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Tienes decenas de zapatos, de libros, de pintalabios… pero no puedes evitar caer en la tentación de acaparar más aún. Rodearnos de cosas que nos gustan corresponde a una conducta natural del ser humano, tal y como nos explica la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero. “Utensilios que nos hacen falta, instrumentos con alguna utilidad e incluso objetos que no sirven para nada, juegan un papel en nuestro mundo relacional, aquel en el que convivimos como si fuese una obra de teatro, una escena en la que cohabitan varios actores en un escenario lleno de objetos que forman el decorado”, explica. Sin embargo, la psicóloga se pregunta: “¿Qué pasaría si en la escena hubiese una montaña de objetos que no dejase ver el paisaje, ni al personaje? Seguramente ese actor estaría representando a un acumulador compulsivo”.

 

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Una conducta patológica

Y es que es ahí cuando tenemos un problema, que la especialista define como una conducta patológica relacionada con los trastornos de ansiedad. A la persona le es muy complicado poder separarse de las pertenencias personales, de los objetos con los que se convive, y de las cosas que guardamos. “La persona siente mucha angustia solo por el hecho de pensar en desprenderse de algo suyo. Siente una culpabilidad extrema por tirarlo, regalarlo o reciclarlo. Tiene que ver con una especie de obligación u obligatoriedad en coleccionar, cuidar, guardar, casi dando vida a los objetos con los que se tiene una relación exagerada”, señala la especialista.

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¿Con qué objetivo acumulamos?

La psicóloga parte de la base de que la idea de acaparar objetos no es lógica, ni adecuada, pero la causa de la acumulación viene porque tenemos una idea exagerada de que el objeto tiene una utilidad extrema. Es exagerado el “por si acaso”, ya que ésta es la base de su “lógica” por acumular. Por un lado, estas personas empiezan a ser conscientes de que este exceso afecta a su entorno. Sin embargo, deshacerse de pertenencias les crea tanta angustia que no pueden desprenderse de ellas.

 

Según Pilar Guerra Escudero, estas personas llegan incluso a tener problemas extremos para saber organizarse. Esa falta de lógica, la acumulación compulsiva, se diferencia del coleccionismo. En este último hay un valor sentimental, hay un porqué e incluso se sigue un orden, una limpieza y todo esto hace que esta conducta tenga una utilidad. Sin embargo, la utilidad del acumulador compulsivo es una utilidad para un futuro “por si” hace falta, llegando incluso a tener consecuencias negativas, ya que para acumular empieza a necesitar más espacio vital y afecta tanto al propio acumulador como a su entorno.

 

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¿Qué rasgos presentan los acumuladores compulsivos?

Un dato interesante es saber cuáles son las características de las personas que sufren este trastorno. Y la experta las resume en las siguientes:

-Dan importancia excesiva a los objetos y cosas. Su relación con las cosas es exagerada, desorbitada.

-Tienen conductas exageradas de almacenaje.

-Los objetos no son necesarios, pero ellos los valoran como si lo fuesen.

-Su manía está de la mano del desorden, de la desorganización.

-Tienen tendencia a la dificultad en la toma de decisiones, la principal de ellas esta: “¿Lo tiro o no lo tiro?”.

-Esta conducta suele relacionarse con personas solitarias, que tienden al aislamiento.

-En el fondo de su ser saben que es una conducta inapropiada, por lo que suelen esconderse de los demás para poder acumular de manera privada.

-Llegado al extremo, el propio vecindario ha podido percatarse de la conducta de almacenamiento excesivo de su vecino, incluso habiendo puesto en peligro la salud de los demás.

-Su conducta está relacionada con el trastorno de angustia de separación. Pensar en deshacerse de algún objeto genera desasosiego o culpa, e incluso una indecisión extrema.

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¿Por qué tienen este comportamiento?

Pilar Guerra Escudero señala cuatro causas que llevan a los acumuladores compulsivos a actuar como tales.

  1. Porque tienen la percepción de que los objetos tienen un valor extraordinario, un valor que objetivamente no tienen.
  2. Porque esta percepción tiene que ver con que “futurizan” el objeto. Es decir, afirman que de manera segura lo van necesitar en futuro a corto, medio y largo plazo.
  3. Exageran la teoría del reciclaje. Piensan que todo es útil.
  4. Son personas inseguras y generalmente con baja autoestima, lo cual les lleva a pensar que cuantos más objetos haya a su alrededor más cobijados se van a sentir y, por tanto, más protegidos.

 

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¿Cuándo consultar a un especialista?

Le preguntamos a la experta cuándo considera que esta conducta cuándo debería una persona que se encuentre en esta situación pedir ayuda. “Los antecedentes familiares tienen mucha importancia a la hora de diagnosticar este trastorno”, asegura la psicóloga. A veces el trastorno viene como consecuencia de lo que han observado en sus casas y de cómo era la relación de sus familiares con los objetos. Para Pilar Guerra Escudero, el punto de inflexión es cuando la conducta de acumulación excesiva genera conflictos sociales y familiares. Se debería consultar a un especialista cuando el trastorno es observado por el círculo más cercano de la persona que lo padece y ya tiene consecuencias inabordables por el propio paciente y su entorno (suciedad, insalubridad).

Otro signo de necesitar ayuda, según la facultativa, es cuando la persona que padece el trastorno llega un grado total de aislamiento y se ve claramente que se le ha complicado esta conducta, con síntomas de depresión, ansiedad, e incluso con pensamiento obsesivo. Hay casos en que se solapa con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

“El trastorno por acumulación compulsiva es una consecuencia de tener una tendencia a un pensamiento obsesivo”, concluye la psicóloga.

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¿Hay soluciones?

-Sin duda, en opinión de la psicóloga, la prevención es el mejor tratamiento. La gravedad del trastorno se percibe de manera inmediata. Si la persona que lo padece es consciente de que necesita ayuda, el tratamiento va a ser efectivo. Sin embargo, apunta Guerra Escudero, si esta persona no es consciente, cabría la intervención familiar y, a través de ella, modificar algunas conductas para que de manera indirecta, el paciente pueda mejorar.

-Otra de las opciones que establece la psicóloga es acudir a terapia, especialmente la terapia cognitiva conductual, porque se trabaja de manera estructurada con un número de sesiones determinadas y con unos objetivos a cumplir. La terapia se enfoca a ayudar a modificar los pensamientos que tienen, que tienden a la idea irracional del “deber” de acumulación. Se trabaja con ellos para que la conducta disminuya.

-Otra solución es trabajar y hacer consciente al paciente de las consecuencias sociales o de relación con los demás que está teniendo; los efectos económicos, por el gasto excesivo generado por la compra compulsiva; y las repercusiones de salud que pueda acarrear lo que está haciendo.

-Para Pilar Guerra, es importante que el facultativo trabaje con el paciente y con sus familiares en varios puntos importantes, tales como buscar la causa que le lleva a la acumulación, hacerle consciente a él y su entorno de que la recuperación requiere de un tiempo, aprender a no juzgar, así como establecer expectativas realistas y con metas alcanzables.

-Una vez que el acumulador compulsivo haga un cambio profundo, observable y se reconcilie con las razones que le han llevado a tener este desajuste, las conductas de acumulación compulsiva irán disminuyendo. “El desorden se irá ordenando”, concluye la psicóloga.

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