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¿Has oído hablar de la dieta planetaria? Se trata de una tendencia de alimentación que parece ir ganando peso, algo que no es extraño teniendo en cuenta el mayor interés por la sostenibilidad. “La dieta planetaria es un concepto que presentó en 2019 la Comisión EAT-The Lancet (una prestigiosa revista británica en el campo de la medicina y salud). Bajo este término se resaltaba el papel clave que tiene el tipo de alimentación que llevamos las personas en la vinculación, en el match entre salud humana y sostenibilidad ambiental, así como la necesidad de integrar ambas agendas en una global para poder transformar realmente el sistema alimentario y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París”, nos anticipa Noelia López, nutricionista de Nestlé España, a quien le hemos preguntado si se trata de una tendencia que ha llegado para quedarse.

“No podemos predecir ni afirmar con seguridad si la ‘dieta planetaria’ es una tendencia de largo recorrido, pero lo que sí vemos, fijándonos en las últimas ediciones del Observatorio Nestlé que se han centrado en el consumo y la sostenibilidad, es el interés y la preocupación reciente de los españoles por llevar una alimentación más respetuosa con el medio ambiente. Lo que empezó como una tendencia cada vez va a más”, nos cuenta.

 

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La dieta mediterránea siempre es una buena opción

Y añade un ejemplo práctico: “En 2017, el III Observatorio Nestlé sobre hábitos nutricionales y estilos de vida de las familias reveló que el 17% de la población en España se identifica con la opción flexitariana, es decir, que ha reducido el consumo de proteína animal en favor de la vegetal. El año pasado, hasta el 21 % se consideraba flexitariano; 4 puntos más”.

Pero, eso sí, matiza un aspecto importante: “Dicho esto, me gustaría destacar que seguir una dieta vegetariana, vegana, flexitariana o planetaria no es la única opción para llevar una alimentación más sostenible. Nuestra dieta mediterránea, el patrón de alimentación más extendido en España, es una opción que se adapta a nuestra cultura y a nuestra gastronomía que, bien planificada y ajustada a las recomendaciones, puede serlo perfectamente”.

 

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Una dieta cada vez más popular

Cuando le preguntamos a la experta por qué piensa que ha ganado popularidad, nos explica que la urgencia climática se ha convertido en un motor de cambio de nuestra alimentación. “Seguramente este verano, en algún momento, lo hemos pensado tras las sucesivas olas de calor y temperaturas de hasta 40 ºC de máxima que hemos tenido desde principios de julio. Cada vez somos más conscientes de la problemática y de que hemos de alimentarnos de forma más saludable para nosotros, pero también para el planeta y así lo muestran los resultados de nuestros últimos estudios”, nos cuenta.

Y es que incide en que, aunque la primera razón para cambiar los hábitos alimentarios sigue siendo la salud, el segundo motivo ya es la sostenibilidad. Y se basa en los datos: más del 47 % (VIII Observatorio Nestlé) de los encuestados sitúa el bienestar del planeta como la segunda razón de peso para haber modificado o estar dispuesto a modificar sus hábitos alimentarios y esta es, sin duda, una cifra muy contundente.

 

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Preocupados por el medio ambiente

Somos más conscientes  de la problemática ambiental y tomamos decisiones más informadas, utilizando las herramientas que tenemos a nuestro alcance para contribuir en este gran reto común.

  • El interés por conocer los aspectos relacionados con la sostenibilidad de los alimentos es mayor. Hasta el punto de que, para 8 de cada 10, es determinante y prácticamente 6 de cada 10, ya prioriza la compra de productos más cuidadosos con el planeta.
  • Otro dato revelador es que la mesa de los españoles es cada día más veggie. El 40 % de los hogares españoles asegura que ya ha incorporado de forma regular productos alternativos a la carne y cerca del 50 %, bebidas vegetales.
  • También vemos cómo nos preocupa más el desperdicio alimentario e intentamos evitarlo. Empezando por planificar más las comidas, las raciones para que no sobre comida y reaprovechando más las sobras. Sin ir más lejos, el 82 % de los españoles aseguró que desperdició muy poca comida o nada durante las pasadas Navidades y hasta el 92 % de los hogares reaprovechó las sobras. Incluso los que optaron por comer o cenar en restaurantes. El 72 % aseguró que se llevaba las sobras en un tupper.

 

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Las claves de la dieta planetaria

Tenemos claros los motivos, pero tal vez nos cueste saber cuáles son los principios fundamentales de este tipo de dieta. “La dieta planetaria es un patrón alimentario muy integrador porque tiene en cuenta todos los factores que contribuyen a una alimentación más sostenible. Por ejemplo, evita el desperdicio de alimentos frescos o preparados, prioriza aquellos de proximidad y temporada, que garanticen las buenas prácticas de producción, huye del uso de embalajes excesivos o innecesarios y, además, es un perfil que se preocupa por depositarlos adecuadamente en el contenedor correspondiente. También modera el consumo de proteína animal y apuesta por legumbres o alternativas vegetales a los lácteos, carne y pescado para alcanzar las recomendaciones diarias de proteínas, entre otros gestos”, nos resume.

