Este fin de semana, Sevilla se ha convertido en otro de los escenarios de una de las grandes bodas del fin de semana. Julia Bolaños y José María Ramírez-Cárdenas y Cabello de los Cobos, han elegido el 27 de septiembre para convertirse en matrimonio. La pareja se ha dado el 'sí, quiero' en la iglesia de Santa María, en Carmona, la misma que hace años albergó el multitudinario enlace de María de Borbón Escrivá de Romaní con José María Valdenebro del Rey. Un precioso lugar al que la hija mayor de Luis Bolaños ha llegado acompañada del brazo de su padre, desvelando así su vestido de novia.
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Se trata de un vestido diseñado por Jorge Vázquez con una clara inspiración en los años 50, una elección que no es, para nada, casual. Tal como nos explican desde el atelier, han querido crear para Julia una pieza atemporal, que envejezca bien, de esas que siempre se vean bonitas, pasen los años que pasen. Y lo han conseguido.
El traje está confeccionado en garza de seda triple italiana de color nácar, con una textura muy marcada que aporta riqueza y un punto muy especial al diseño. Tiene un amplio escote barco y manga al nudillo, larguita y bien pegada. Es un diseño muy encajado en el talle con un fajín en diagonal a uno de los costados de donde sale un volumen del mismo tejido que afila, potencia y da un volumen "muy costura". La falda es recta en el delantero y lleva una cola desmontable de dos metros y medio de la misma garza que sale del talle en espalda.
Uno de los detalles más especiales es el bordado floral, realizado totalmente a mano sobre el mismo tejido, que lleva el vestido en los hombros, el talle y los costados de la falda. Se trata de un elemento muy característico del taller de Jorge Vázquez y que (aunque diferente en forma) hemos visto en piezas tan especiales como las que el creativo ideó para Sol Matossian, nieta de Tessa de Baviera, o Victoria Ferrer, que el pasado julio se casó con Bosco López-Madrid Villar Mir.
El velo elegido por la novia merece mención aparte. Un manto nupcial del siglo XVIII, una pieza cargada de historia que ha sobrevivido al paso del tiempo. Sus bordados florales, ligeramente desdibujados por los años, y su tono beige contrastando con el blanco del vestido, lo convierten en un símbolo de continuidad y memoria familiar. Al sujetarlo con una peineta de diamantes sobre un recogido bajo, la novia rinde homenaje a la tradición. El resto de joyas son de herencia familiar.
El ramo, de estilo natural y en cascada, estaba compuesto por pequeñas flores blancas. Una elección que parece sencilla, pero que encaja perfectamente con el aire atemporal del vestido y subraya el carácter delicado del look nupcial.
En cuanto al maquillaje, la novia apostó por una base luminosa, sombras en tonos tierra y labios naturales con un ligero brillo. Un look favorecedor que deja todo el protagonismo a los rasgos de la novia.
Uno de los momentos más comentados se vivió a las puertas de la iglesia, cuando el propio Jorge Vázquez, presente en la ceremonia, se acercó para ayudar a la novia a colocar la cola de su vestido antes de que iniciara el camino hacia el altar. Un gesto íntimo y revelador de la cercanía entre creador y musa, que dio un toque aún más especial a la entrada en Santa María. Desde el exterior, numerosos rostros de la jet set andaluza fueron desfilando para asistir a una boda que, en un escenario de ensueño, ha combinado emoción, tradición y elegancia.