Enfundada en un traje que le va a medida desde que tuvo edad para montar cenas con amigas, el de anfitriona, la chef Lucía Ruiz Lafita nos recibe en el hogar que la vio crecer desde los tres años, e incluso emprender, porque fue entre los fogones de este señorial apartamento en el paseo de la Castellana donde ideó su negocio de cocina a domicilio Delirium by Lucía. Convertida, cinco años después, en una de las “reinas del catering” de nuestro país, la hija de Rosario Lafita González-Gallarza y Víctor Ruiz Rubio -un importante clan de empresarios españoles- rinde homenaje a la casa de su niñez, en la que aprendió que la belleza reside en el cuidado por los detalles, como poner flores o elegir un mantel bonito. La misma en la que empezó a jugar con texturas e ingredientes y que fue testigo de los preparativos de su boda en la finca que su familia posee en El Escorial. Con la mirada puesta en la nueva etapa que pronto iniciará junto a su flamante marido, el austriaco Maxi Reiter, la exconcursante de Next Level Chef nos invita a viajar por los rincones de su memoria, ambientados con muebles de época de estilo francés, una excelsa colección de arte y figuras religiosas y alfombras y tapices costumbristas.
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-¿Cuál es la historia de este piso en El Viso?
-Es una construcción de los años 60 del arquitecto Luis Gutiérrez Soto a la que nos mudamos en 1998.
-¿Conservas en él muchos recuerdos?
-Todos. Aquí viví mis primeras cenas con amigas y empecé a cocinar en serio. Me tiraba hasta las 5:00 de la mañana practicando y fue donde preparé los exámenes de Le Cordon Bleu. Cada rincón está impregnado de anécdotas. Yo dormía con mi hermana Marta, cinco años mayor. Lo mejor era que podía ir andando a mi colegio, Saint Chaumond, y eso me daba mucha independencia.
-¿Quién lo decoró?
-Mis padres y, en especial, mi madre. Estudió Arquitectura de Interiores y, cuando era joven, decoró cada cuarto, ¡hasta hizo las cortinas a mano! Ambos comparten la pasión por las antigüedades y el clasicismo de los muebles franceses. Siempre han comprado en subastas, anticuarios y viajes, de los cuales nunca volvían con el típico souvenir. De hecho, gran parte de las obras de arte las adquirieron fuera de España, muchas en el anticuario de su gran amigo Pascal Avit.
-¿Hay alguna pieza que tenga un significado especial para ti?
-No soy una gran entusiasta de los tapices como mi padre, pero al del comedor le tengo mucho cariño. Lo compró en la galería Hadjer de París cuando yo estaba interna en Poitiers. A menudo me lo cuenta ilusionado y para mí ya es parte de esa etapa. La escena muestra una fiesta popular al aire libre y me siento muy identificada, porque me encanta celebrar.
-¿Y un rincón favorito?
-El salón azul. Es el más luminoso, con una librería enorme y una chimenea de mármol maravillosa. Todo está decorado en los mismos tonos y me transmite calma. Aquí están los álbumes de fotos de cuando éramos pequeños, y me gusta sentarme a hojearlos. Es un espacio cargado de historia familiar.
-Tu marido y tú estáis inmersos en la reforma de la que será vuestra propia casa, ¿cierto?
-Sí, Maxi se ha volcado muchísimo en la obra. La decoración será muy distinta a la de mis padres: más moderna, fresca y ligera. Queremos una casa con luz, con arte y que vayamos llenando con piezas especiales que encontremos en viajes y galerías. Además, viviremos en el mismo edificio que mis hermanos y muy cerca de mis padres, y me hace feliz la idea de tener al lado a mi familia.
-Y seguro que la cocina tendrá un papel central. ¿Siempre supiste que era lo tuyo o tuviste una revelación?
