Bienestar

Por qué la menopausia afecta a tu pelo (y qué puedes hacer para cuidarlo mejor)


Más rebelde, más encrespado, menos domable… ¿Te suena? Si tu cabello está así, es que está pidiendo a gritos que le prestes atención y lo nutras en profundidad. Aquí tienes algunas claves para lucir pelazo en esta etapa de la vida


Rostro de mujer de más de 40 años con pelo rizado aplicándose crema hidratante en el rostro frente al espejo© Getty Images
22 de diciembre de 2025 - 18:01 CET

No sé qué le pasa a mi cabello; parece que estoy en plena transición, como cuando era adolescente. ¿Pero hacia dónde voy? Entre las canas, el encrespamiento y la pérdida de volumen, no sé a dónde voy a parar. En medio de este grito interno resulta difícil encontrar soluciones realmente adaptadas a esta etapa. ¿Es una rebelión del cabello frente a tanta química o un reflejo de mi estado de salud?

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¿Qué le pasa a mi pelo cuando llega la menopausia?

A partir de los 48 años, aproximadamente, mi cuero cabelludo empezó a entrar en modo metamorfosis. A esta edad, muchas mujeres atraviesan una fase de perimenopausia avanzada, en la que las hormonas dejan de seguir el patrón conocido. Y esto tiene consecuencias directas sobre el cabello.

Durante años hemos sometido nuestra melena a todo tipo de tratamientos sin pensar en las consecuencias: mechas, decoloraciones, productos para dar volumen o para alisarlo, colores cambiantes, champús y mascarillas de todos los colores y aromas. Por no hablar de los incontables kilómetros de secador en mano para lograr peinados imposibles. Al final, ni el cabello era invencible ni nuestra salud tampoco, aunque algunas afortunadas lo hayan resistido mejor. Tarde o temprano, todo esto pasa factura, y en esta etapa de transición, con los cambios hormonales, se nota aún más.

© Adobe Stock

Los cambios de esta etapa y mi cabello en rebeldía

El cabello es un tejido muerto en su parte visible, pero depende por completo del folículo, que es un órgano vivo y altamente sensible a los cambios hormonales, metabólicos e inflamatorios.

Al igual que el resto de nuestras células, el cabello puede cambiar en textura y grosor, aproximadamente, cada siete años. Entender esto nos ayuda a comprender qué está sucediendo, a abrazar esta transformación y a cuidarlo de manera más adecuada.

Si a esto le sumamos los cambios hormonales, el envejecimiento y el estilo de vida, vemos que todos ellos pueden ser determinantes en el comportamiento de los folículos pilosos. Y no solo pueden producirse cambios en el grado de encrespamiento; también es habitual descubrir que el cabello se vuelve más liso o, por el contrario, que aparecen ondas o rizos más pronunciados durante la menopausia.

Cuando hay inflamación de bajo grado,el folículo piloso se ve afectado, se altera la microbiota del cuero cabelludo y el cabello que se produce es más rígido y frágil,

Nutrirse desde dentro para un pelo reluciente

Un cabello bien nutrido tiene brillo, es sedoso y tiene volumen. Otra cosa son los procesos químicos o de calor a los que sometemos, por los cuales, por más que esté muy sano, va a quitarle vitalidad, brillo y sedosidad.  

Las investigaciones más recientes ponen el foco en el papel clave de los péptidos, pequeña cadena de aminoácidos que actúa como molécula señal, derivados de proteínas en la formación y calidad de la hebra capilar. Sin embargo, el cabello no responde solo a lo que comemos, sino a cómo funciona el cuerpo en su conjunto y como está nuestra digestión. 

La tiroides, por ejemplo, marca el ritmo metabólico del folículo piloso y su alteración puede modificar de forma directa la calidad del cabello. Por eso, cuando el pelo cambia, lo más sensato es mirar el contexto antes de tomar suplementos y realizar un análisis de sangre que incluya hierro, ferritina, vitamina D, vitamina B12, zinc y función tiroidea, en lugar de suplementar a ciegas.

