La hipercifosis es mucho más que una curvatura exagerada en la parte alta de la espalda, lo que habitualmente conocemos como chepa. Aunque a menudo se asocia con la imagen de una “joroba”, sus causas, síntomas y consecuencias van mucho más allá de lo estético. Desde adolescentes que adoptan malas posturas frente a las pantallas, hasta adultos mayores afectados por la osteoporosis, esta condición puede alterar la calidad de vida física y emocional de quienes la padecen. El doctor Ghassan Elgeadi, traumatólogo especializado en cirugías ultra mínimamente invasivas en Clínica Elgeadi (www.clinicaelgeadi.com).
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¿Qué es la hipercifosis y cómo se manifiesta?
La hipercifosis es una acentuación anormal de la curvatura natural que tiene la columna en la zona dorsal. Todos tenemos una pequeña curvatura fisiológica en esa región, pero hablamos de hipercifosis patológica cuando esa curva se vuelve excesiva —habitualmente por encima de los 40 o 45 grados— y empieza a generar síntomas o afectar la postura. Se manifiesta, en muchos casos, como una joroba visible en la parte alta de la espalda, con los hombros caídos o hacia adelante. En fases más avanzadas, puede venir acompañada de dolor, rigidez e incluso limitaciones funcionales en el día a día.
¿Cuáles son las principales causas de la hipercifosis y qué factores de riesgo pueden influir en su desarrollo?
Las causas pueden variar mucho según la edad del paciente. En adolescentes, suele deberse a una mala postura mantenida en el tiempo —sobre todo por el uso excesivo de pantallas— o a una enfermedad llamada de Scheuermann, que afecta al desarrollo de las vértebras. En adultos mayores, las causas suelen ser degenerativas: la combinación de desgaste discal, artrosis y, especialmente en mujeres postmenopáusicas, la osteoporosis, favorece fracturas por compresión que alteran la alineación vertebral. También hay causas menos frecuentes, como malformaciones congénitas o trastornos neuromusculares. Entre los factores de riesgo más importantes encontramos el sedentarismo, la debilidad muscular, la baja masa ósea y los antecedentes familiares.
"En adultos mayores, las causas suelen ser degenerativas: la combinación de desgaste discal, artrosis y, especialmente en mujeres postmenopáusicas, la osteoporosis, favorece fracturas por compresión que alteran la alineación vertebral"
¿Qué síntomas suelen experimentar los pacientes con hipercifosis y cómo afecta a su calidad de vida?
Los síntomas dependen mucho del grado de la curva y de su causa.
- Lo más habitual es el dolor en la parte media de la espalda, acompañado de una sensación de fatiga muscular y rigidez.
- Muchas personas sienten que les cuesta mantener una postura erguida durante largos periodos.
- En casos severos, puede haber dificultades respiratorias, molestias digestivas e incluso compresión de nervios.
- Y no podemos olvidar el impacto emocional: la alteración visible de la postura puede afectar la autoestima, especialmente en adolescentes, o generar sensación de fragilidad en personas mayores.
¿Cómo se diagnostica la hipercifosis y qué pruebas son necesarias para confirmarlo?
El primer paso siempre es una evaluación clínica, donde observamos la postura, la movilidad y realizamos algunas pruebas funcionales. Pero para confirmar el diagnóstico y medir con precisión el ángulo de la curva usamos radiografías laterales de columna. Con ellas aplicamos el método de Cobb, que nos permite cuantificar el grado de cifosis. Si sospechamos alguna causa específica o complicaciones asociadas, podemos complementar con una resonancia magnética, una densitometría ósea o, en algunos casos, un TAC.
"Lo más habitual es el dolor en la parte media de la espalda, acompañado de una sensación de fatiga muscular y rigidez"
¿Qué diferencias existen entre la hipercifosis postural y la estructural, y cómo se aborda cada una?
La diferencia clave es que la hipercifosis postural es funcional y reversible, mientras que la estructural implica una deformidad en las vértebras. En la postural, que vemos mucho en jóvenes, la columna está sana y la curvatura mejora con corrección voluntaria, reeducación postural y fortalecimiento muscular. En cambio, en la estructural —como en la enfermedad de Scheuermann o en fracturas osteoporóticas— ya hay una alteración en la morfología vertebral, y el tratamiento requiere un enfoque más intensivo: corsés, fisioterapia especializada y, en casos severos, cirugía.
