Qué dice de ti que te sientas incómoda cuando hay silencios, según la experta en comunicación no verbal Eva García Ruiz


Motivos por los que dejar de rellenar los silencios y practicar la escucha activa mejora para mejorar y mantener tus relaciones


chica escuchando amiga© Getty Images
Paula MartínsColaboradora de Moda y Estar Bien
14 de diciembre de 2025 - 7:00 CET

¿Alguna vez te has sentido incómoda ante un silencio y has sentido la necesidad inmediata de llenarlos? Tal vez sea buscando un tema más de conversación, preguntando algo al azar o comentando cualquier detalle con tal de evitar que esos segundos sin conversación se instalen entre tú y la otra persona. Si te sucede, no es raro: en un mundo donde la inmediatez domina y la comunicación parece tener que ser constante, callar puede sentirse como una amenaza

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La autora y experta en comunicación no verbal, neurociencia y directora del Instituto Español de Sinergología, Eva García Ruiz, nos ayuda a entender por qué nos sentimos incómodos ante ese silencio, sobre todo, cuando no tenemos confianza con quiénes nos rodeen en ese momento: "La tendencia natural del ser humano es rellenar los espacios en la conversación, a no dejar huecos, a estar en interacción constante. El silencio se equipara a la tensión y la manera de mitigarla es continuar conversando". 

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Por qué rellenamos los silencios

Según la experta, hablamos para respirar, para evitar la incomodidad, para demostrar interés... o para asegurarnos de que el otro sigue ahí. Un fenómeno que guarda relación directa con el cerebro. "El silencio dispara la amígdala y ésta entra en modo amenaza. Cuando el otro se silencia, nuestra intuición nos indica que algo no va bien, que la relación se está resquebrajando de algún modo", explica. 

Sin embargo, la experta en comunicación no verbal subraya que esta lectura automática no siempre refleja la realidad. "Cuanta más confianza tenemos con alguien, más podemos pasar momentos en silencio, acompañándonos de manera serena, sin sentir angustia alguna. Podemos disfrutar de no hablar y, al mismo tiempo, sentir paz”.

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Pero no todas las personas viven el silencio del mismo modo. Como sucede con muchas personas a las que les cuesta pasar tiempo solas, algunas sienten una incomodidad mayor, incluso ante pausas breves en la conversación. ¿Por qué sucede? Detrás de esta sensación, suele esconderse la inseguridad, una de las causas psicológicas que más problemas nos generan. Pero la inseguridad que no surge de la nada, sino que responde a motivos más profundos: "Tiene su origen en un miedo a no ser querido o apreciado por el otro, o a no ser percibido como amigable o cercano”.

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Según explica la profesional, esta emoción tiene un efecto directo en nuestro sistema emocional: "El miedo es un potente activador de la amígdala y la amígdala es la reina de nuestro sistema límbico, de nuestras emociones". De ahí que, cuando se dispara, nuestra parte racional quede en segundo plano: "Es como si se desactivase la parte más moderna de nuestro cerebro, el neocórtex. Es decir, no razonamos de igual manera (por no decir, que no lo hacemos en absoluto), las emociones nos dominan por muy poca lógica que tengan".

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Mientras creemos que simplemente "somos habladores", puede haber un mecanismo interno empujándonos a llenar cada hueco. A veces no hablamos para comunicar, sino para protegernos; para no sentir ese minivacío que puede resultar incómodo.

La psicóloga matiza que estas respuestas no siempre son conscientes. "La falta de seguridad tiene un origen profundo, está arraigada en las creencias primarias de la persona y esto quiere decir que no siempre somos conscientes de ella”. Y es justamente esa falta de consciencia la que nos lleva a evitar el silencio sin preguntarnos por qué. Como comenta la experta, "la persona se siente mejor hablando, e incluso haciéndolo sin plantearse siquiera por qué no puede callar y mantener el silencio".

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Beneficios de compartir silencios

Si la escucha activa ya resulta complicada a numerosas personas, aguantar el silencio es, incluso, un reto mayor, tanto a nivel personal como profesional.  Sin embargo, para hacerlo, hace falta concienciarse de que es un acto de apertura hacia el otro. "Cuando callamos damos espacio al otro, le permitimos expresarse con más libertad, le ayudamos a reflexionar en voz alta y a compartir con nosotros", comenta la experta en comunicación no verbal.

En el terreno profesional, especialmente en ventas, el silencio tiene un papel clave. Sin embargo, no todos los perfiles lo gestionan igual. "Se piensa que el buen vendedor es el dicharachero, pero en realidad los mejores son los que escuchan más que hablan", explica Eva García. Según ella, se trata de hablar con intención. "Cada palabra debe estar pesada y medida para que logre su impacto; si tratamos de emborrachar al otro con una verborrea infinita lo más probable es que le acabe espantando".

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Pero este fenómeno no se limita al ámbito profesional, sino que en la vida personal ocurre lo mismo. "Nuestros amigos parlanchines nos encantan, pero también nos agotan en determinados momentos". Y añade un motivo biológico detrás de esta sensación: "Nuestro cerebro necesita calma y sosiego, la activación constante le desgasta y le cansa".

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La importancia del lenguaje corporal

Si, en cambio, hablamos de comunicación no verbal, el silencio adquiere aún más matices. La autora explica que por sí solo no es suficiente para interpretar lo que está ocurriendo emocionalmente. Por eso, recomienda observar el conjunto del lenguaje corporal.  Los gestos, posturas y microexpresiones complementan el silencio y permiten descifrar lo que el otro quiere decir sin palabras. 

Cuando se trata de tratar de entender esos silencios, según los distintos de perfiles, resulta fundamental fijarse bien en ellos. Un perfil más analítico, según Eva García, "está más retirado en su silla, observa con atención, y puede incluso estarse acariciando la barbilla; que es una señal de deliberación o de duda. Toda esta corporalidad se puede unir a señales de interés como son la dilatación de los párpados inferiores o caricias en el puente de la nariz, así como un cuerpo que se muestra en espejo respecto del nuestro".

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Cuando todo fluye: el efecto espejo

El famoso efecto espejo, explica, es revelador. "Cuando dos personas sincronizan sus cuerpos sin darse cuenta de modo que parece que son un reflejo la una de la otra, es una señal inequívoca de que se están entendiendo". Seguro que lo has vivido sin darte cuenta: "Lo podemos observar cuando tomamos algo con algún amigo y de repente tomamos consciencia de que estamos sentados o apoyados en la mesa del mismo modo”. 

Cuando el efecto espejo tiene lugar, el silencio no incomoda, acompaña. "En este caso está acompañado de señales de apertura y de interés auténtico por lo que estamos tratando, indica conexión”.

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¿Y si sucediera lo contrario? "Un silencio acompañado de ausencia de parpadeo y rascados de nariz de proyección (levantando la punta de la nariz al tocarla con la mano), nos indicarían que está pensando en otra cosa y que le está generando rechazo". En ese escenario la sintonía corporal desaparece, o directamente no ha existido jamás.

Queda claro que utilizar los silencios es una habilidad de alto impacto. "Las personas que combinan su intervención en una conversación con las pausas adecuadas transmiten autoridad, seguridad y conocimiento". 

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Cuando además hay escucha real y presencia, la comunicación se transforma. Así, dominar el arte de callar puede convertirse en una ventaja emocional y social, y, como señala Eva García, "el silencio bien gestionado, nos acerca, nos posiciona e incluso nos eleva. Es un arma secreta que impulsa nuestra comunicación”.

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