¿Alguna vez te has tomado un café por la noche para quedarte estudiando o trabajando? ¿O eres de los que prefieren dormir y despertarse de madrugada, prepararse uno calentito y ponerse en marcha? También puede ser que no pertenezcas a ninguno de los grupos anteriores pero que sin embargo sí te hayas visto en esa situación porque el insomnio te haya forzado a abandonar la cama antes de tiempo. Tal vez tienes hijos pequeños y te lo has preparado alguna vez dando la misión de descansar por perdida.
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Sea como sea, quizá te has preguntado si el café por la noche hace el mismo efecto que durante el día. Se lo hemos consultado a Salena Sainz, farmacéutica, dietista nutricionista y coach nutricional y esto es lo que nos ha contado.
Para empezar, la experta recuerda que nuestros ritmos circadianos no están preparados para comer cuando no hay luz. Son los ciclos biológicos naturales que regulan el equilibrio interno del cuerpo a lo largo del día. Siguen la luz del sol independientemente de nuestro horario laboral.
Por eso, según Salena, "tomar un café a las 2 o 3 de la madrugada sigue siendo fisiológicamente como tomárselo de noche para el resto del mundo". ¿Esto que quiere decir? Que por mucho que tengamos que estudiar o trabajar por la noche, el cuerpo sabe que es de noche y no asume que le metamos "actividad". El cortisol sube, el apetito se desregula, aumentan el cansancio y la fatiga...
Salena nos explica que el cuerpo, en definitiva, no se adapta completamente, por mucho que nosotros podamos incluso (como hacen quienes tienen turnos de noche) acostumbrarnos a este ritmo de vida. Entonces le hemos preguntado: ¿se pueden tomar un café los que trabajan por la noche? Y nos ha dicho: ¡claro!, pero igual que quienes trabajan de día: al principio del turno y nunca antes de dormir.
"Da igual que sea de día o de noche. Si te vas a dormir a las ocho de la mañana, la regla es la misma: evitar cafeína entre seis y ocho horas antes para permitir el sueño profundo", explica la nutricionista. Ahora bien, tenemos que tener en cuenta que habrá que cuidar el descanso más que nunca para que todas esas consecuencias que tiene hacer una ingesta (aunque solo sea un café) cuando no hay luz, no nos alteren demasiado.
La nutricionista María José Crispín recuerda que no existe una hora universal para desayunar y que la recomendación más relevante es dejar pasar unas 12 horas entre la cena y el desayuno para aprovechar los beneficios del ayuno nocturno: control del peso y efecto antienvejecimiento. Así, si se cena a las 21:30, lo ideal sería desayunar alrededor de las 9:30.
Sin embargo, como venimos diciendo, no todos los organismos ni agendas son iguales. "No hay que dogmatizar ni estresarse", explica la doctora Crispín. "La hora del desayuno dependerá de cuándo cenamos, a qué hora nos acostamos y cuándo nos levantamos. Lo ideal es adaptar el horario a nuestro ritmo de vida y a nuestros ciclos circadianos que regulan la presión sanguínea, la temperatura corporal y las hormonas pero si no es posible, lo que tendremos que cuidar es el descanso, eso sí: sin llegar a obsesionarnos.
