Dicen que en toda fiesta hay una invitada que parece haber entendido el código no escrito: ni demasiado brillo, ni demasiado negro, ni demasiado esfuerzo. Cristina Yanes lo ha descifrado con la misma precisión con la que elige un diamante: instinto, ojo entrenado y una cierta alergia al exceso. El vestido coral que ha llevado, un diseño de Paloma Cuevas para Rosa Clará, tiene la dosis perfecta de elegancia.
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Un vestido largo de fiesta, con escote halter, plisados ligeros y una capa de gasa que flotaba como una exhalación, envolvía a la joyera madrileña como una piedra preciosa en su engaste perfecto. La cintura fruncida, casi imperceptible, realza la silueta de forma muy favorecedora. Y es que si algo sabe hacer Rosa Clará, y ahora Paloma Cuevas, en su elegante expansión creativa, es diseñar vestidos que no compiten con la mujer, sino que la celebran. Cristina combinó el look con accesorios metalizados: clutch joya, pulseras, pendientes y hasta las uñas en sintonía.
Que Cristina Yanes esté detrás de una de las sagas joyeras más antiguas y respetadas de España no es casualidad. Su estilo, como sus rubíes con certificado Gubelin, tiene origen, trazabilidad y una calidad incuestionable. Su vida está llena de detalles casi literarios: juega a Fruit Splash en el iPad para desconectar, hace el Camino de Santiago con amigos y desayuna cada mañana con su marido. En ella, lo privado y lo público se entrelazan como un collar bien engarzado: sin eslabones flojos, sin fisuras.
En tiempos en los que el estilo parece dictado por algoritmos, verla apostar por un vestido coral plisado con capa y escote halter es como abrir una vieja caja de joyas heredadas: todo brilla, pero nada grita. Quizá por eso, Cristina volvió a recordarnos que la verdadera elegancia no necesita tendencias.