¿En qué casos se recomienda el uso de corsés u ortesis para corregir la hipercifosis y cómo funcionan?
Los corsés tienen una indicación muy específica. En adolescentes con enfermedad de Scheuermann y curvas entre 45 y 65 grados, pueden ayudar a frenar la progresión durante el crecimiento. También los utilizamos en casos posturales resistentes o en adultos mayores con fracturas recientes para dar soporte y aliviar el dolor. Funcionan aplicando una presión controlada que guía la columna hacia una alineación más fisiológica. Pero para que sean eficaces, es imprescindible un seguimiento médico riguroso y una buena adherencia por parte del paciente.
¿Qué opciones quirúrgicas existen para tratar la hipercifosis grave y cuáles son los riesgos asociados?
La cirugía se reserva para casos graves, con curvas que superan los 70 o 75 grados, cuando hay dolor crónico, síntomas neurológicos o una deformidad progresiva que afecta la calidad de vida. La intervención más habitual es la artrodesis vertebral, donde fijamos los segmentos afectados con tornillos y barras, y a veces realizamos osteotomías para conseguir una mejor corrección. Como toda cirugía mayor, tiene riesgos: sangrado, infección, lesión neurológica o problemas con el material implantado. Por eso es fundamental que la indicación sea clara y el procedimiento lo realice un equipo con experiencia en cirugía de columna compleja.
"La cirugía se reserva para casos graves, con curvas que superan los 70 o 75 grados, cuando hay dolor crónico, síntomas neurológicos o una deformidad progresiva que afecta la calidad de vida"
¿Cómo puede influir la hipercifosis en la autoestima y el bienestar emocional de los pacientes?
La hipercifosis no solo afecta al cuerpo, también impacta emocionalmente. En adolescentes, puede generar vergüenza, inseguridad o retraimiento social. En adultos mayores, puede reforzar la sensación de envejecimiento o dependencia. Es muy importante que abordemos la parte emocional junto con el tratamiento físico. A veces es necesario derivar al paciente a apoyo psicológico o a terapias grupales. El bienestar integral es clave para lograr una buena recuperación.
¿Qué medidas preventivas se pueden tomar para evitar el desarrollo de hipercifosis en personas con factores de riesgo?
La prevención empieza por la educación postural desde la infancia. Enseñar a sentarse bien, cargar peso correctamente y usar pantallas a la altura adecuada puede marcar la diferencia. El ejercicio regular también es clave, sobre todo actividades que fortalezcan la musculatura extensora de la espalda. En adultos, prestar atención a la postura y actuar ante los primeros signos de curvatura es fundamental. Y en mayores, mantener la salud ósea y prevenir caídas son dos pilares esenciales para evitar la aparición de fracturas vertebrales que deriven en hipercifosis.
¿Cómo afecta la osteoporosis a la aparición de hipercifosis en adultos mayores y qué estrategias se pueden implementar para prevenirla?
La osteoporosis es una causa muy frecuente de hipercifosis progresiva en la tercera edad. Al debilitarse los huesos, las vértebras se colapsan fácilmente, sobre todo en la región dorsal, lo que incrementa la curvatura. Para prevenir esta evolución, es clave cuidar la salud ósea: buena alimentación, suplementos de calcio y vitamina D si es necesario, ejercicio con carga, evitar el tabaco y el alcohol y, cuando procede, tratamiento médico específico. Las densitometrías periódicas son esenciales para detectar a tiempo la osteoporosis y actuar antes de que aparezcan las fracturas.
¿Qué recomendaciones daría para mantener una buena higiene postural en el día a día y prevenir problemas de columna?
La higiene postural no depende de grandes cambios, sino de pequeños gestos bien hechos. Sentarse con la espalda recta, usar una silla con buen apoyo lumbar, evitar estar horas en la misma posición, hacer pausas activas… todo suma. Al levantar peso, siempre doblar las rodillas y proteger la espalda. Dormir en un colchón firme, evitar posturas forzadas, y realizar ejercicios como pilates, natación o yoga terapéutico ayuda a mantener una columna fuerte y flexible. Una buena postura hoy es salud para el futuro.