”, afirma.

Y es que estos objetos de transición no son solo algo ‘cosas de niños’ (solo que en ellos se hacen más evidentes porque no lo esconden, o, al contrario, los muestran más). Y es que, como ya hemos comentado, se trata de un objeto con un valor sentimental incalculable con el que descargar todas las emociones y que para algunos adultos también se hacen imprescindibles por el valor sentimental, porque son su amuleto o su objeto favorito por el motivo que sea.

Los padres, a veces, con el ímpetu de querer que nuestros hijos tengan algo con lo que consolarse o abrazar cuando lo necesiten cuando ellos no estén, queremos, incluso más que ellos, que tengan ese objeto de apego con el que cobijarse. Pero esto no siempre ocurre. ¿Es raro mi hijo por no tener especial afecto por ningún objeto? La pediatra nos contesta: “No pasa nada, al igual que tampoco pasa nada si los tienen. Algunos niños no los necesitan porque son más autónomos, porque tienen personas de apego que están más presentes por el motivo que sea, porque son más expresivos y reclaman contacto directo con otra persona o porque van variando el objeto de apego y no nos damos cuenta. Otras veces los objetos de apego son poco evidentes, como un chupete, un collar de lactancia, un gesto o simplemente el pecho materno”, nos explica la doctora.

Niña abrazando osito de peluche©AdobeStock


Y, ¿hace falta quitárselo cuando el niño crece?

Depende de lo funcionales que sean. Por ejemplo, es conveniente quitar el chupete a partir del año y, como máximo, a los 2 años o 3, porque puede producir malposición de los dientes y favorecer las otitis”, nos comenta la pediatra. Pero, “si se trata de algo que no afecta a la salud, y no está repercutiendo en la vida y las relaciones sociales del peque, es mejor darle su tiempo para que lo abandone solo”, recomienda.

Lo que sí podemos hacer para ayudarle a ir ‘dejando’ su objeto de apego es “favorecer esa situación trabajando su independencia y autoestima, para que el niño no sienta que ‘depende’ de ese objeto para sentirse bien, dormir o calmarse. Pero hay que tener en cuenta que si se prolonga mucho tiempo su uso puede favorecer la inseguridad y la dependencia”, advierte la pediatra.

Pero hay situaciones en las que el apego quizás pueda hacerse un tanto insostenible o complicado de manejar en el día a día del niño como, por ejemplo, en situaciones cotidianas como ir al colegio, de compras, al médico… Así que si te ves en la obligación de tener que eliminarlo la doctora nos da una serie de recomendaciones: “Si es necesario quitárselo, lo ideal es hacerlo progresivamente. Explicárselo, limitar su uso a momentos especiales (como la siesta o dormir) o a un lugar en concreto (la casa, su habitación, la cama). Explicarle que ya es mayor y que dejará de necesitarlo pronto o también podemos ofrecerle que se lo de a otro bebé que lo necesite más. Es importante evitar frases juiciosas como: ‘Es una tontería’ o ‘eso es de bebés’. O amenazas como: ‘Lo vamos a tirar a la basura’, y validar sus sentimientos si cuando lo haya dejado lo echa de menos. Podemos decirle: ‘Entiendo que ahora echas de menos a tu (objeto), ¿te acuerdas que decidiste que ya no ibas a usarlo?’, ‘¿quieres que te abrace, si así te sientes mejor?’”, aconseja la experta.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.