Doctor Ángel Martín: "Todo dolor, agudo o crónico, se procesa en el cerebro. Que no se vea en una resonancia no significa que no exista"


Hablamos con el autor del libro 'El dolor está en tu cabeza, no en tu cuerpo' sobre cómo afrontar los casos en los que las molestias se cronifican, afectando a la calidad de vida de los pacientes


mujer madura con dolor en la espalda y el cuello© Adobe Stock
21 de octubre de 2025 - 6:15 CEST

Durante años hemos entendido el dolor como una señal física, un aviso del cuerpo ante una lesión. Pero ¿qué ocurre cuando el dolor persiste sin causa aparente? ¿Y si el verdadero origen estuviera en nuestra mente? Este enfoque propone que el dolor crónico no es solo una dolencia del cuerpo, sino una experiencia moldeada por el cerebro. De todo ello habla Ángel Martín, doctor cum laude en Medicina y Cirugía, profesor de Anatomía y Embriología y diplomado en Hipnosis clínica en su libro El dolor está en tu cabeza, no en tu cuerpo.

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¿Qué le lleva a afirmar, ya desde el título del libro que el dolor está más en nuestra cabeza, en nuestro cerebro que en el cuerpo?

El título del libro refleja esta idea central: el dolor crónico no siempre es señal de daño físico, sino que puede ser una enfermedad del sistema nervioso central, donde el cerebro mantiene activa una "alarma" incluso cuando ya no hay peligro real. Por eso, el enfoque terapéutico debe incluir el entrenamiento mental para modificar esa percepción.

Durante años, la medicina tradicional ha mirado el dolor sólo desde el cuerpo, y eso ha limitado profundamente la comprensión y el tratamiento del dolor crónico

Doctor Ángel Martín

¿Por qué cree que aún cuesta tanto aceptar que el dolor puede tener un origen cerebral?

Cuesta aceptar que el dolor pueda tener un origen cerebral por varias razones profundamente arraigadas en nuestra experiencia y cultura:

  • Porque siempre lo hemos vivido como algo físico: Desde pequeños, asociamos el dolor a una lesión visible —una herida, una fractura, una inflamación—. Esta asociación directa entre daño físico y dolor está tan interiorizada que nos cuesta concebir que pueda existir dolor sin lesión.
  • Porque nos lo han enseñado así: El modelo biomédico tradicional ha dominado la medicina durante décadas. Este modelo busca una causa física para cada síntoma. Si no hay lesión, se tiende a pensar que el dolor es “psicológico” o incluso “imaginario”, lo que genera incomprensión y estigmatización.
  • Porque el dolor cerebral parece menos “real”: Aceptar que el dolor se origina en el cerebro —aunque sea completamente real— puede generar dudas, tanto en pacientes como en profesionales. El dolor sin daño visible desafía nuestra lógica cotidiana.
  • Porque implica un cambio de paradigma: Reconocer el papel del cerebro en el dolor obliga a cambiar la forma en que lo tratamos. Ya no basta con buscar una lesión; hay que abordar emociones, pensamientos, hábitos de atención y neuroplasticidad. Este enfoque más complejo requiere tiempo, formación y un cambio cultural.

Durante años, la medicina tradicional ha mirado, eso sí, al dolor tan solo desde el cuerpo, ¿no es así?

Exactamente. Durante años, la medicina tradicional ha mirado el dolor sólo desde el cuerpo, y eso ha limitado profundamente la comprensión y el tratamiento del dolor crónico.

Pero este modelo fracasa cuando se trata del dolor crónico, porque:

  • Muchas veces no hay una lesión activa que lo justifique.
  • Las pruebas médicas salen normales, pero el dolor persiste.
  • El paciente se siente incomprendido, incluso cuestionado.
  • Los tratamientos convencionales no alivian el sufrimiento.

¿Cómo puede ayudarnos una disciplina como la neurociencia a afrontar estos casos de dolor crónico?

La neurociencia aporta herramientas fundamentales para afrontar el dolor crónico desde una perspectiva más amplia, profunda y eficaz.

Educación en neurociencia del dolor (PNE)

  • Enseñar al paciente cómo funciona el dolor en el cerebro mejora su pronóstico.
  • Disminuyen el miedo, la ansiedad y la catastrofización.
  • Empodera al paciente para participar activamente en su recuperación.
  • Mejora la adherencia al tratamiento y reduce la dependencia de fármacos. 

Comprensión de los cambios cerebrales

  • Estudios con resonancia magnética funcional han demostrado que el dolor crónico se asocia con alteraciones en la estructura y función cerebral.
  • Estas alteraciones están vinculadas a factores emocionales como el miedo, la ansiedad y la depresión.
  • Abordar estos factores puede ayudar a normalizar la actividad cerebral. 

Intervenciones neuromoduladoras

  • Técnicas como la neuroestimulación transcraneal (eléctrica o magnética) y el neurofeedback permiten modificar la actividad cerebral.
  • Aunque aún están en fase de investigación, han mostrado beneficios en casos de dolor crónico refractario.
  • Ayudan a reorganizar las conexiones neuronales que perpetúan el dolor.

Muchos dolores crónicos no provienen de una lesión física, sino de un sistema nervioso que se ha vuelto hipersensible

Doctor Ángel Martín

¿Se puede realmente entrenar la mente para conseguir mitigar esos casos de dolor crónico que, sin duda, condicionan la calidad de vida de quien los padece?

Sí, se puede entrenar la mente para mitigar el dolor crónico, y no solo como complemento, sino como una herramienta central en el tratamiento. Esta afirmación se basa en evidencia científica.

