Sumando los datos de sus perfiles digitales, esta pareja de influencers suma más de 800 mil seguidores que siguieron cada detalle su preciosa boda. Andrea González y Javier Ausín se dieron el esperado "sí, quiero" el sábado 30 de agosto, en el Santuario de la Bien Aparecida (patrona de Cantabria). "Nos quedamos completamente enamorados de la iglesia", confesó a ¡HOLA! la novia acerca del vínculo inquebrantable que los une con Cantabria. Desde el escenario de ensueño con vistas al mar hasta el secreto mejor guardado, su original vestido, nos adentramos en el enlace del dúo que revoluciona las redes sociales.
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Como experta en moda que es, Andrea supo desde el primer momento a quién acudiría para materializar su vestido de novia: "Siempre tuve claro que quería a Castellar Granados. Llevo siguiendo su trabajo desde hace años y en cuanto fui a conocerla encajamos a la perfección". Lo que no sabía en aquella primera consulta en el atelier era por cuál estilo quería decantarse. "No tenía en mi cabeza mi vestido ideal", admitió nuestra protagonista, pero cualquier miedo que pudiera tener se disipó apenas la diseñadora comenzó a bocetar el que sería su look soñado.
Andrea González no es una novia atemporal
Si echas un vistazo a su perfil, te darás cuenta de que en el armario de Andrea priman las prendas clásicas, casi siempre en tonos neutros, así que nuestra sorpresa fue inmensa cuando nos desveló que estaba buscando algo completamente distinto para el día de su boda. "Un vestido de novia no tiene por qué ser atemporal", asegura. Muchas novias son de la misma opinión. Aprovechan que se trata de una ocasión irrepetible, en la que son las únicas protagonistas, para salir de su zona de confort e innovar mediante faldas vaporosas, tocados o tiaras impresionantes o capas larguísimas.
"Es un vestido que te pones una vez en la vida, que te lo hacen a medida y desde cero, ¡con el que puedes arriesgar y divertirte! No tengo miedo a eso tan común que dicen de “en 10 años vas a ver las fotos y no te va a gustar tu vestido”. ¿Cómo no me va a gustar? (ríe) ¡Es el vestido de mi vida!".
Su original vestido nupcial de encaje francés
El resultado fue un precioso vestido de escote asimétrico elaborado a base de capas voleadas de organza de seda que siguen la línea diagonal del escote hasta abrirse en el bajo del diseño. En el lateral izquierdo, tiene un godet en encaje rebrodé francés, que ayuda a dar más vuelo a la falda, y ese mismo encaje aparece entolado sobre algunas de las capas de forma alterna.
Para el calzado, Andrea tenía en mente un tacón que no fuese demasiado alto: "4 centímetros es justo lo que quería". Finalmente, optó por unos mules confeccionados en crepe de China con ribete de terciopelo, de la firma italiana Neous, que cumplieron todos los requisitos. Con esta elección, se distancia de los formatos típicos de salón o sandalia que suelen lucir las novias. Sus mules se mimetizan perfectamente con el aire romántico, pero vanguardista, de su vestido.
Joyas vintage de tradición familiar
Lo que no dejó al destino fueron las joyas con las que aderezó el conjunto. Del Páramo, una de las joyerías especializadas en piezas vintage más importantes de España, pertenece a la familia de Javier, y Andrea estuvo fascinada de hacerles homenaje luciendo algunas de sus piezas. "¡Literalmente llevé 'las joyas de la familia'!", comenta muy ilusionada. Los pendientes con los que se casó eran clásicos, realizados en oro blanco con dos diamantes centrales de 7 quilates cada uno, suspendidos de una línea de diamantes engastados. Para acompañarlos, añadió una importante pulsera de alta joyería francesa de los años 40, realizada en platino y con 32 quilates de diamantes.
Hubo una tercera joya que, en un principio, puede pasar desapercibida, pero que al detallar el look se hace evidente por su belleza y unicidad. Sujetando el velo que recubre su coleta media con ondas desechas, que corrió a cargo de la estilista Eugenia Bustamante, encontramos un broche de platino y diamantes, también cortesía de Del Páramo.
Sobre su look de belleza, la novia comentó que lo llevó a cabo Yael, con quien ha trabajado muchas veces en el pasado. La complicidad entre ambas se plasmó en el resultado, posible gracias a los productos de Givenchy. "Buscamos en todo momento un look natural, con una piel luminosa, potenciando el bronceado que he conseguido durante el verano".
Un ramo largo de flores blancas
El ramo de Andrea se compone de hortensias y flores pequeñas de color blanco que cuelgan ligeramente, y sigue la tendencia de los ramos de tallo largo o con caída que enamoraron a las prometidas este verano. Ella lo ató con una tira de guipur del vestido de novia de su madre. "Mi 'algo viejo'”, dijo. Y no fue la única anécdota que hizo de este accesorio una pieza crucial del conjunto nupcial, más allá de la tradición o la estética: "Mi amiga Teresa Sanz me regaló una cinta de la Virgen del Pilar, que llevé también. Fue muy especial".
Javier Ausín, un novio con chaqué de tejido italiano
Al hablar de tendencias nupciales o de protocolo, los hombres son los grandes olvidados. Para Javier, sin embargo, pensar en qué tipo de traje iba a lucir en su boda no supuso un esfuerzo ni le traje complicaciones. Es lo que tiene trabajar a diario con distintas firmas de moda, y mejor aún si son de absoluta confianza. En su caso, eligió a su amigo y sastre Adrián Seligra, quien ideó para él un look perfecto.
