Apostar por un vestido a medida para una ocasión especial tiene grandes ventajas. Una de ellas es el hecho de poder adaptar tendencias o rescatar elementos y técnicas del pasado para sumar personalidad al look. Esto podría decirse que fue lo que hizo Ángela, quien se puso en manos de Inés Martín Alcalde para que creara el diseño perfecto como madre de la novia que era. Su hija se casaba en Madrid y se decantó por rescatar el maravilloso fenómeno del nido de abeja, detalle que abunda en las prendas infantiles y que en su caso alcanzó una nueva dimensión con una propuesta de largo midi en color amarillo mantequilla, que no ha dejado a nadie indiferente. Ella lo acompañó de un elegante tocado y hoy conocemos su historia.
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Una misma diseñadora para madre e hija
“Tenía muy claro el estilo que buscaba: algo sencillo y elegante. Además, había visto referencias del punto de abeja y lo veía perfecto para esta ocasión. Cuando le conté la idea a Inés Martín Alcalde, le encantó, y juntas trabajamos en un diseño que se adecuase a lo que buscaba”, introduce Ángela. La diseñadora y su equipo comprendieron los requisitos de nuestra protagonista y se pusieron manos a la obra. También se encargaron del vestido de la novia, de hecho, precisamente por la confianza que el atelier dio a su madre, esta se convirtió en clienta también para su look.
“En la segunda prueba de mi hija, le pregunté si era posible que me hiciese a mí el vestido y me contestó que sí. Desde ahí empezamos a hacer coincidir las pruebas de mi hija con las mías. El proceso y las pruebas conjuntas nos facilitaron todo mucho; mi hija vive fuera de España y en ese momento yo no residía en Madrid”, recuerda. De Inés, a Ángela le fascinó su habilidad para interpretar los deseos de las clientas (desde que vio cómo había acertado con la primera cita de su hija); también le enamoraron los tejidos de los que disponía y una costurera de su equipo, Rosa, con amplia experiencia.
La tendencia del amarillo mantequilla
Ángela estaba segura de que su vestido debía ser azul bebé o amarillo mantequilla. En un primer momento, con su segunda cita, llegó el momento de enfundarse la prenda para ir ajustándola sobre su cuerpo. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que haber escogido el azul había sido un error, puesto que el acabado no era el esperado: “al poner el forro interior, en vez de ser un azul bebé, era un tono turquesa que no me favorecía, así que tuvimos que empezar de cero con el amarillo mantequilla”.
Con este color, el proceso fue mucho más ameno y consiguieron realzar sus rasgos. El resultado fue un vestido midi, de tejido fluido, con nido de abeja en los hombros y a la altura de la cadera, que contaba con mangas francesas y presumía de gozar de mucho movimiento. Una opción ideal para ser madre de la novia en un enlace celebrado a finales de mayo, cuando el calor hace acto de presencia. Para lograr este espectacular diseño, nuestra protagonista siempre tuvo presente su objetivo: “quería ir elegante, viéndome yo misma, pero tenía clarísimo que quería ir discreta, ya que era el día en que mi hija y la madrina fueran las protagonistas”. Y acertó.
Complementos sencillos y atemporales
Es habitual que las madres de la novia se planteen llevar la cabeza cubierta, especialmente en bodas religiosas, para sumar puntos a su estilismo. Este no era el caso de Ángela, quien no se planteaba recurrir a un tocado, pero podría decirse que el azar sorprende y finalmente esta pieza, tipo plato, la acompañó en un día tan importante. Sin duda, era el detalle que necesitaba para completar su look, una creación a la que podrá sacar partido en otras muchas celebraciones. Detrás de esta decisión hay una curiosa historia: “un día fuimos mi hija, la madrina y yo a buscar sombreros para los pajes y un tocado para la madrina. Estando en la tienda vimos uno que era perfecto para mi look y sin buscarlo ni pensarlo mucho, me animaron a comprarlo para completar el conjunto. Fue gracioso que yo, que era la única que no buscaba tocado, fui la única en salir con uno de la tienda”.
Además de este elegante complemento de color natural, nuestra protagonista optó por sumar otros accesorios, siempre siguiendo la paleta cromática de los tonos oros y terracotas: “llevaba un bolso de mano marrón de piel de cocodrilo, regalo de mis amigas; unos zapatos dorados de Valentino, que compré para la ocasión y joyas de Suárez y Amalla Joyeros, de Alicante”.
Todos estos elementos construyeron un estilismo que ha cosechado numerosos piropos. Y precisamente para orientar a otras mujeres maduras que ocupen el mismo papel que ella, conviene seguir su consejo: “lo más importante es que tengan claro su estilo y qué les favorece. Partiendo de ahí, que busquen ideas, se informen con revistas, y se pongan en buenas manos de profesionales a la hora de crear el diseño y confeccionarlo. Sobre todo, que no se disfracen. Hay que pensar que verán las fotos en 20 años y lo ideal es que les siga gustando su look”.
Detalles de esta boda en Madrid
Una invitada tan relevante y estilosa como esta madre de la novia solo podía estar ligada a una boda igual de sofisticada y entrañable. Para conocer el escenario en el que lució este vestido, consultamos a Ángela acerca del ‘sí, quiero’ de su hija. Nos desvela que el enlace tuvo lugar en Madrid, el pasado 31 de mayo en la Finca El Campillo. “Fue un día muy emotivo y alegre, donde nos sentimos muy acompañados, sobre todo los novios, que estuvieron más de un año a distancia organizándola y tenían muchas ganas de que llegara el gran día”, apunta.
Confiesa que los invitados asistentes a esta celebración alabaron la felicidad que desprendían los novios, una sensación contagiosa que invadió el espacio. “Como mi hija y mi yerno viven en un país árabe, tuvimos invitados con culturas y costumbres distintas, lo que hizo que la boda fuera más multicultural y que, en algún momento, tuviéramos que explicarles y mostrarles cómo son las bodas en España. ¡Ahora dicen que no hay bodas mejores que las españolas!”, asegura entre risas.
Para poner el punto y final, Ángela admite que si tuviera que quedarse con un solo detalle de la jornada, este sería la sonrisa de la pareja, que estuvo unida todo el tiempo. “Irradiaban felicidad y amor. Como madre, no hay cosa que me pueda gustar más. También me pareció muy especial la ceremonia religiosa. Fue preciosa. El sacerdote, amigo de la familia de mi yerno, lo hizo estupendamente, muy cercano y con alguna broma que otra. A todos los invitados les encantó”, concluye.