El entrenamiento mental produce efectos medibles en el cerebro:

  • Aumento de la actividad en la corteza prefrontal (mejor control emocional).
  • Reducción de la actividad en la amígdala (menos miedo y ansiedad).
  • Reorganización del sistema límbico (menos catastrofización).
  • Activación del núcleo accumbens (más sensación de recompensa y bienestar).
© Adobe Stock

En su libro habla de entrenamiento mental, meditación e hipnosis guiada. ¿Cómo se integran estas herramientas en el tratamiento del dolor? ¿De qué forma pueden ayudar al paciente?

El libro propone integrar la meditación, la hipnosis guiada y el entrenamiento mental como pilares fundamentales en el tratamiento del dolor crónico, dentro de un enfoque no farmacológico y biopsicosocial. Estas herramientas se combinan para ayudar al paciente a reducir la percepción del dolor, mejorar su bienestar emocional y recuperar autonomía funcional.

¿Qué tipo de ejercicios mentales considera que son más eficaces para empezar a reducir el dolor?

La hipnosis y la meditación son las prácticas con mayor aval científico, sustentadas en revisiones sistemáticas y metaanálisis clínicos. Estas herramientas no sustituyen los tratamientos médicos, pero los complementan de forma poderosa, ofreciendo al paciente recursos para recuperar el control sobre su cuerpo y su mente.

¿Qué diferencia hay entre “aceptar” el dolor y “resignarse” a él?

La diferencia entre aceptar el dolor y resignarse a él es profunda y esencial en el enfoque propuesto.

Aceptar el dolor:

  • Implica reconocer su existencia sin negarlo ni pelear contra él, pero desde una actitud activa.
  • Es entender que el dolor puede estar presente, pero no tiene por qué definir tu vida.
  • Aceptar es observar el dolor con consciencia, sin dejar que te arrastre ni te domine.
  • Es el primer paso para transformar tu relación con el dolor, abrir espacio para ti y recuperar el control.

Resignarse al dolor:

  • Es una actitud pasiva, de rendición.
  • Supone ceder el control, asumir que no hay nada que hacer y que el dolor manda.
  • Genera desesperanza, inmovilidad y dependencia.
  • Te coloca en una posición de víctima, sin margen de acción ni posibilidad de cambio.
© Alienta editores

¿Cuáles piensa que son los errores más comunes que cometemos al interpretar el dolor crónico?

  1. Creer que si duele, algo en el cuerpo está mal. No siempre es así. Muchos dolores crónicos no provienen de una lesión física, sino de un sistema nervioso que se ha vuelto hipersensible. El problema puede estar en el cerebro, que interpreta señales normales como si fueran una amenaza. 
  2. Pensar que si el dolor está en la cabeza, es imaginario. Falso. Todo dolor —agudo o crónico— se procesa en el cerebro. Que no se vea en una resonancia no significa que no exista. El dolor es siempre real. 
  3. Creer que el dolor crónico es para siempre. Aunque puede durar mucho tiempo, no es irreversible. Con educación, práctica y herramientas adecuadas, es posible desaprender los circuitos del dolor y construir nuevas rutas hacia el bienestar. 
  4. Pensar que todos sentimos el dolor igual. Cada cerebro es distinto. La historia personal, el estrés, el entorno, la biología y la cultura influyen en cómo se percibe el dolor. No hay dos experiencias iguales.
  5. Creer que si las pruebas médicas no muestran nada, no hay dolor. Que una prueba no detecte daño no significa que el dolor no exista. La causa puede no ser visible con esa tecnología, pero el cerebro puede generar dolor sin lesión física.
© Getty Images

¿Qué opina sobre el uso exclusivo de analgésicos en los casos en los que una persona padece dolor crónico?

La mayoría de los pacientes con dolor crónico no experimenta un alivio clínicamente significativo con fármacos exclusivamente. El uso exclusivo de analgésicos no aborda el origen cerebral del dolor crónico, y puede generar más problemas que soluciones.  Su uso prolongado puede provocar efectos adversos graves: irritación gástrica, problemas renales, riesgo cardiovascular y sangrado. 

El enfoque debe ser integral, personalizado y activo, con el paciente como protagonista de su proceso de recuperación.

Afirma en el libro que 1 de cada 4 personas padece dolor crónico. ¿Qué le diría a alguien que lleva años sufriendo dolor y ha perdido la esperanza?

El dolor no te define. Tu dolor es real, pero no es tu identidad.

Tú no eres tu dolor. Puedes aprender a observarlo sin miedo, a convivir con él de forma más amable, y a recuperar espacio para ti.

El cambio es posible. No se trata de milagros, sino de entendimiento, práctica y constancia. Con herramientas como la meditación, la hipnosis guiada y el entrenamiento mental, puedes recuperar la confianza, el sueño, el trabajo, la vida social… y sobre todo, la esperanza.

¿A quién va especialmente dirigido el libro?

  • Personas que sufren dolor crónico.
    Especialmente quienes han pasado por múltiples tratamientos sin resultados duraderos.
    Pacientes que se sienten incomprendidos, atrapados o sin diagnóstico claro.
    Personas que padecen condiciones como fibromialgia, dolor pélvico crónico, cefaleas, colon irritable, lumbalgia, entre otros.
  • Profesionales sanitarios
    Médicos, psicólogos, fisioterapeutas y terapeutas que trabajan con dolor crónico.
    Puede utilizarse como recurso complementario dentro del modelo biopsicosocial.
    Ofrece una base educativa en neurociencia del dolor y técnicas de meditación e hipnosis.

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