Hay invitadas que asisten a una boda. Y luego está Paloma Cuevas, que parece presidirla sin necesidad de alterar el protocolo. Ha ocurrido en la boda de Patricia Cadaval, hija del humorista César Cadaval (sí, de Los Morancos, aunque el humor aquí lo ha puesto el calor sevillano). Allí, en El Real de la Jara, la empresaria cordobesa ha vuelto a recordarnos que el savoir-faire no se improvisa: se hereda, se cultiva y, sobre todo, se viste.
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Lo ha hecho con un vestido midi azul de Rosa Clará, su firma de cabecera y cómplice estética en esta nueva etapa pública, que ha conjugado todos los ingredientes de su estilo: elegancia sin estridencias, sofisticación andaluza y una silueta que habla en susurros... pero siempre se hace oír. De manga larga, escote en V y fruncido central con nudo, el diseño parece una versión contemporánea de las damas decimonónicas que decoraban los salones de palacio. Las mangas abullonadas, una de esas licencias que en otras manos podrían caer en el exceso, en Paloma se ven naturales y discretas.
Paloma ha sido en este boda una suerte de madrina simbólica, que encarna la versión más refinada y sólida del nuevo lujo español: ese que no se mide en logos. En tiempos en los que muchas celebrities compiten por ser virales en cada look de invitada, ella prefiere no competir. Prefiere Rosa Clará. Prefiere no disfrazarse. Prefiere, simplemente, vestirse bien. Y así lo demuestra en cada aparición reciente. No nos olvidamos de su look de invitada (también azul), en la boda de Daniel Clara y Anne Marie Collins en París.
Paloma Cuevas no da entrevistas, pero deja titulares con cada aparición. Y este vestido, entre lo regio y lo romántico, entre el Sur y el “sí quiero”, es uno más de ellos. Azul, por supuesto. Como el vestido que llevó Kate Middleton en la final de Wimbledon o el zafiro de la joya secreta de la princesa Ana de Inglaterra.