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Si se puede evitar un problema, esquivarlo y dejarlo de lado, mejor. Esa es la clave de las personas que huyen del conflicto, los también conocidos en psicología como escapistas. No siempre es sencillo, pues, tal y como nos cuenta la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero, los problemas o conflictos son parte integrante de nuestras vidas. “Es utópico pensar que todo ha de estar bien para que nosotros nos encontremos bien. Existe lo positivo y lo negativo como los dos polos de un continuo. Lo positivo no tiene por qué ser lo bueno ni lo negativo tiene por qué ser malo. Estos juicios no son la realidad”, considera la especialista, que apunta, además, que el conflicto es parte del aprendizaje. “Aprendemos por ensayo-error y aprendemos de las dificultades más de lo que imaginamos”, apunta. Pero, aun así, hay personas que tienden a apostar por esta huida y analizamos con Pilar Guerra las características que las definen.

 

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Creen que evitan la ansiedad

La experta nos detalla que los escapistas suelen ser personas que tienden a presentar conductas de evitación o escape ante lo que ellos consideran problemas. De esta forma, evitando las situaciones que consideran negativas creen que evitan la ansiedad a corto plazo. Pero la psicóloga apunta que lo que tal vez no saben es que con esta actitud solo apartan el malestar por un rato y la tendencia es que a largo plazo todo se complique más e incluso se llegue a generalizar a otros contextos de su vida.

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Toleran mal la frustración

En general, la psicóloga nos cuenta que estamos ante personas que suelen tener poca tolerancia a la frustración. "Su tendencia a ser impulsivas hace que tengan poca capacidad de reflexión, omitiendo así dar espacios para poder valorar los problemas", comenta Pilar Guerra Escudero sobre este rasgo que también define a las personas que tienden a huir de los conflictos en su día a día. 

 

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Poca capacidad de autoanálisis

Además, son personas que suelen tener poca capacidad de desarrollo emocional. Les cuesta distinguir entre lo que es enfrentarse a un problema o realmente afrontarlo. Saben que dar la cara en los problemas lleva intrínseco poner sobre la mesa un grado de responsabilidad que puedan estar teniendo. Hay que añadir que son, además, personas con poca capacidad del autoanálisis, tendentes al negacionismo, es decir, no reconocen dónde tienen sus áreas ciegas que les impiden hacer una valoración del conflicto.

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No toman decisiones

La psicóloga Pilar Guerra nos cuenta también que estas personas con tendencia a huir del conflicto, a nivel intelectual tienen poco desarrolladas las funciones ejecutivas. ¿Qué queremos decir con ello? Que carecen de herramientas de toma de decisiones, les resulta complejo elegir un camino u otro, por lo que hacer frente a un problema significa someterse ellos mismos a una presión que, no hay duda, puede llegar a ser muy difícil de gestionar.

 

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Inmaduras emocionalmente

Entre sus rasgos, también podemos destacar que tienen características de inmadurez emocional, que les lleva a interpretar que sus vidas tienen que estar de la mano de un falso optimismo. Su autoestima está muy relacionada con que las cosas vayan bien. Así, Pilar Guerra cuenta que su identidad pública tiene que ver con esto:

-Trabajarse una fachada de vida perfecta, por el miedo a que su entorno social pueda juzgarles como poco triunfadores si están rodeados de problema.

-La base de su vida es pensar que si todo va bien, opinarán que su vida es perfecta. En cambio, si conocen sus conflictos, ya no será tan triunfador. Por tanto, si evita las dificultades, éstas no existen.

 

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