-Toda la vida me ha encantado organizar reuniones, esa mezcla entre cocinar e invitar a gente. Por eso, el mundo del catering y los eventos conecta tanto conmigo. Me imaginaba estudiando Hostelería, incluso pensé en ir al École Hòtelière de Lausanne, pero al final hice ADE y luego me formé en Le Cordon Bleu en Madrid, México y París. A los dieciséis años, durante un verano en Nottuln (Alemania), descubrí que la cocina era algo más que un hobby. Hice una tortilla de patatas para mi familia de acogida y, en ese momento, supe que era mi vocación.
-¿De dónde crees que viene?
-Mi madre es una anfitriona espectacular. Recuerdo que, una vez al mes, invitaba a 125 señoras a casa para escuchar la charla de un sacerdote. Preparábamos un buffet enorme con salmón, redondo de ternera, pasteles... Crecer viendo esto me enseñó que recibir es un arte.
-¿Cuándo surge la idea de crear un catering?
-Delirium (@deliriumbylucia) nació en la cocina de mis padres durante el confinamiento y, desde entonces, no ha dejado de evolucionar.
-¿Y qué dirías que lo distingue del resto?
-La calidad, el estilo refinado del servicio, como de club privado, la cercanía del equipo y la pasión por los detalles. Nuestros clientes son muy exigentes y siempre buscamos estar a la altura con una presentación impecable y la mejor materia prima.
-¿Cuál es tu receta estrella?
-El solomillo Strogonoff, que preparo con frecuencia y nunca falla; el consomé, que considero la base de toda buena mesa; y de postre, desde tartas hasta entremets.
-¿Qué es lo que te gusta tanto de cocinar?
-Que me relaja y me concentra a la vez. Se trata de un acto en el que lo demás desaparece y solo importa lo que tienes delante. Es transformar ingredientes en recuerdos y, como persona movida que soy, me mantiene entretenida (risas).
-¿Por dónde empiezas a preparar una velada? ¿Es por el menú?
-Pienso en el mood: qué tipo de gente viene, qué día de la semana es, si será un ambiente animado o tranquilo... A veces me da por una temática o inspiración concretas.
-¿Qué no puede faltar?
-Los cócteles. Me gusta que el plan empiece con un tequila o un mezcal bien servido, porque rompe el hielo, marca el tono de la noche y tiene algo de ritual que hace que la experiencia sea distinta. De hecho, estoy montando un bar de coctelería en nuestra casa.
-Háblanos de tus siguientes proyectos.
-Estoy escribiendo un libro. Quiero dedicárselo a las mujeres que se independizan y transmitirles lo que sé de recetas, claves para recibir y detalles que hacen la vida más fácil y bonita.
-¿Cuáles serían esas claves?
-Tener estabilidad, paz mental y la libertad de elegir. Ser empresaria implica trabajar mucho, pero también te da flexibilidad para organizarte como quieras. Me llena poder rodearme de mis sobrinos, familia y amistades, tener con quién compartir y celebrar. Pero, sobre todo, ser una mujer independiente y hacer lo que me apasiona.
Palabra de experta
Direcciones deco: Cuando quiere encontrar tesoros y antigüedades, Lucía recurre a Tristán Domecq Casa, Beatriz Bálgoma, Lontana, Berenis, El Anticuario de Belén y Merale.
Restaurantes top: Pocas cosas le gustan más a nuestra protagonista que comer, además de cocinar: tomar el aperitivo en Castizo y Bar Manero, tapear en Juana la Loca -donde tuvo su segunda cita con Maxi-, las comidas familiares en O’Pazo, El Landó, Jockey o un clásico como José Luis, o darse un homenaje en Ugo Chan, La Tasquita de Enfrente y RavioXO.
Trucos de anfitriona: Planificar, dejando margen a la improvisación, simplificar el menú, para disfrutar junto a tus invitados sin estresarte, y no obsesionarse con la perfección; esas son las claves de la chef para que una velada funcione. Además de un ambiente ameno, flores, una mesa bien dispuesta, velas con un aroma agradable y un buen vino.
Regreso al pasado
Si te gusta la decoración francesa estilo Luis XV y Luis XVI, las subastas y los anticuarios serán tus grandes aliados para hacerte con muebles, objetos y obras de arte de los períodos Rococó y Neoclásico.