No es necesario una higiene más extrema y no es, ni siquiera, buena.©AdobeStock

Embarazo

Los hábitos para la higiene alimentaria que debes tener en cuenta durante el embarazo

Al contrario de lo que podríamos pensar, una experta en nutrición desmonta la teoría: no es necesaria una higiene más extrema y no es, ni siquiera, buena. Te explicamos por qué

Cuando una mujer se queda embarazada empieza a experimentar una serie de cambios físicos que influirán en el desarrollo del bebé. Para propiciar la salud materna es fundamental atender, entre otras cosas, a una buena higiene.

Mariana Aróstegui, bióloga y experta en microbiota humana, nos introduce cuáles son las razones por las que a una mujer embarazada se le recomienda tener cuidado con la higiene:

  1. Cuando una mujer se queda embarazada se inmuno deprime. “El sistema inmune se le viene abajo con el objetivo de no rechazar ese ‘cuerpo extraño’ que es el feto en crecimiento”, asegura la experta. Para no atacar a nuestro bebé y dejarlo crecer, hay una inmuno supresión, que significa que cualquier infección o microbio campará a sus anchas con más facilidad que si no estuviera embarazada. “Por eso hay que evitar que enferme o pase por alguna infección fuerte”, especifica.
  2. Existen microorganismos que pueden dañar al feto. “Si te infectas con microbios, como pueden ser toxoplasma (una bacteria que vive en los gatos) o listeria, existe una evidencia científica que determina que pueden atravesar la placenta y hacer daño al bebé.

En definitiva, Mariana Aróstegui garantiza que la infección puede causar daño fetal y por ello es tan importante la higiene.



El foco en la manipulación de la comida

Casi todas las enfermedades producidas por bacterias que una embarazada puede desarrollar están relacionadas con la manipulación de la comida.

Hay muchas prácticas que se suelen recomendar durante la gestación pero hay que tener un poco de cabeza. Una mujer embarazada no es una mujer enferma ni mucho menos, simplemente no podrá tomar ciertos alimentos que puedan estar contaminados con microorganismos que nos puedan hacer daño por la mala manipulación. Nada más”, matiza la experta en macribiota humana.

En ese sentido, hay que poner el foco en tres escenarios:

  1. El mundo vegetal: Todo lo que provenga del tema vegetal que pueda estar contaminado. En este caso recomienda, siempre, lavar los vegetales: “Se pueden dejar en remojo con vinagre (normalmente una o dos cucharas de vinagre por un litro de agua). Y es preferible no usar lejía ya que es un producto tóxico”.
  2. El mundo animal: Todo lo que venga del mundo animal hay que comerlo cocinado previamente (carnes, huevos, pescados)... “Existen ciertas peculiaridades porque es cierto que hay algunos productos que se pueden comer crudos si previamente se han congelado. Esto ocurre con los pescados que no estén cocinados, por ejemplo. Puedes congelarlos durante cinco días y consumirlos después. En el caso de las carnes no cocinadas es parecido. Por ejemplo, la carne para hacer un carpaccio o un tartar, carne tipo embutido o curado (fuet, salchichón o jamón ibérico). La idea es que las carnes se cocinen bien o bien se congelen durante 21 días para después poderlas consumir.
  3. El mundo de los lácteos: En general, tanto la leche como los yogures vienen pasteurizados... pero, a veces, no. Por eso, siempre deben estar pasteurizados. Con los quesos ocurre lo mismo.

El mundo de los pescados, en concreto, está relacionado con los anisakis. Hablamos de unos parásitos que no hacen daño al feto pero, si entran en la mujer embarazada, pueden causarle una parasitosis, precisando de un tratamiento médico que no es aconsejable durante la gestación.



¿Cuáles son esas normas de higiene?

La bióloga advierte que cuando se habla de cuidado de manos es a la hora de cocinar y comer: “No es necesaria una higiene más extrema y no es, ni siquiera, buena”.

La experta recomienda minimizar que entren microbios a nuestro organismo con pautas como comprar comida fresca y dejarla en la nevera no más de cinco días, que si se usan cuchillos y tablas para cortar productos crudos se laven bien o que no se corte un vegetal y una carne cruda con el mismo material. Al final, comprando productos envasados todo es más fácil y seguro.

No es necesario una higiene más extrema y no es, ni siquiera, buena.©AdobeStock

La importancia de no obsesionarse con la higiene

En cualquier caso, Mariana Aróstegui garantiza que no hay que volverse loco con la higiene ni con la manipulación de los alimentos: “A veces, cuando las mujeres se quedan embarazadas, se convierten en burbujas estériles en exceso. Van con el gel a todas partes, se lavan en exceso e higienizan en exceso”.

Al final, informa de que eso reduce la carga microbiana del entorno en el que viven y de su propio cuerpo: “Hay que vigilar el exceso de higienización de la mamá y del bebé. Al final, cuanto mayor sea la biodiversidad de las bacterias intestinales, mayor salud para la madre y para el bebé”.

¿Qué significa esto? La experta sostiene que estas bacterias ya mandan información al bebé, a nivel inmune marcan la futura salud del feto y, además, en el parto el niño hereda las bacterias de su madre y mayor diversidad recibirá, por tanto.

En ese sentido, explica que tener tanto miedo y pánico a ensuciarnos, muchas veces nos lleva a matar microorganismos que hacen muchas cosas buenas por nosotros, como mandar señales positivas al desarrollo de nuestros bebés.

“En toda esta vorágine también es importante establecer un equilibrio en el que no se abuse. Por tanto, en esa línea es súper recomendable para las madres convivir con espacios naturales, con plantas, animales, incluso con polvo, tocar la tierra... exponernos más a un entorno mucho más natural para nosotros. Al final, somos animales”, confiesa la nutricionista.

Por último, concluye que toda esta riqueza nos hace estar sanos y funcionar bien: “Que nuestro hijo reciba todo eso es un legado importante, una buena herencia”.

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