La menopausia no solo marca el final de la etapa fértil: también supone un punto de inflexión en la piel. El descenso de estrógenos acelera la pérdida de colágeno, esa proteína que sostiene su firmeza y elasticidad. En apenas cinco años tras la última regla, la dermis puede perder hasta un 30% de su colágeno, y con ello llegan los signos visibles: piel más fina, menos jugosa, con arrugas más marcadas y tendencia a la flacidez. Entender qué ocurre en este proceso y cómo podemos reforzar el colágeno —desde la alimentación, los hábitos de vida o la suplementación— es clave para cuidar la piel en esta etapa. Así nos lo explica la farmacéutica Concha Vivar, titular de Vivar Farma.
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La primera pregunta no puede ser otra: ¿qué ocurre con el colágeno en nuestro cuerpo durante la menopausia?
A partir de los 25 años ya empezamos a perder colágeno en la piel, aproximadamente un 1% cada año; pero es cuando comienza el declive de los estrógenos cuando la pérdida de colágeno se acelera de forma muy marcada. En los primeros 5 años tras la menopausia, la fecha de la última regla, podemos perder hasta un 30% de colágeno cutáneo y después, la caída continúa de forma más lenta pero constante.
El estrógeno es un regulador clave en los fibroblastos, las células de la piel que “fabrican” el colágeno. Sin suficiente cantidad de estrógenos, la actividad de estos fibroblastos se reduce, y de ahí la pérdida acelerada de colágeno. El resultado visible es esa sensación de piel más fina, menos elástica y con tendencia a la flacidez, que muchas mujeres notan justo en esta etapa.
El resultado visible es esa sensación de piel más fina, menos elástica y con tendencia a la flacidez, que muchas mujeres notan justo en esta etapa
¿Qué síntomas o cambios visibles pueden relacionarse con la disminución de colágeno en esta etapa?
La disminución de colágeno en la menopausia se ve y se siente. La piel cambia porque su “andamiaje” interno, su estructura, pierde calidad y cantidad. Esto se manifiesta en pérdida de firmeza, en flacidez.
El rostro va perdiendo su sujeción natural, con mejillas más caídas, un óvalo facial menos definido y una mayor tendencia al descolgamiento en cuello y mentón. Al mismo tiempo, al reducirse el colágeno y la elastina, la piel recupera peor su forma, por lo que las arrugas finas se marcan más y las arrugas de expresión, como las patas de gallo o el surco nasogeniano, se profundizan.
La dermis, la capa intermedia de la piel donde está esa “factoría” de colágeno y elastina, también se adelgaza, dando lugar a una piel más fina y frágil, que se irrita con mayor facilidad y tarda más en recuperarse.
A esto se suma la sequedad. Aunque influyen otros factores como la pérdida de lípidos y el deterioro de la función barrera, el descenso de colágeno contribuye a una piel menos hidratada, menos jugosa.
¿Qué beneficios puede aportar la suplementación o el refuerzo del colágeno en mujeres menopáusicas?
El refuerzo del colágeno mediante suplementación oral que estimule su síntesis, puede ser especialmente interesante durante la menopausia, porque actúa justo en el momento en el que los estrógenos dejan de ejercer su efecto protector sobre la piel. Los beneficios de los péptidos de colágeno por vía oral están respaldados por la evidencia científica siempre que se utilicen productos bien formulados, con patentes avaladas por estudios clínicos de eficacia, y durante el tiempo adecuado.
Los resultados de los suplementos de péptidos de colágeno no son inmediatos. En la mayoría de los estudios clínicos, los primeros efectos visibles en la piel suelen observarse entre las 8 y 12 semanas de consumo continuado. La constancia es clave, así como el uso de tratamientos tópicos que potencien los resultados. Es lo que los expertos llamamos tratamiento IN and OUT.
Los péptidos de colágeno estimulan a las células de la piel para que produzcan más colágeno y elastina lo que se traduce en una mejora de la firmeza y la elasticidad. Podemos conseguir una piel con más “tono” y menos flacidez. Además, aunque no eliminan las arrugas profundas, sí pueden suavizar las arrugas finas y mejorar el aspecto global de la piel al aumentar la densidad dérmica.
Además se ha demostrado un incremento de la hidratación cutánea desde dentro, gracias al aumento de la producción de ácido hialurónico en la dermis, lo que aporta mayor turgencia. Tras varias semanas de suplementación conseguiremos también una piel más lisa, luminosa y uniforme, ya que una dermis mejor nutrida favorece el buen funcionamiento de la epidermis que optimiza la renovación celular.
El colágeno tipo II también puede tener su papel en esta etapa de la vida, especialmente si además de la piel preocupa la salud articular, algo muy frecuente durante la menopausia
¿Hay diferencias entre los tipos de colágeno y cuál es más relevante en este momento de la vida?
Existen al menos 28 tipos de colágeno identificados, aunque los más importantes y abundantes son los tipos I, II y III.
- El colágeno tipo I es el que constituye aproximadamente entre el 80 % y 90 % del colágeno de la piel. Es el principal responsable de aportar estructura, resistencia y firmeza.