“Para que os hagáis una idea, es aquella persona que escoge, por ejemplo, los huevos en función del número marcado en la cáscara, que busca comprar alimentos que garanticen el bienestar animal de las reses o que vela por un tipo de cultivo respetuoso con la tierra como la llamada agricultura regenerativa”, nos cuenta.

Así, tal y como nos explica, el ‘planetario’ englobaría, por tanto, diferentes perfiles desde los omnívoros a los veganos. “Es decir, una persona que sigue una dieta mediterránea con un consumo adecuado de todos los grupos de alimentos, que sea muy cuidadoso con el reciclaje, que evite el desperdicio alimentario… encajaría en este perfil al igual que un vegetariano que tenga en cuenta también todos estos aspectos”, explica la nutricionista.

 

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¿La puede seguir todo el mundo?

Lo cierto es que en la nutrición siempre debemos tener en cuenta las circunstancias individuales y generalizar no suele ser recomendable. “Dicho esto, todo el mundo puede adquirir nuevos hábitos para ser cada vez más sostenible. Podemos pensar que solamente un vegetariano o vegano puede ser planetario, pero, como comentado, es un patrón alimentario muy integrador. Es decir, no se trata de eliminar completamente la carne para serlo sino de reducir su consumo”, nos comenta.

Pero, nos cuenta que, como se ha comentado, hay otros rasgos de esta tendencia con los que muchos ya estamos familiarizados y, a veces, sin ser conscientes. “Ponemos algunos ejemplos: 7 de cada 10 encuestados va al súper con sus propias bolsas y 5 de cada 10 prioriza en su compra los productos envasados en plástico reciclado frente a los de un solo uso”, detalla.

 

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Consejos útiles

¿Qué consejos daría la nutricionista a una persona decidida a seguir los principios de esta dieta? “Dependerá del grado de implicación que hasta ahora haya mantenido en relación con su alimentación. Lo más importante es mantenerse informado, porque si no conocemos qué gestos pueden ayudarnos a ser más sostenibles, difícilmente podremos alcanzar nuestro objetivo”, nos explica.

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Cambiar de hábitos, fundamental

Además, insiste en que hemos de ser conscientes de que no es fácil cambiar de hábitos. De hecho, casi la mitad de los españoles que dice llevar una alimentación más respetuosa con el planeta que hace 5 años, reconoce que conseguirlo no es tarea fácil. Por tanto, es importante marcarse pequeños objetivos. Pretender hacer un cambio radical en nuestra alimentación de manera repentina es poco realista. “En esta línea, es clave tener presente que, cada pequeño gesto”, cuenta. Y nos da algunos consejos útiles:

  • El puerro es un caso muy claro. Tradicionalmente estamos acostumbrados a retirar la parte más verde de este vegetal, la desechamos en el mismo momento de la compra y, a veces, no hace falta ni pedírselo al vendedor ya él  directamente la elimina. Es un hábito muy frecuente que debería hacernos reflexionar. ¿Por qué? Porque la parte más verde del puerro es igual de nutritiva y comestible que el resto. Podemos utilizarla para elaborar sofritos, rellenos o, incluso, guardarla y congelarla con el resto de las pieles y sobras de otros vegetales para preparar caldos caseros.
  • Otro error en el que solemos caer como consumidores tiene que ver con la fecha de consumo preferente y la fecha de caducidad. No conocer la diferencia que hay entre ellas hace que, ante el miedo de consumir un alimento en mal estado, acabemos tirando comida apta para un consumo seguro. Por eso, es clave recordar que:
    -La fecha de consumo preferente indica el momento hasta cual el alimento conserva la calidad esperada a nivel sensorial y nutricional. Es que la vemos habitualmente en los yogures. Consumirlos después de esta fecha no influye en la seguridad del producto.
    -No ocurre lo mismo con la fecha de caducidad. En este caso, esta información sí marca el momento hasta el que puede consumirse un alimento de forma segura. La encontramos en alimentos perecederos como la carne picada y siempre debe respetarse para evitar intoxicaciones alimentarias.
  • En tercer lugar, también es interesante preguntar por el origen de los alimentos. En este sentido, los más mayores tienen la lección mejor aprendida que los jóvenes. Acercándonos a los productos de proximidad o locales, elaborados con materias primas cercanas de la zona en la que vivimos y de temporada, también estaremos siendo más sostenibles.

 

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Cada vez cuidamos más nuestra dieta

Es un hecho, por lo tanto, que poco a poco vamos prestando más atención a los aspectos que relacionan una dieta saludable y cuidado de nuestro planeta. Lo confirma la nutricionista, que nos cuenta que, de hecho, queremos saber todos los detalles de lo que comemos. “Hay un gran porcentaje de personas que, cuando no encuentra una determinada información, se preocupa e invierte parte de su tiempo en buscarla, ya sea en internet o en otros canales. Es un gran paso porque demuestra que somos más activos en esta cuestión”, puntualiza.

Y lanza una pregunta: ¿Nos hubiéramos imaginado hace unos años yendo al supermercado con nuestras bolsas de tela o llevando incluso nuestros tarros de vidrio de casa al mercado para hacer la compra? “Lo más probable es que no. Sin embargo, cada vez somos más los que hemos incorporado estos nuevos hábitos. Queda mucho por camino por recorrer, pero son, sin duda, datos alentadores”.

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