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Si has decidido ponerte las pilas y empezar a hacer ejercicio físico y, sobre todo, si tu vida anterior era sedentaria, toma nota de esta chequeo que convendría que te realizaras: la prueba de esfuerzo cardiaco o ergometría. Se trata de una excelente herramienta diagnóstica-funcional en los sujetos que van a empezar a hacer ejercicio o a mejorar su práctica deportiva, pero lo adecuado es ir antes a un profesional médico que te asesore y evalúe tu diagnóstico, para que, de este modo, determine qué pruebas se deben realizar en función de las características psicológicas, fisiológicas y morfológicas de la persona (edad, peso, enfermedades previas, tipo de deporte a realizar, intensidad del mismo, etc…). Nos explica en qué consiste la prueba de esfuerzo con más detalle el doctor Antonio Esteban, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Málaga.

 

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El ejercicio conlleva sus riesgos

Por todos es sabido que el deporte es salud, pero siempre y cuando se realice y se inicie de modo adecuado. Ya que de lo contrario, puede suponer un problema de salud y derivar en múltiples complicaciones.

Aunque esto parezca obvio, algunas personas piensan que pueden realizar carreras de fondo (maratones) sin apenas entrenamiento. "En este caso yo suelo poner el mismo ejemplo y me remito a un hecho histórico. Pheidippides, que era un experimentado corredor, en el año 490 A.C. corrió desde Marathon a Atenas para comunicar la victoria sobre los persas y a su llegada murió…", relata el doctor Esteban.

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Revisa tu corazón antes de hacer deporte 

Esto nos lleva a la necesidad de realizar una valoración cardiológica previa al inicio de una actividad deportiva, y una de las herramientas diagnósticas que usamos es la Prueba de esfuerzo o ergometría.

Una prueba de esfuerzo es un examen funcional y diagnóstico que nos permite estudiar la respuesta de nuestros pulmones, corazón, músculos y sistema metabólico al ejercicio físico. Hay diversos tipos prueba de esfuerzo, aunque las más habituales suelen ser el tapiz rodante (maquina de correr de toda la vida) y el cicloergómetro (bicicleta estática).

 

Durante la realización del esfuerzo físico (correr o pedalear), se monitorizan el electrocardiograma y la tensión arterial de forma más habitual, y en circunstancias más específicas, se determina la ventilación pulmonar, el consumo de oxígeno, la producción de CO2 y determinación en sangre de ácido láctico.

 

Al poder estudiar todos los parámetros anteriormente comentados, cada especialidad médica mide lo que le interesa según su objetivo diagnóstico.

 

Así pues, el cardiólogo se centra en el electrocardiograma y la tensión arterial, ya que su objetivo primordial es descartar problemas cardíacos, como la cardiopatía isquémica (angina), y ver la respuesta de la tensión arterial cuando se realiza ejercicio entre otros muchos. Por otro lado, el neumólogo se centra en los parámetros respiratorios en los pacientes con patología pulmonar. Y por último el médico de medicina deportiva usa todos los datos anteriores para conocer el grado de entrenamiento y mejora de los atletas de competición.

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¿Necesito realizarme una prueba de esfuerzo?

Como explica el cardiólogo, el doctor Antonio Esteban, existe un acuerdo general de los profesionales médicos en la necesidad de obtener información sobre la situación clínica de cualquier atleta de competición (federados amateurs o profesionales) mediante un examen cardiovascular. Este examen debe incluir una historia clínica del paciente, un electrocardiograma, una ecocardiografía y una prueba de esfuerzo al menos.

 

Con respecto a la población general, antes de realizar una prueba de esfuerzo, debe ser valorado por un facultativo que determinará qué pruebas deben realizarse en función del tipo de ejercicio e intensidad (programa de entrenamiento) que va a realizar la persona. Eso sí, independientemente de la edad, resalta el especialista.  

 

De todos modos, sería razonable, que todo paciente por encima de 35-40 años que vaya a iniciar actividad deportiva, y que antes haya tenido una vida relativamente sedentaria, se realice esta prueba

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¿En que consiste la prueba de esfuerzo?

Como explicaba el especialista, lo más habitual es la utilización del tápiz rodante o el cicloergómetro. Las pruebas de esfuerzo tienen diferentes protocolos de trabajo que son elegidos por el facultativo que las realiza, pero de forma habitual se comienza con una carga de trabajo leve. Es decir, el paciente comienza a andar o pedalear lentamente (velocidad baja) y con una pendiente leve en el tápiz, o resistencia leve al pedaleo en el cicloergómetro. A medida que pasa el tiempo, y en función del protocolo, se irá incrementando la velocidad y la pendiente o la resistencia. Durante todo el proceso el especialista recoge la información de los parámetros aportados por la prueba. 

 

La duración es variable y depende tanto del paciente como del médico. Se anima a que el paciente aguante el mayor tiempo posible ya que cuanto más tiempo esté en la cinta más información médica se obtiene. Pero, obviamente, viene delimitado por el cansancio, dificultad respiratoria o imposibilidad de seguir, y, por supuesto, se suspende cuando quiera el paciente. También la prueba puede ser suspendida por el facultativo si encuentra algo patológico o bien consigue toda la información necesaria.

 

Una prueba de esfuerzo convencional puede durar aproximadamente entre 5-10 minutos.

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¿Cómo tengo que ir a esta revisión?

Lo aconsejable es acudir a la prueba de esfuerzo con una indumentaria cómoda, ropa y calzado deportivo. Es importante comunicar si padece algún tipo de limitación osteoarticular (problemas de artrosis en rodillas y cadera, lesiones que le impiden realizar ejercicio físico, etc) y/o enfermedades diagnosticadas, así como los posibles tratamientos farmacológicos que esté tomando; para poder adecuar el protocolo de la prueba de esfuerzo o bien aplazar esta hasta que paciente esté en buenas condiciones físicas.

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¿Qué resultados me darán?

La prueba de esfuerzo puede dar diferentes resultados en función del objetivo por la cual se lleva a cabo.

Nos puede poner sobre la sospecha diagnóstica del padecimiento de enfermedad cardíacas.

Nos puede dar información sobre nuestra forma física previa al inicio de la realización de una práctica deportiva.

Y nos puede realizar una valoración de cómo es nuestra mejora en el grado de entrenamiento en deportes de competición.

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