,type=downsize)
Inés representa una mujer natural, elegante y con un encanto personal que va más allá de una cara guapa", describe Rocío Peralta a una de sus musas, Inés Sastre. La actriz y modelo internacional personifica el ideal de belleza morena que, como decía el pasodoble, pintó Julio Romero de Torres, y se convierte en pura inspiración para las próximas ferias y romerías de la mano de la diseñadora sevillana. En opinión de Rocío, todo un emblema de la moda flamenca desde hace 16 años, Inés refleja los perfiles en los que su firma se define: "Naturalidad, elegancia y sofisticación con encanto".
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La creadora y la top model se conocieron, hace un montón de años, en la boda de un amigo común, en Alemania, y desde entonces se hicieron íntimas. Inés nunca falta a los desfiles de la hija de la leyenda del rejoneo Rafael Peralta, y Rocío ha vestido a la intérprete en varias ocasiones para la Feria de Abril. Una tarea que, admite, "para mí es muy fácil y gratificante, porque Inés y yo coincidimos mucho en gustos y ella me deja hacer".
La sincera amistad que se fue fraguando con el tiempo entre estas dos mujeres no está exenta de mutua admiración: "Es de las personas más cultas e interesantes que conozco. Ha vivido intensamente, en la élite mundial de la moda, la cosmética, Hollywood, ha cantado con Pavarotti... Es toda una fuente de sabiduría", enumera Rocío.
"Lo he vivido a tope"
"Llevo años queriendo hacer este reportaje con Rocío, a la cual tengo un enorme respeto y admiración, y estoy feliz de haber podido hacerlo por fin. Las fotos son ideales y los trajes, preciosos. Me encanta reivindicar el lado femenino y las tradiciones", asegura Inés, hoy convertida en la flamenca más parisina. "Nos tranquilizamos mutuamente y nos parecemos en algunas cosas: ella es muy racial, por ejemplo, y yo también. Durante la COVID se inventó unos pijamas, algo maravilloso, me encanta la estética de lo que hace, es muy elegante, refinada y sofisticada", señala Inés.
"No había estado nunca en la Feria de Sevilla ni jamás me había vestido de flamenca, pero justo el año que Rocío lanzó su primera colección coincidió que también era el primero que iba yo por motivos de trabajo. Y mi amigo José Antonio Ruiz-Berdejo quiso que conociera sus diseños".
"Desde entonces —prosigue—, he estado unas tres o cuatro veces, aunque, por motivos laborales, he ido con un poquito de prisa siempre y me hubiera gustado haberla podido disfrutar más, pero por lo menos, cuando he estado, lo he vivido a tope". "Este año no he podido ir y el motivo es tan sencillo como que tengo un perro y me siento muy responsable de él, no quería ni podía dejarlo porque, como sabes, es adoptado y necesita muchísimo cariño", nos dice Inés, que colabora desde hace años con la organización Héroes de Cuatro Patas.
Vínculo con España
Durante los 30 años que Inés vivió en París, Andalucía fue para ella su gran vínculo con España y los veranos en Sotogrande, la manera de que su hijo mantuviera la conexión con sus raíces. "Para mí, Andalucía es una tierra de acogida, sofisticada, maravillosa y con unas tradiciones que me encantan. Siempre he tenido esa afinidad especial con el sur. De no ser así, me hubiera quedado en Biarritz y mi hijo no hubiera podido disfrutar de ese lazo con su país".
Camino ya de los cinco años desde que regresó a vivir a España, reconoce: "Al principio, eché mucho de menos París y tuve mucho vértigo, pero me estoy dando cuenta de que Madrid se está transformando de un modo increíble. Se está volviendo muy internacional y eso me alegra y me da mucho más confort. Siento decir que ¡no me llevan al norte nunca más! (Ríe). He adorado mis años fuera de España, pero es verdad que aquí se vive muy bien. Así de fácil".
Inés dejó en la capital francesa toda una vida y a muchos amigos que "no paran de venir a verme. Madrid está de moda. De hecho, mi amigo e interiorista Vincent Darré viene con un grupo de amigos a mi casa el día 30". "Y te digo una cosa —continúa—: no por no vivir en París no tengo a Francia. Mi vida estará siempre ligada a los países por los que siento tanto amor, como son Francia e Italia".
"Me encanta cumplir años"
Inés tenía solo trece años cuando Saura la descubrió al mundo en El Dorado. Han pasado casi 40 desde entonces. "Me encanta cumplir años, yo lo celebro siempre en la fecha concreta, el 21 de noviembre, da igual el día de la semana en el que caiga, me parece tan divertido…". Cuatro décadas en el mundo de la moda y la belleza no los cumple cualquiera: "Es maravilloso. Estoy tan orgullosa de todo lo que he hecho, de haberlo vivido con tanta emoción, con tanto amor, con tanto interés, con tanto entusiasmo y con tanto trabajo...".
Si tuviéramos que desgranar las claves de su éxito diríamos que es una combinación entre tenacidad, imaginación, esfuerzo y mucha pasión. "Mi trabajo me ha importado muchísimo y me sigue gustando muchísimo. Me encanta. Y transmitir una imagen de la mujer muy positiva, muy bella, para mí ha sido uno de los retos más importantes".
Hoy en día, sigue mirando hacia el futuro con muchos planes e ilusión, aunque con una mirada más pausada… y mucho más sabia: "Lo que más me valoro es haber sabido adaptarme al cambio, transformarme y seguir encontrando nuevas ilusiones y perspectivas, porque la vida siempre está por delante, no por detrás". Y precisamente este seguir adelante nos lleva a su presente.
En esta etapa muy diferente, también está más dispuesta a rehacer su vida sentimental. Completamente adaptada a su vida aquí, su hijo, Diego, en el que ha estado volcada, cumplirá 19 años en agosto y el pasado otoño se marchó a estudiar fuera de casa, lo que le ha permitido ir consolidando la relación que comenzó hace unos meses con un abogado sevillano. De otra manera, hubiera sido imposible. "Las cosas han venido tranquilamente, como tenía que ser. Llegan cuando tienen que llegar, después de tantos años sola", asegura.
"Me he vuelto más dulce"
"¿Que si me pongo flamenca? No, no, más bien me pongo castellanoleonesa —ríe—. Me refiero a la tenacidad y la tozudez", aunque reconoce que, "con los años, me he vuelto mucho más dulce. Y eso me gusta, porque en el fondo siempre lo fui. El hecho de marcharme fuera a trabajar tan joven, probablemente, me hizo más dura; es una manera de protegerse y defenderse, pero mi carácter, tengo que decir, es más bien conciliador".
Terminamos nuestra conversación hablando del nuevo Papa, una elección que Inés siguió muy de cerca: "Estoy encantada con León XIV, es un hombre conciliador y en un mundo tan polarizado me ha dado un gran sentimiento de esperanza. Me emocioné, la verdad". En los próximos días, dos citas importantes esperan a Inés. Como benefactora, desde hace muchos años, de la Ópera Garnier, viajará a la capital francesa para la presentación del nuevo libro de su amigo Alexander Neff, director general de la Ópera de París, y el próximo 6 de junio recibirá la Medalla de Oro de la Asociación Santo Ángel Custodio de Rota.