Vestirnos de invitada en los meses de buen tiempo es sencillo, basta con elegir un look (en muchas ocasiones es un vestido) que encaje con nuestro estilo y aderezarlo con complementos especiales. Sin embargo, en las bodas de invierno entran en juego otros factores. No solo hay que buscar una pieza especial o que nos identifique, también que sea de un tejido y de un color apropiado, que funcione bien con un abrigo (o no lo necesite) y, por supuesto, seleccionar los complementos que mejor encajen. Si todo queda redondo, se pueden conseguir resultados tan elegantes como este de María Hernández.
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Un dos piezas a medida con accesorios especiales
La influencer, cofundadora de Babela Studio, una firma artesanal enfocada en la decoración y en el mundo nupcial, sorprendió con un elegantísimo diseño en la boda de su mejor amiga, Paloma. Se trataba de un conjunto creado a medida para ella por Cristina Valenzuela, directora creativa de Valenzuela Atelier. Estaba compuesto por una chaqueta cortada a la cintura, estructurada, con cuello redondeado y manga francesa que combinaba con un pantalón de talle alto y tobillero, realzado en la cintura por un fajín de seda salvaje en tono mostaza. Ambas prendas estaban confeccionadas en seda rústica de color burgundy que enmarcaban la figura de María.
Decidió combinarlas con una blusa mostaza, también realizada a medida. "Estaba elaborada en la misma seda mostaza que el fajín; destacaba por su cuello delicado y sus mangas adornadas con jaretas hechas a mano, un detalle de artesanía que evoca la costura tradicional y aporta distinción al conjunto", nos explica la diseñadora.
Aunque el look por sí mismo podría haber sido todo un acierto, la elección de los complementos hizo que el resultado fuera mucho más redondo. La creadora de contenido eligió unos zapatos destalonados, el modelo Luna de Javier Gonzalo Shoes, destalonados y con pulsera al tobillo que funcionaban tan bien como su bolso de mano, de Malababa. Muy especiales también eran sus joyas, de Antiqüa, unos pendientes largos acabados en un rosetón y varios anillos. Pero, sin duda, uno de los accesorios que más ha llamado nuestra atención ha sido el tocado. María eligió una pamela de rafia, de ala ancha y ligeramente flexible, que llevó inclinada: una forma muy elegante y favorecedora de colocarla.
Pamela, siempre con moño
Según dicta el protocolo, el tocado solo es apto para bodas de día (por las noches es preferible optar por detalles más discretos como diademas, horquillas o peinetas). Y aunque siempre se ha dicho que era importante llevarlo durante todo el evento, Ana María Chico de Guzmán, la diseñadora preferida de las aristócratas y fundadora de la casa Mimoki, nos aclara este punto: "sin duda, los protocolos se han ido relajando a la vez que las bodas se han transformado. Antes, tras el vals llegaba la despedida, pero ahora las bodas suelen ser grandes fiestas con baile que puede durar hasta el amanecer, por lo que llegar con tu gran tocado puesto de vuelta a casa no tiene ningún sentido". Y, por supuesto, se puede lucir independientemente de la estación del año.
María eligió llevarla sobre un moño bajo, un peinado sencillo que es uno de los preferidos por los expertos para este tipo de tocados. Hay que tener en cuenta es que las pamelas ya son muy llamativas, por lo que el recogido debería ser sencillo y relajado, para aportar equilibrio al look. Además, al ser un moño bajo, actúa como una base estable, evitando que la pamela se desplace o se tambalee. "La raya en medio o a un lado, bien marcada, aporta modernidad al peinado", nos explicaba Moncho Moreno. También permite que el acabado sea más o menos pulido, en función de lo que favorezca a cada invitada.
Pero esos no son los únicos beneficios de la mezcla moño más pamela: al llevar el cabello recogido, el cuello y la espalda quedan despejados, lo que resulta más cómodo; ayuda a que no acorte visualmente la silueta, sino que la estilice. Y si está bien trabajado, al quitar el tocado el peinado se mantendrá perfecto.