- El colágeno tipo III, aunque en menor proporción, actúa en conjunto con el tipo I, contribuyendo a la elasticidad. Su presencia favorece que la piel mantenga un aspecto más “jugoso” y flexible.
- El colágeno tipo II, aunque aparece en muchos suplementos “multicolágeno”, no está orientado a la piel, sino al cartílago articular ya que es su principal componente. No aporta directamente a la firmeza cutánea.
Por eso es importante consultar siempre con un profesional antes de suplementarse con colágeno, ya que si se busca cuidar la piel durante la menopausia, mejorar su firmeza, densidad y elasticidad, lo más indicado es enfocarse en suplementos de colágeno que contengan tipo I, idealmente con tipo III añadido.
El colágeno tipo II también puede tener su papel en esta etapa de la vida, especialmente si además de la piel preocupa la salud articular, algo muy frecuente durante la menopausia. Sin embargo, como no todos los colágenos sirven para lo mismo, sólo cuando tenemos claro cuál es el objetivo de la suplementación (piel, articulaciones o un enfoque más global) podemos elegir realmente el colágeno más adecuado y obtener el mayor beneficio.
¿Qué hábitos de alimentación y estilo de vida ayudan a preservar el colágeno de manera natural en la menopausia?
La suplementación siempre es el segundo escalón si no conseguimos nuestros objetivos con un modo de vida saludable. Nunca un suplemento debe sustituir los buenos hábitos.
Mantener una ingesta adecuada de proteínas de calidad es fundamental, ya que el colágeno se fabrica a partir de aminoácidos como la glicina, la prolina y la lisina; sin una buena base proteica, los fibroblastos no pueden producir colágeno de forma eficiente. Conviene incorporar a diario el consumo de pescado, huevo, legumbres, tofu, tempeh, pollo, pavo, frutos secos y semillas, yogur y lácteos si se toleran.
A esto se suma la importancia de asegurar vitamina C a diario, imprescindible para la síntesis de colágeno, a través de frutas y verduras frescas como cítricos, kiwi, fresas, pimiento o brócoli, ya que incluso déficits leves pueden ralentizar su producción.
Incluir grasas saludables como aceite de oliva virgen extra, aguacate, semillas y pescados azules ricos en omega-3, ayuda a mantener la integridad celular y a modular la inflamación; mientras que una dieta rica en antioxidantes protege las fibras de colágeno frente al daño de los radicales libres.
La hidratación adecuada es otro pilar clave, porque la piel en menopausia tiende a deshidratarse con mayor facilidad y una dermis bien hidratada conserva mejor su turgencia y función estructural.
Reducir el consumo de azúcares y alimentos ultraprocesados también es esencial, ya que el exceso de glucosa favorece la glicación, un proceso que endurece y deteriora el colágeno.
Dormir bien permite que el organismo active los mecanismos de reparación y síntesis durante la noche. Y la protección solar diaria es innegociable, ya que la radiación UV es uno de los factores que más colágeno destruye.
Controlar el estrés crónico, que eleva el cortisol y reduce la actividad de los fibroblastos, y practicar ejercicio de forma regular, especialmente entrenamiento de fuerza, completa este enfoque integral, mejorando la microcirculación cutánea y favoreciendo una piel más fuerte, densa y resiliente frente a los cambios propios de la menopausia.
¿Qué precauciones o recomendaciones daría antes de iniciar un suplemento de colágeno en esta etapa?
Antes de iniciar un suplemento de colágeno durante la menopausia, es importante hacerlo con criterio y con expectativas realistas. Aunque el colágeno es seguro para la mayoría de las personas, conviene revisar la salud general y la medicación habitual, comentando su uso con un profesional sanitario.
A la hora de elegir un suplemento, es fundamental optar por péptidos de colágeno hidrolizado, que suelen identificarse en la etiqueta como “péptidos bioactivos de colágeno”, “collagen peptides” o “colágeno hidrolizado tipo I/III”, ya que el colágeno no hidrolizado se absorbe peor y ofrece menos beneficios. No todos los suplementos son iguales, por lo que es recomendable buscar productos que indiquen claramente la procedencia del colágeno, marino o bovino. Ambos son válidos si están bien procesados, aunque obviamente evitaremos el primero si existe alergia al pescado.
Mi consejo es comprar en canales fiables como la farmacia, donde los productos cumplen con los controles de calidad correspondientes.
Aunque el colágeno es seguro para la mayoría de las personas, conviene revisar la salud general y la medicación habitual, comentando su uso con un profesional sanitario
¿Es recomendable combinar la suplementación con colágeno con otros nutrientes?
Sin ninguna duda lo que no puede faltar para garantizar el efecto de un suplemento de colágeno es la vitamina C por ser un actor indispensable en la síntesis del colágeno.
A partir de ahí, cuanto más completa sea la fórmula mejor calidad de la piel conseguiremos. Podemos añadir como excelentes compañeros de viaje el ácido hialurónico, que aumenta la hidratación y la turgencia de la piel, y el zinc y el cobre, que favorecen la producción de colágeno.