Cuando existe inflamación de bajo grado, el folículo piloso se ve afectado, se altera la microbiota del cuero cabelludo y el cabello que se produce es más rígido y frágil, incluso aunque no haya una caída evidente. Además, con el paso de los años disminuye la producción de estos péptidos señal.


Suplementos y tips para cuidar tu cabello en la menopausia

¿Qué podemos hacer para que esto no ocurra y mejorar la salud capilar? Aquí tenemos algunas claves: 

Nutrientes clave para que el cabello se forme bien. El hierro, que lleva oxígeno a la raíz (carnes rojas, alga hiziki); el zinc, esencial para que el cabello se ancle bien (semillas de calabaza); el selenio, que protege del daño oxidativo y apoya la tiroides (nueces de Brasil); la vitamina D (hongo maitake, exposición solar), que regula el ciclo de crecimiento; la coenzima Q10 (vísceras animales), que aporta energía a la célula; la vitamina C y las vitaminas del grupo B (levadura nutricional), especialmente la B5, junto con el resto de las B, fundamentales para fabricar queratina. Estos nutrientes pueden obtenerse de los alimentos, pero en muchos casos necesitan suplementarse si hay déficit.

Lo que da cuerpo, flexibilidad y brillo al cabello. El cabello también depende de sus “materiales de construcción”. El colágeno, la elastina, el ácido hialurónico, la queratina y los ácidos grasos omega-3 y omega-7 ayudan a que el pelo sea más resistente, esté mejor hidratado y resulte menos quebradizo. Algunos se obtienen de la dieta, otros los fabrica el propio organismo si cuenta con los nutrientes adecuados y, en determinados momentos, pueden apoyarse con suplementos.

Plantas que cuidan el entorno del folículo. La centella asiática es una planta especialmente interesante porque mejora la microcirculación, estimula la producción de colágeno, ayuda a regenerar tejidos dañados, calma la irritación del cuero cabelludo y mejora la hidratación. No es un alimento habitual: se utiliza como extracto, en suplementos o en productos tópicos.

El estrés sí se nota en el cabello. El estrés eleva el cortisol y desajusta el equilibrio entre DHEA y testosterona en la mujer. Esto puede acortar la fase de crecimiento del cabello, hacer que se vuelva más fino o frágil y favorecer que crezca donde no debería, incluso aunque los análisis estén “bien”. El descanso, la gestión del estrés y el ritmo de vida son determinantes. A este desequilibrio se suman otros factores que pueden intensificarlo, como la predisposición genética, el tabaco, las dietas muy restrictivas con déficits nutricionales, las cirugías bariátricas, ciertas enfermedades, la exposición al mercurio —especialmente por consumo de pescado— y algunos medicamentos.

Evita tóxicos en los productos capilares. Conviene evitar sulfatos agresivos, parabenos, aceites minerales, ftalatos y siliconas, ya que pueden irritar el cuero cabelludo, alterar su microbiota y empeorar la calidad del cabello con el tiempo.

Aceites esenciales como apoyo local. Aceites esenciales como la lavanda verdadera, el romero con cineol, la salvia esclarea y el enebro de Virginia pueden ayudar a estimular la circulación y mejorar el entorno del folículo. Siempre deben utilizarse diluidos en un aceite base, como ricino o jojoba, y únicamente de forma tópica.

Péptidos de cobre. Son pequeñas moléculas que el cuerpo produce de forma natural y que se utilizan principalmente de manera tópica en el cuidado del cuero cabelludo. Entre los más conocidos se encuentran el GHK-Cu y el AHK-Cu (o tripéptido de cobre-3). Ambos actúan como señales de reparación, ayudando a reducir la inflamación, el estrés oxidativo y a mejorar el entorno del folículo piloso. El GHK-Cu se relaciona más con la regeneración del tejido y la calidad del colágeno que sostiene el folículo, mientras que el AHK-Cu apoya especialmente la microcirculación, la densidad capilar y la regeneración de la piel del cuero cabelludo. No proceden de los alimentos y, con la edad, su disminución contribuye a que el cabello no solo crezca de forma distinta, sino que también envejezca.

REFERENCIAS

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