En el gran día, Javier Ausín llevó un chaqué clásico en su línea y esencia, con una fuerte inspiración en la época de los años 40, donde predominaban solapas anchas, sisas profundas, talles cortos, largos profundos de levita y un fuerte marcado en los hombros. "La confección es 100% artesanal con mucho mimo y esmero con más de 10 meses de preparación". Es tejido es nada menos que de Loro Piana, una lana merino australiana que le da mucha luminosidad a la prenda.
La celebración fue en el Hotel Pico Velasco, una construcción del siglo XVII que ha renacido como un hotel rural de lujo. Está ubicado en un entorno privilegiado, en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, con vistas panorámicas del mar cantábrico. "El chef Nacho Solana lleva la batuta, y la experiencia gastronómica que ofrecimos en la boda fue de Estrella Michelín", aseguró Andrea con la seguridad y el alivio de una novia que sabe lo bien que se lo pasaron sus invitados.
El segundo vestido de Andrea
Como muchas novias, Andrea decidió cambiarse a un vestido diferente para el momento de la celebración. Este parte de la estética del primero porque -dice- quería que hubiera coherencia entre ambos, pero con un aire más relajado. "Buscábamos libertad, así que el patrón incluía sujeción en la sisa para poder mover los brazos con total comodidad. Como cambié los tacones por unas delicadas bailarinas con cintas de seda, lo ajustamos a ras del suelo y añadimos una abertura lateral en la pierna que, además de aportar fluidez, dejaba ver el detalle del calzado". Las bailarinas de las que habla son un par de color champán, de la conocida marca francesa Repetto.
¿Y qué firma está detrás del vestido? La respuesta te sorprenderá: "Una de mis mejores amigas, Esther, es diseñadora y tiene una marca de trajes de flamenca (Dher Collection) con la que ahora está empezando en el mundo nupcial. Yo fui la primera persona en ponerme un traje de flamenca diseñado por ella cuando empezó con la marca, y ahora voy a ser su primera novia. Estoy muy emocionada, muy feliz y agradecida con mi amiga". La noche anterior, para su preboda celebrada en el Hotel Eurostar Real de Santander, también se enfundó en una creación de Dher Bridal, la cual evocaba la elegancia eterna de Grace Kelly y daba pistas sobre cómo sería, finalmente, el verdadero look de la novia.
Y su conexión inesperada con Kate Middleton
La base del segundo vestido de novia de Andrea es una muselina de seda con una caída ligera y etérea, e incorporaron plisados de organza y drapeados en la cintura que caen en cascada. "Lo más especial fue la mezcla de texturas. Nos fascinan los encajes, y Esther viajó a París para elegirlos personalmente de Sophie Hallette, la misma casa que creó el encaje del vestido de Kate Middleton. Seleccionamos piezas con perlas, relieves florales y contrastes de blancos que aportaban dimensión, profundidad y una belleza sutil, casi mágica".
Para la fiesta, hicieron un pequeño retoque de maquillaje, dando algo de profundidad e intensidad al look, y se soltó la coleta. Nuevamente, lució joyas de Del Páramo, pero esta vez en oro amarillo, para combinar con el anillo de montura de diamantes baguette de los años 80 que le regalaron Javier y su suegra el día que celebraron la pedida.
Una boda verde entre valles en Cantabria
"No queremos organizar una influboda", explicaba Andrea a ¡HOLA! unas semanas antes de casarse. Y es que el fenómeno de las "bodas virales" -aquellas que buscan sorprender mediante detalles pomposos o exagerados para ganar notoriedad online- solo ha crecido en los últimos años, desde que las redes sociales forman parte de nuestro día a día. Y qué decir de estos novios, ambos influencers, que no han querido seguir el camino típico de quienes trabajan en Instagram o Tiktok. En su boda, lo más importante ha sido el amor que se tienen el uno al otro.
Para la organización, eso sí, igualmente se dejaron asesorar por profesionales del mundo bodas para que todo saliera a la perfección: "Fue una experiencia maravillosa. Contamos con @martinaporelnorte desde el primer momento. Han conseguido que una experiencia que puede llegar a ser muy estresante sea algo maravilloso y emocionante. Se encargaron de todo, proveedores, ideas, horarios, plan deco… ¡Un 10!".
El entorno tan hermoso que sirvió de escenario para la celebración, sin duda, facilitó las tareas de decoración. Un sitio así es llamativo por sí solo, de modo que apenas necesita adornos o montajes, contrario a lo que ocurre en fincas de campos más secos o llanos. "En esa línea, apostamos por los tonos verdes y blancos para las flores, mucha hortensia, que es una flor muy típica en Cantabria y que para mí representa mis veranos con mi abuela y toda la familia junta".
La temática del 'seating plan' no era menos personal. Los novios se valieron de ciudades importantes para ellos como pareja: Santander, Madrid, Formentera, Nueva York... "De las ilustraciones se encargó @carmelaoa, así como del resto de la papelería: minutas, meseros…", añadió Andrea. Para las mesas, eligieron vajillas de plata con candelabros a juego. Jo Malone fue responsable de la decoración con velas y de los perfumes que se regalaron como recuerdo a los invitados.