Celebrar la elegancia de la reina Sofía a través de sus joyas no es contar una cronología de apariciones: es leer el pulso emocional de una monarquía en cada diamante, rubí o perla que ha lucido desde su juventud. Durante seis décadas en la escena pública, sus accesorios han narrado secretos de linaje, diplomacia y autoestima.
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Una joya llamada Niarchos: los rubíes que redefinieron un estilo
En 1962, con solo veinte años, la entonces princesa Sofía de Grecia recibió en su boda un regalo que cambiaría su iconografía: el parure de rubíes de Van Cleef & Arpels, obra del magnate naviero Stavros Niarchos. Aquella pieza, convertible en collar largo, diadema o tiara, pronto se convirtió en su firma visual: cada gala, cada recepción internacional y acto de Estado la mostraba como una sobria encarnación de poder y tradición mediterránea. Y más con los pendientes a juego.
La colección “joyas de pasar”: legado real que habla de continuidad
La colección “joyas de pasar”, iniciada por la reina Victoria Eugenia en 1906 y diseñada para ser transmitida de reina a reina, incluye la emblemática tiara de la Flor de Lis de Ansorena, collares de chatones gigantes y el broche “La Peregrina II” (que muchos consideran perdido). Sofía las ha lucido con magistral discreción. Durante la entronización de Juan Carlos I en 1975, Sofía optó por no lucir la tiara de la Flor de Lis. Esperó hasta la restauración formal de la monarquía en 1978 para aparecer con las "joyas de pasar". Fue un acto simbólico que anunciaba respeto a la Constitución y reencuentro con la tradición.
El broche Sterlé y otra cara de la memoria
En 1968, tras el nacimiento de su hijo Felipe, Sofía recibió de Francisco Franco un broche diseñado por el joyero Pierre Sterlé: un zafiro cabujón rodeado de diamantes y toques de oro y coral, recreando la cola de un cometa. Vista como un gesto político, también ha sido un símbolo íntimo que ella ha llevado en actos oficiales y celebraciones del linaje.
Perlas y diamantes: elegancia convertible
Entre las piezas más simbólicas que Sofía lució durante los años 70, se encuentra un collar de 37 perlas grandes regalado por Alfonso XIII y reproducido en varias longitudes. Aquel collar ha sido visto en retratos de gala y eventos clave de la monarquía. La tiara floreada de J.P. Collins, obsequiada por Franco para su boda, ha sido usada por la reina como collar, broche o diadema según la ocasión.
Pendientes Montellano: un cameo aristocrático en Roma
Entre las piezas menos conocidas pero fascinantes están los pendientes de diamante de la duquesa de Montellano, donados a Sofía tras su boda en Roma. Estrenados durante su visita al Vaticano, dejaron una huella sutil en los primeros retratos oficiales como princesa europea emergente.
Una 'influencer' inadvertida
Aunque hoy la recordemos envuelta en mantillas, la Reina Sofía fue, en sus años de juventud, una auténtica adelantada a su tiempo. Basta con repasar sus apariciones en los años 60 y 70 para descubrir a una princesa con sensibilidad moderna: vestidos minimalistas, zapatos de tacón medio y pendientes de aro que hoy volverían a estar en portada. En alguna imagen, incluso luce joyas con piedras de colores o esmaltes brillantes, detalles que revelan una faceta menos conocida, más divertida, que hoy vuelve a resaltar. Puede que nunca haya buscado el protagonismo mediático, pero su estilo marcó una época.
Una adelantada a su tiempo
Ya en su juventud, doña Sofía mostraba una intuición estética adelantada a su tiempo. Antes de que los chokers regresaran como tendencia en los noventa, y más tarde como fetiche de las insiders de moda, ella ya los lucía con naturalidad en retratos oficiales y recepciones diplomáticas.
Un guiño a las tendencias
En los últimos años, la reina Sofía ha sorprendido con una inclinación inesperadamente contemporánea: la superposición de collares. No se trata de un exceso gratuito, sino de un gesto estilístico que dialoga con las tendencias actuales, como si de repente, entre actos oficiales y conciertos de música clásica, hubiera descubierto la fórmula del layering que arrasa en Instagram. Perlas con cadenas doradas, cruces discretas con colgantes esmaltados, hilos de cuentas combinados con camafeos antiguos... Hay algo espontáneo en esa acumulación, como si cada collar tuviera una historia distinta: un recuerdo familiar, una devoción religiosa, un regalo de los nietos. Y, sin proponérselo, convierte su escote en un mapa íntimo de lo que ha vivido.
Sus joyas no son meros adornos: son fragmentos de identidad que siguen narrando historias reales, incluso fuera del foco oficial.
Haz clic para ver el especial de la reina doña Sofía, desde su infancia, marcada por su traslado de un país a otro, hasta su vida actual, rodeada de sus hijos y sus ocho nietos. Con un reinado de casi 40 años, actualmente doña Sofía dedica gran atención a actividades sociales y asistenciales. ¡No te lo pierdas y dale al play!